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“En el año 3.000 las personas hablarán por ondas sonoras. No estoy loco, las ballenas se comunican así. Y los delfines” - (también) Jean-Claude Van Damme

París nunca me ha parecido la ciudad del amor. Para empezar, el amor tiene aroma a pueblo, no a urbe. En segundo lugar, la majestuosidad de los edificios parisinos no invita a enamorarse, si no a caminar erguido y mirando por encima del hombro al resto de ser humanos del planeta. Sus buhardillas son perfectas para practicar el amor pero no para encontrarlo, y ese debería ser el cometido principal de una ciudad que carga en sus espaldas con una etiqueta de ese calado.
A media reflexión, el mundo se ralentiza hasta pararse, abstrayéndome de mi abstracción. Las puertas del vagón se abren, estoy en la parada de Bonne Nouvelle. El metro de París, cuando frena, convierte tus oídos en una iglesia donde contraen matrimonio hierro y vacío. En ningún otro metro del mundo ese chirrido metálico resulta tan placentero, tan plástico como un movimiento de ballet. Que París no sea la ciudad del amor no significa que no sea especial. Lo es. Y por eso Jean-Claude Van Damme la eligió para albergar la estrena mundial -por todo lo alto- de Jean-Claude Van Johnson (JCVJ), su serie producida por Amazon.
En la serie Van Damme es una estrella mundial de las artes marciales y del cine que, a su vez, es el agente secreto más peligroso del mundo
Al salir de la estación de Bonne Nouvelle, te encuentras de cara con los Cines Rex, en el corazón del Boulevard Poissonnière (Avenida de la Pescadera, en la lengua de Cervantes). Los Rex son los cines más grandes de Europa y su sala principal es tan gloriosa como recargada de pomposa decoración. Muy francés todo. En la fachada de los cines, una enorme pantalla de leds muestra una estatua de Van Damme haciendo el spagat con él mismo sentado encima, vestido de traje y con cara de “si no te acabas las lentejas te parto la espina dorsal de una patada voladora”. La que viene siendo su cara de toda la vida, para entendernos. La alfombra roja presagia que es día de premiere, un día grande para mucha gente pero sobre todo para Jean-Claude.

Foto: Andre Mischke
Cuando leí la sinopsis de JCVJ, en la que Van Damme se interpreta a sí mismo, no pude reprimir un patético alarido de excitación. Todos los críos de entre 25 y 45 años hemos idolatrado a un actor de acción (o como a mí me gusta llamarlos: repartidores de ilusión y guarrazos como atunes del Cantábrico). No tuvimos youtubers durante nuestra adolescencia, así que en vez de ver bromas de cámara oculta de dudosa gracia nos dedicamos a ver películas de hostiacas de dudosa calidad cinematográfica. Y Van Damme sabía de eso. Vaya que sí sabía. Y al verme acreditado para el estreno mundial de la serie que debe volver a situarlo “en lo más alto de la ola”, según sus propias palabras, mi niño interior con granos y cuerdas vocales de cisne profirió un grito emocionado a través de mi yo actual.
Van Damme: “Peter Atencio y Dave Callaham nos pidieron cosas muy locas a los actores, imposibles. Y las hicimos”
Pero vayamos a la sinopsis de JCVJ: Jean-Claude Van Damme es una estrella mundial de las artes marciales y del cine que, a su vez, se trata del agente secreto más peligroso del mundo, operando bajo el seudónimo de Johnson. Infelizmente retirado, en la actualidad vive alejado de la superficialidad de Hollywood, hasta que el encuentro casual con un antiguo amor perdido le empuja a volver al ruedo, donde deberá enfrentarse al peor enemigo al que jamás se ha enfrentado, un cartel de la droga búlgaro. Si vosotros notáis una erección y vosotras los pezones como el pico de un tucán no os preocupéis, es la reacción normal.
En la rueda de prensa anterior al gran estreno de la serie se encontraban todos los grandes nombres que han participado en ella excepto Ridley Scott. Si, recoge la mandíbula del suelo, Ridley Scott es productor ejecutivo de JCVJ. Teníamos a su showrunner, Dave Callaham (Los Mercenarios, Godzilla), a su director, Peter Atencio, a otro de sus productores ejecutivos, David Zucker, y a todo el elenco de actores principales: Pylichia Rashad, Kat Foster, Moises Arias -chequéalo en Hannah Montana– y, cómo no, Jean-Claude Van Damme. En dicha rueda de prensa compruebo que Jean-Claude es un tipo simpático, profundo, con tendencia a la emoción -él mismo ha asegurado que es uno de los seres humanos más sensibles del planeta- y, también hay que decirlo, algo ido en ocasiones. Se marca monólogos sobre Dios y la creación de Francia al ser preguntado por la serie, casi llora al hablar de su madre y asegura que JCVJ es el mejor trabajo de su carrera. Todo esto en menos de veinte minutos. Cuando eres una leyenda, lo eres en todos los sentidos. La frase clave de la rueda de prensa para entender la serie es esta, del propio Van Damme: “Peter Atencio y Dave Callaham nos pidieron cosas muy locas a los actores, imposibles. Y las hicimos”.

Foto: Eric Tran-Quang
Pero el gran momento del día era a las ocho de la tarde en la sala principal de los Cines Rex, un escenario de tal grandilocuencia que incluso Maria Antonieta habría encontrado excesivo. La jet set parisina estaba allí -influencers de esos raros, actores, humoristas-, un centenar de periodistas, la madre de Jean-Claude Van Damme y decenas de fans que se agolpaban en el exterior esperando a que su ídolo desfilara por la alfombra roja y les bendijera con un autógrafo, un selfie o un rodillazo en la sien. Y tras una presentación excesivamente larga, revestida de un culto a la personalidad que habría enorgullecido al mismísimo Andy Warhol, se estrenaron del tirón los tres primeros episodios de JCVJ. He aquí mis pensamientos resumidos durante esos 90 minutos de proyección:
“Vamos allá. Venga. Está bien filmado. Uf, Van Damme tiene el cuerpo esculpido por Miguel Ángel y la cara de la momia de Tutankamón. Por ahora es gracioso. Parodia, parodia total. JAJAJA, eso ha tenido realmente gracia. Se complica la cosa. Espera, un momento, ¿qué está pasando? WTF es todo esto. En serio, alguien me ha metido LSD en la cerveza. Me estoy riendo más de lo que pensaba. EL GIRO DE GUION DEFINITIVO EN LA HISTORIA DE LAS SERIES, EL CINE Y LA LITERATURA. JAJAJAJA. Más JAJAJAJA. ¿Ya se han acabado los tres capítulos? Joder, quiero ver los tres que quedan”.

Foto: Erica Parise
Os traduzco mi delirio. JCVJ no es una serie que será recordada por su historia, su guion ni sus actuaciones. Pero JCVJ es una serie ridículamente graciosa. Jean-Claude Van Damme se ríe tanto de sí mismo, y lo hace tan bien, que es imposible que al espectador no le resulte gracioso. Hay guiños constantes a los grandes clichés del cine de acción, referencias a toda la filmografía de Van Damme y situaciones cómicas que personalmente considero de bastantes quilates. Lo bueno de la serie es que es sincera consigo misma, no pretende trascender en lo artístico. Simplemente persigue plasmar a través del absurdo la dureza que supone la caída desde el estrellato hasta la etiqueta de vieja gloria, proporcionando a la vez herramientas a su protagonista para que siga luciendo su mayor virtud frente a las cámaras: una capacidad atlética incomparable y una virtuosismo en las artes marciales que en más de una ocasión llenó los Cines Rex de vitores y aplausos.
En JCVJ Van Damme se desnuda a través de la parodia -mucho más complicado hacerlo así que a través del drama y el resultado es una serie que merece ser vista. Y es que entre risa y risa, entre puñetazo y puñetazo, también se vislumbran realidades mucho más crudas por las que ha pasado el Van Damme real, el de carne -músculo- y hueso.
Se trata de una parodia muy inteligente en forma de serie de acción, donde el equilibrio entre golpes, gags de garantías y momentos emotivos es prácticamente perfecto
Salgo del cine gratamente sorprendido. Esperaba divertirme con JCVJ, pero la realidad es que me he reído como pocas veces en los últimos tiempos. Mi veredicto final es que la última gran baza de Van Damme para volver al mapa se trata de una parodia muy inteligente en forma de serie de acción, donde el equilibrio entre golpes, gags de garantías y momentos emotivos es prácticamente perfecto. Las dos citas con las que he empezado el artículo no son elegidas al azar. Son muy significativas para entender tanto a JCVJ como a su protagonista. Van Damme ha sido otra estrella más devorada por la industria y su propio éxito, siendo él muy consciente de ello en todo momento; a la vez, Van Damme es una persona estrafalaria, con salidas absolutamente inesperadas y a veces incluso surrealistas. De eso precisamente trata JCVJ: un hombre apaleado por la vida que intenta volver a levantar su cabeza con orgullo sin renunciar al aura extravagante, ridícula en momentos puntuales, que siempre le ha caracterizado.
Decía que París no es la ciudad del amor, y digo que JCVJ no es la mejor serie del año. Claro que no. Pero caminando sobre adoquines, manos en los bolsillos de la chaqueta heredada de mi padre para protegerme del frío, pienso también que quizá París sí sea la ciudad con más encanto de todas las que he pisado, y que JCVJ es quizá la serie más divertida, pura y valiente de las que he visto este año. Brillan las farolas en la noche parisina, a juego con la sonrisa de Jean-Claude Van Damme tras su renacimiento.