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Me consideraba un devorador consumado de sitcoms hasta que Larry David y después Louis C.K. masticaron el manual de instrucciones y escupieron en nuestros televisores un formato humorístico incontestable: la vida diaria. Después de Larry David (Curb your enthusiasm) y Louie, la sitcom clásica se ha colapsado en mi cerebro como un castillo de naipes fallido. Ha dejado de interesarme. Qué pequeñas y encorsetadas se revelan de repente las comedias más ortodoxas ante semejante borbotón de libertad creativa. Porque no hay nada más grande, más divertido y, como en el caso de Louie, más conmovedor que la vida. No hay formato que la contenga.
Merced al recurso de utilizar tu intimidad como combustible humorístico y desdibujar las líneas que separan ficción y cotidianidad, hemos accedido a una dimensión de comedia totalmente nueva e ilimitada. Qué intenso placer convertir la anécdota en un lenguaje humorístico universal. Cuánto material por desgranar. Si Larry David sentó las bases y Louis C.K. le aplicó hondura emocional a la idea de ponerse en el disparadero, ahora Aziz Ansari asume el tercer relevo desde Netflix para prolongar la evolución de un género que parece no agotarse.
«Aziz Ansari se interpreta a él mismo, metiendo la cámara en su puta vida y buscando situaciones graciosas en la rutina de una gran urbe»
Actor y humorista conocido principalmente por su papel en la serie Parks & Recreation, sus desternillantes monólogos y su best seller “Modern Romance”, Ansari ha cincelado con tiento sus mejores reflexiones para exhibirlas en Master of None, una comedia naturalista que funciona a muchos niveles y en la que el actor de ascendencia india perpetúa el Nuevo Estilo, interpretándose a él mismo, metiendo la cámara en su puta vida y buscando situaciones graciosas en la rutina de una gran urbe. Le llaman comedia urbana. Pues vale.
La idea es simple: Ansari es Dev, un actor mediocre que intenta impulsar su carrera en la Nueva York 2.0. Como cabe esperar, los estragos de un tipo superado por las circunstancias se convierten en el eje cómico alrededor del cual orbitan las diferentes historias, gags, situaciones… El estilo de Ansari no tiene nada que ver con el de Louis C.K., por mencionar el referente más inmediato. Su cadencia es melosa, su presencia en pantalla trasmite ternura, es un humorista que, lejos de buscar carcajadas histéricas, quiere imprimir una placentera sonrisa en el espectador durante los 30 minutos que dura cada episodio. Ansari parece una fusión imposible de Apu, Hrundi V. Bakshi y Woody Allen; resulta imposible resistirse a la invulnerabilidad superfreak que proyecta.
«Los padres de Ansari en la ficción –¡que son sus padres de verdad!– terminan convirtiéndose en los personajes secundarios más tiernos y conmovedores de la serie»
Con Master of None, Ansari y Alan Yang, padres del invento, fabrican un producto que no solo resulta divertido, sino que cubre al espectador con un manto mucho más complejo de sensaciones, reacciones e ideas. De hecho, los pequeños gags son hábilmente utilizados por el protagonista para verter reflexiones de piel gruesa. Un condón roto y los peligros del presemen le dan pie a filosofar sobre la paternidad –sensacional escena en el lavabo con la niña-. Una conversación absurda con su padre le permite dedicar un episodio entero a las difíciles relaciones paterno-filiales de una familia de inmigrantes en la Nueva York actual.
Otra de las obsesiones más insistentes de Ansari es el racismo velado que todavía se estila tanto en Hollywood como en la vida diaria de un hijo de inmigrantes indios. De hecho, los padres de Ansari en la ficción –¡que son sus padres de verdad!– tienen un peso fundamental en la articulación de dichas tramas, y terminan convirtiéndose en los personajes secundarios más tiernos y conmovedores de la serie. Sobre el asunto del racismo, no os perdáis el capítulo “Indians on TV”, con el rapper Busta Rhymes marcándose una intervención memorable: es una de las mejores reflexiones sobre las minorías raciales en el mundo del espectáculo que he visto en mucho tiempo en televisión. Hollywood tampoco se libra de las tiernas collejas de Ansari.
Master of None es una serie que no tiene reparos en mostrar su deuda con la comedia kamikaze de Louis C.K., pero encuentra una voz propia explorando otros ángulos del formato. Es un giro evolutivo más en un género apasionante que indica claramente el futuro del humor televisivo de calidad: encontrar ese esquivo vórtice en el que comedia, drama, realismo, crítica social y emotividad confluyen en dulce espiral. Por si fuera poco, la primera temporada (10 episodios) se apoya en una puesta en escena impecable, cuidadísima y reforzada no solo por una banda sonora alucinante –¡Pete Rock & C.L. Smooth y The Equatics sonando en una serie!-, sino por la paisajística de Nueva York, un activo contextual que juega muy a favor de las tribulaciones de Aziz Ansari: si hay una ciudad en la que nadie es maestro de nada es precisamente esta. Delicatessen.