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Si echáis un vistazo a la cartelera cinematográfica –algo que siempre deberíais hacer y más aún en pleno “caloret” veraniego– encontraréis una propuesta de lo más seriéfila: la adaptación al cine de un hit de la HBO. No, no esperéis el tan deseado por algunos desenlace de Deadwood o bien Los Soprano: Los años mozos. Ni por asomo The Wire: Cuando McNulty encontró a Omar Little.
Ni siquiera esperéis la tercera parte de las aventuras cinematográficas de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda, las chicas de Sexo en Nueva York. O quizás sí. Y es que estamos hablando del estreno de la película de Entourage (El séquito) –su título es tal cual el mismo que la serie– a la que muchos han etiquetado como “el Sexo en Nueva York para tíos”.
«Ambas son dos propuestas hedonistas, con un grupo de fieles seguidores muy concreto. Y ambas se pueden ver de forma discontinua sin miedo a perderse grandes giros de guión»
Y es que puede que en el parecido entre las dos series se esconda el motivo detrás de sendas adaptaciones al cine: regalar al fan puro de la serie dos horas de nostalgia y diversión a costa de los personajes que en su día tanto quiso. Que las únicas series de toda la historia de la HBO que han dado el salto al séptimo arte hayan sido Sexo en Nueva York y Entourage puede resultar curioso pero no es casual. Ambas son dos propuestas hedonistas, con un grupo de fieles seguidores muy concreto. Y además, ambas son series que pese a su serialidad, se pueden ver de forma discontinua sin miedo a perderse grandes giros de guión. Es más, uno puede ver y disfrutar de episodios sueltos –o en este caso sus películas– sin necesidad de haber seguido la serie.
¿En qué se parecen ambas series pues? Las dos potenciaron sus puntos fuertes a base de recrear las fantasías de sus respectivos targets: primero llegaron las aventuras y desventuras de un grupo de exitosas mujeres de Manhattan que entre los quehaceres de la vida laboral, los quebraderos de cabeza por vestir a la última y sus tertulias en torno a un buen Cosmopolitan, vivían numerosas aventuras eroticofestivas. Unos años más tarde la respuesta de la HBO al éxito que reportaba tanto estrógeno suelto en la Gran Manzana fue contentar a los novios y maridos, hartos de que sus novias les obligaran a ver Sexo en Nuevo York. Así recrearon todo tipo de fantasías masculinas en la otra costa del país, en el lugar donde nacen los sueños: Hollywood. Nacía Entourage, aquí subtitulada como El séquito y que emitió laSexta durante algunas temporadas, entrada la madrugada.
«Sigue las aventuras de cuatro amigos de toda la vida de Queens viviendo el sueño americano de Vincent Chase, el guaperas del grupo y actor de Hollywood en alza»
Entourage es toda una oda al bromance y al complejo de Peter Pan tan intrínsecamente americanos –o más– que la Coca Cola, el sándwich de peanut butter and jelly o el 4 de julio. La serie sigue las aventuras de cuatro amigos de toda la vida de Queens viviendo el sueño americano de Vincent Chase, el guaperas del grupo y actor de Hollywood en alza. Rodeado de su círculo de amigos y de su rico agente judío, la vida de Vincent es un devenir de fiestas, drogas, encuentros con actrices y directores famosos, brunchs en el Sunset Strip, folleteos varios, rodajes de blockbusters e indies, festivales, reuniones con jefazos de las majors y de vez en cuando, alguna crisis personal sobre su carrera artística. Y aunque no lo creáis la serie se basa en las vivencias de su productor, Mark Wahlberg, durante sus primeros años en Hollywood; Cuando dejó de ser el Marky Mark de Good Vibrations para protagonizar películas de culto como Boogie Nights.
Tráiler de Medellin, película de Vincent Chase:
Wahlberg además, se deja caer por la serie en algunos capítulos interpretándose a él mismo. Al igual que lo han hecho infinidad de directores y celebrities varias: Martin Scorsese, James Cameron, Frank Darabont, Jessica Alba, Bob Saget, Marc Cuban, Tom Brady, Jeffrey Tambor, Gary Busey, Aaron Sorkin o Sasha Grey son sólo algunas de las muchas personalidades que, interpretando versiones exageradas de ellos mismos, van apareciendo como setas en todos los episodios. El desfile de famosos es tal que uno sólo puede seguir boquiabierto ante la pantalla, dejándose llevar por la fascinación que provoca este mundo de fantasía que tan bien recrea Entourage.
«La guinda del pastel, la estrella de la serie: el malhumorado Ari Gold, el agente número 1 de Hollywood. Los tres Emmys seguidos que obtuvo su intérprete, Jeremy Piven, dejan constancia de ello»
Pero la vida y carrera de un insulso –como protagonista– Vicent Chase no tendría sentido sin la compañía de la verdadera alma de la serie: su séquito. Un grupo cerrado de amigos de barrio formado por personalidades muy dispares que funcionan a las mil maravillas juntas: el enamoradizo y sensato Eric –E para los colegas– ejerciendo de manager y mejor amigo. Turtle, camello de confianza y chofer personal. Y el más gracioso y paranoico de todos, su hermanastro, el actor de Serie B venido a menos Johnny “Drama” Chase. Quien es interpretado por Kevin Dillon, en la vida real hermano a la sombra de Matt Dillon. A ellos se les suma la guinda del pastel, la estrella de la serie: el malhumorado Ari Gold, el agente número 1 de Hollywood. Las reprimendas a sus asistentes, los insultos, los gritos a todo dios, las sesiones de terapia de pareja, los ataques de ira y estrés o lo que llega a hacer para no perder a un cliente, son algunos de los rasgos que han hecho de este personaje uno de los más carismáticos de la televisión reciente. Los tres Emmys seguidos que obtuvo su intérprete, Jeremy Piven –2006, 2007, 2008– dejan constancia de ello.
A lo largo de ocho temporadas –hacia al final eso sí, bastante repetitivas– este grupo de amigos nos regaló grandes momentos que ahora reviven en el cine, con una película que funciona como un capítulo extra de casi dos horas. Vuelven el desenfreno, los diálogos mordaces, las puyas y piques entre ellos, los cameos y los entresijos de la glamurosa industria del cine. Y vuelve sobretodo esa química y magia tan fascinante de observar que desprenden los afortunados que se lo pasan bien y no piden perdón por ello.