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Copenhague se ha convertido en los últimos años en una ciudad popular entre los aficionados a las series gracias al éxito internacional de la ficción danesa. Así, el turista seriéfilo que pase unos días en la ciudad puede ir a ver el apartamento de Sarah Lund, la protagonista de The Killing, y el elegante barrio de Østerbro, mientras que seguro que esbozará una sonrisa imaginando durante la imprescindible visita al palacio de Christiansborg que en cualquier momento va a aparcar por allí su bicicleta la Primera Ministra de Borgen Birgitte Nyborg. Copenhague también tiene desde el año 2000 un festival de televisión que sirve de lugar de encuentro de la industria nacional. Hace unos meses, a propósito de la publicación de dos interesantes libros sobre la creación de ficción en Dinamarca, ya hablé de que un país con menos de seis millones de espectadores se haya convertido en un referente mundial de la televisión tenía que ver menos con personalidades concretas que con un sistema que permitía al talento florecer. La manera en el que este saber hacer se ha desarrollado también es visible en un festival que viene a representar las mejores virtudes de Dinamarca: perfecta organización, puntualidad extrema en las sesiones, apreciable amabilidad en los ponentes y delegados y, por qué no decirlo, un rico bufet de almuerzo donde no faltaban ni los quesos locales.
El Festival de TV de Copenhague tiene mucho en común con el que apenas unos días más tarde tiene lugar en Edimburgo (al que tuve la oportunidad de asistir el año pasado). Más que un lugar para ver televisión, es el sitio donde hablar de ella: la cita en la que los profesionales (y especialmente guionistas, productores y ejecutivos) se reúnen para debatir los retos a los que se enfrentan, manteniendo su esencia como el lugar donde la industria recibe una puesta a punto anual. Uno de sus elementos más importantes son las sesiones con los ejecutivos de las principales cadenas danesas. Tomando como modelo las sesiones de los controllers en Edimburgo pero dándoles (al estilo danés) forma de diálogo, es una manera abierta donde los que crean programas pueden escuchar qué buscan los que los contratan. Este año el lema del Festival era “Max Your Impact”, y una parte destacada de las sesiones estuvieron relacionadas de una forma u otra con los presentes retos relacionados con la digitalización, con paneles específicos sobre comportamiento de usuarios, posibles estrategias para creadores y cadenas y estudios de caso de apuestas que habían resultado especialmente arriesgadas o polémicas. Además, Alexander P. Nielsen, el responsable de análisis de audiencias de TV2, presentó el nuevo sistema de medición que las ocho principales cadenas han desarrollado con TNS Gallup para tener en cuenta las nuevas modalidades de visionado. Varias de las sesiones en inglés también se ocuparon de esta apuesta por los contenidos digitales y, en lo que fue una de las más interesantes del Festival, el co-fundador de la productora multimedia de contenido de humor JASH Mickey Meyer desgranó las diferentes posibilidades de explotación del contenido en línea.

Curiosamente, la parte de ficción danesa fue bastante limitada en el Festival, salvo por su discusión en los paneles de las estrategias de programación de las cadenas y la proyección de dos estrenos. Uno de los platos fuertes fue la proyección del primer capítulo de la segunda temporada del drama de DR sobre la corrupción empresarial Bedrag (emitido internacionalmente como Follow the Money). Creada por el núcleo de guionistas que trabajaron a las órdenes de Adam Price en Borgen (y con Jeppe Gjervig Gram al frente), la segunda temporada nos presenta a los protagonistas ya conocidos más de un año después de que se destapara el fraude de Evergreen. De nuevo sus caminos se van a unir por un nuevo caso de corrupción, esta vez relacionado con un banco con prácticas dudosas. Este primer capítulo sigue mostrando una enorme ambición en la combinación de tres tramas principales que vienen a representar las diferentes clases sociales danesas, aunque el tono sigue siendo frío y la recompensa dramática desigual. Natalie Madueño brilla especialmente por su trabajo como la abogada caída en desgracia Claudia Moreno, ahora en busca de la redención, mientras que los aficionados a las series danesas se alegrarán del reencuentro con uno de sus rostros más habituales, Søren Malling, que aquí interpreta a la víctima de fraude que inicia el caso policial.
«‘Der kommer en dag’ es la reunión del creador de ‘The Killing’, Søren Sveistrup, con dos de sus principales protagonistas, Lars Mikkelsen y Sofie Gråbøl»
La otra proyección fue la correspondiente al primer capítulo de la miniserie Der kommer en dag (cuyo título internacional es The Day Will Come). Se trata de un proyecto híbrido cine-televisión de Zentropa Entertainments (la poderosa productora de Lars von Trier y Peter Aalbæk Jensen). La versión para salas de cine se estrenó en abril de este año y el montaje para televisión en forma de tres capítulos (lo que viene a añadir una hora de metraje) se anuncia para la programación de 2017 de TV2. Es la reunión del creador de The Killing, Søren Sveistrup, con dos de sus principales protagonistas, Lars Mikkelsen y Sofie Gråbøl, que interpretan respectivamente al director y a una nueva profesora de un internado durante los años 60 en el que acaban dos hermanos tras la enfermedad de su madre. Desde luego, la dureza del primer capítulo en su representación de los abusos a los que son sometidos los niños protagonistas de la historia no la hace un contenido para todos los públicos.

Mette Sig, directora del Festival
En cuanto a los contenidos internacionales del Festival, en torno al 25% de las sesiones, su objetivo principal venía a ser acercar experiencias externas a los profesionales daneses, con especial relevancia a la ficción, los contenidos de tele-realidad y las experiencias digitales. El día antes del comienzo del Festival tres de los invitados internacionales relacionados con ficción impartieron cada uno una masterclass de algo más de dos horas en un evento cerrado (titulado “Copenhagen TV Series Masterclasses”) al que sólo se podía asistir por invitación, y que estaba también dirigido a profesionales de otros países escandinavos. La directora del Festival, Mette Sig, que tuvo la amabilidad de prestarme unos minutos para una entrevista, me comentó que la apuesta por el evento previo había sido un éxito, con casi un 30% de asistentes de otros países escandinavos, y que de momento era su apuesta predilecta para proyectar el festival a nivel internacional. En relación a los invitados, y en oposición a la estrategia del Festival de Edimburgo de llevar a ejecutivos de las grandes cadenas, su experiencia le indicaba que los asistentes al Festival de Copenhague pertenecen a la comunidad creativa y que lo que les interesaba eran precisamente experiencias de creadores que les pudieran servir de referente e inspiración. Sig insistió en que esa era la misión del festival que dirige, ser un estímulo para la creatividad y la innovación de la industria danesa, lo que parece bastante relacionado con el hecho de que se organice por la asociación de productores audiovisuales (Producentforeningen).

«La ‘showrunner’ de ‘The Affair’, Sarah Treem, analizó la importancia en la producción de detalles en el vestuario y el brillante trabajo de Maura Tierney»
Aunque la jornada previa fue un éxito de convocatoria, también provocó que la asistencia a los paneles de una hora en el Festival con estos invitados internacionales fuera más limitada de lo esperado. En la sesión dedicada a The Affair, su creadora y showrunner Sarah Treem (que viene del mundo del teatro, como un nutrido grupo de showrunners de la última hornada) analizó alguno de los puntos clave de las dos primeras temporadas de la serie, como la importancia en la producción de detalles sutiles en el vestuario y cómo el brillante trabajo de Maura Tierney permitió que la expansión de su papel en la segunda temporada (donde se añadió su punto de vista) fuera natural. Después de haber asistido a la masterclass que el co-creador de The Affair Hagai Levi impartió en Madrid el año pasado, la intervención de Treem, como si se tratara de un capítulo de la serie, ofreció una versión alternativa de los mismos acontecimientos. Por ejemplo, dejó claro que la relación del guionista israelí con la serie terminó tras la producción del piloto. Treem, que recordó que Showtime compró la serie ya en la primera reunión, se mostró bastante crítica con algunos de los errores de la primera tanda de capítulos. Para la tercera, anticipó un salto de varios años en el futuro, más puntos de vista y un interés primordial por explorar el mundo interior y las motivaciones ocultas de los protagonistas.
Si The Affair es una serie que se puede considerar intensa, otro tanto se puede decir de Bloodline, la combinación de drama familiar y thriller que Netflix ya ha renovado para una tercera temporada a pesar de haber pasado algo desapercibida (salvo por los reconocimientos al tremendo trabajo actoral de Kyle Chandler y Ben Mendelsohn). La sesión con su co-creador Daniel Zelman fue densa en el mejor sentido de la palabra, en parte por el carácter sosegado del guionista norteamericano y, en parte, porque el moderador Christian Rank, productor de The Legacy y ahora ejecutivo de desarrollo en TV2, realizó un profundo análisis de la serie (en general, el nivel de los moderadores del Festival, todos profesionales de la televisión danesa, fue altísimo). Daniel Zelman contó la génesis de Bloodline después del éxito de su trabajo anterior con los hermanos Kessler, Daños y perjuicios (FX). Sobre la idea de aproximarse al drama familiar desde la óptica de la oveja negra, Zelman planteó cómo la decisión de introducir los elementos de thriller de manera gradual fue favorecida por la emisión en Netflix en lugar de una cadena tradicional. Quizá uno de los aspectos más reveladores de la conversación fue el carácter tan personal del trabajo en la serie, hasta el punto de que la sala de guionistas no se forma hasta que Zelman y los Kessler han trazado la estructura de toda la temporada y sólo acuden a profesionales con los que tengan una relación estrecha.

«El productor de ‘Fargo’, Warren Littlefield, planteó que la reinvención constante de la serie entre temporadas se fundamenta en la elevada competencia de la televisión contemporánea»
El tercer invitado internacional que hizo tarea doble en el Festival fue Warren Littlefield, el legendario productor y ejecutivo que habló de Fargo en sustitución del anunciado Noah Hawley, que se encuentra en este momento inmerso en la serie, basada en el universo Marvel, Legion. La conversación con Littlefield fue moderada por Piv Bernth de DR, lo que permitió disfrutar de un mano a mano entre dos legendarios productores y ejecutivos. Tras muchos años en la NBC comandando su etapa más gloriosa (hasta tuvo su parodia en Seinfeld), Littlefield regresó a la producción y contó interesantes detalles del proceso de creación de Fargo, entre ellos cómo desarrolló originalmente el proyecto en sus años en la NBC y en la buena fortuna de que la CBS en su momento decidiera no encargar la serie tras el piloto protagonizado por Eddie Falco. Littlefield también comentó la decisión clave de presentar una visión alternativa del universo de los Coen en lugar de una reedición (lo que llevó un día a Hawley a preguntarle en tono humorístico si podía considerarse ya el “tercer Coen”). Littlefield planteó que la reinvención constante de la serie entre temporadas se fundamenta en la elevada competencia de la televisión contemporánea y que el salto temporal de la segunda entrega les permitió utilizar el conflicto entre bandas criminales para hablar de las transformaciones del capitalismo en Estados Unidos en los años setenta. Sus análisis sobre el carácter metafórico de la serie fueron ciertamente agudos. Littlefield también anticipó que en la nueva temporada Ewan McGregor interpreta a dos hermanos que deciden intercambiarse la herencia paterna (una colección de sellos y un coche) y que años más tarde sus fortunas son tan desiguales como para motivar un conflicto de consecuencias imprevisibles (su frase “In the world of Fargo, shit happens” fue sencillamente memorable).
Quizá porque no participó con una masterclass previa, la sesión con el productor de House of Cards Jay Carson fue de las más populares del Festival. Carson es un curtido fontanero del Partido Demócrata cuya amistad con Beau Willimon (el personaje que interpreta Ryan Gosling en Los idus de marzo está basado en él) llevó primero a la serie como asesor, y luego como guionista y productor (tras abandonar House of Cards con Willimon, ahora se encuentra trabajando en la nueva entrega de American Crime Story). Carson contó el tremendo esfuerzo de documentación en la serie para narrar cosas que podrían pasar aunque realmente parezcan improbables, poniendo como ejemplo una trama sobre el hackeo de los correos del presidente Underwood que fue considerada inverosímil. La conversación con Carson estuvo moderada por Rufus Gifford, embajador de Estados Unidos en Dinamarca. Gifford es un antiguo ejecutivo de Hollywood que desde su llegada a Dinamarca en 2013 se ha convertido en unos de los principales aliados del Festival para atraer a invitados internacionales. Además de patrocinar el Festival, Gifford abrió las puertas de su Embajada para un picnic y posterior proyección de un capítulo de The Affair. Las similitudes entre el mundo del espectáculo y el de la política fue un tema clave del panel, y tanto Carson como Gifford coincidieron en señalar que parte de la popularidad de Frank Underwood se basa en su extrema sinceridad dentro de un retrato de un mundo como la política basado en la hipocresía. En relación a las recientes declaraciones de Robin Wright sobre su esfuerzo por recibir un salario equivalente al de Kevin Spacey, Carson reveló cómo la dinámica dramática de la serie y la propia calidad de su trabajo posicionaron a su personaje en un lugar más central del que estaba previsto inicialmente, hasta el punto de pasar de ser una historia sobre el poder a una en la que las dinámicas de matrimonio y poder estaban intrínsecamente ligadas. Curiosamente, Jay Carson es marido de la otra invitada Sarah Treem, por lo que un consejo desde aquí para los organizadores de este tipo de eventos es contactar con una de las power couples de Hollywood para intentar conseguir un “dos por el precio de uno”.

«La co-creadora de ‘Making a Murderer’ aclaró que no fue su interés hacer una investigación sobre el asesinato sino una aproximación al procedimiento legal»
La Embajada de Estados Unidos, por motivos evidentes, no patrocinó la que fue la sesión más concurrida del Festival. La sala principal del Centro de Congresos Tivoli se llenó para escuchar a la co-creadora y co-directora de la serie documental de Netflix Making a Murderer Laura Ricciardi, que ofreció una crónica del largo proceso de producción de la serie. Making a Murderer es un proyecto que surgió durante sus estudios de cine en la Universidad de Columbia y que lograron sacar adelante a pesar de no contar con apenas recursos materiales. Sin dinero pero con tiempo en sus manos, Ricciardi y Demos se mudaron a la comunidad rural de Wisconsin para seguir el juicio de Steven Avery, lo que les permitió acumular cientos de horas de metraje para lo que luego iba a ser la serie de diez episodios. Las historias de Ricciardi sobre cámaras pegadas con cinta a la pared ante la falta de trípode y ocurrencias para solventar problemas de sonido darían para un fabuloso relato dirigido a aspirantes a cineastas sobre las bondades de hacer de la necesidad virtud. Sin embargo, quizás tuvo más calado su respuesta a las críticas a la serie por su percibida parcialidad hacia Avery. Ricciardi fue abogada antes que directora y ese bagaje se puso de manifiesto en su defensa de la serie sobre una indagación sobre lo que es ser un acusado en el sistema judicial de Estados Unidos, aclarando que no fue su interés hacer una investigación sobre el asesinato sino una aproximación al procedimiento legal. Este es un aspecto que muchos acercamientos a Making a Murderer pasan por alto, creyendo que se trata de probar la inocencia de Avery en lugar de una denuncia sobre las disfuncionalidades del sistema (para lo cual, su inocencia o culpabilidad es un factor irrelevante). También Ricciardi dio algo de información sobre la próxima entrega de la serie, confirmando que Netflix les ha dado flexibilidad para el número de capítulos y su duración, y que se dará protagonismo a los esfuerzos de la nueva abogada de Steven Avery por demostrar que su condena fue fruto de una conspiración. La última sesión internacional del Festival estuvo protagonizada por el dinámico y ciertamente persuasivo productor de contenidos de Realidad Virtual Dajo Brinkman, un buen ejemplo de que, sea lo que sea lo que ofrezca la televisión en el futuro, tendrá su lugar en el Festival de Copenhague.