De Tony Grisoni a Carlo Padial; Serielizados Fest
4o Festival Internacional de Series de Barcelona

De Tony Grisoni a Carlo Padial, última jornada del Serielizados Fest

'The Young Pope', mujeres creadoras, Jordi Évole, 'Paquita Salas', documentales, teatro y cerveza. Así fue la última jornada de la cuarta edición del Festival Internacional de Series de Barcelona.
tony grisoni Serielizados fest

El reloj de muñeca que no tengo tocaba las cuatro y en el hall de la CCCB todo estaba a punto para que arrancara la tercera y última jornada del Serielizados Fest 2017. Con lo comido aún en el estómago y el hipotálamo más espesado que la segunda de True Detective, el cuerpo pedía algún tipo de digestivo o suplemento vigorizante que me permitiera enderezar la tarde. Fortuna la mía, los organizadores del festival tuvieron el acierto de contraprogramar mi menú de hamburguesa completa, bravas y birra, y el subsiguiente deseo de echarse una siesta primaveral en algún parque de la ciudad. La cosa estuvo solventada tras un paseíto ravalero, pero sobre todo una vez asumida la presencia del primer invitado de la tarde, un guionista en mayúsculas cuya trayectoría se comprende entre dos puntos clave, un principio y un fin (no exactos, pero sí representativos de su carrera) cuyo peso en la historia de la narrativa audiovisual era capaz de eliminar de un soplazo cualquier atisbo de sopor post-comilona. Sí, era el momento de Tony Grisoni.

miedo y asco en las vegas Serielizados festQué mejor que contar con la presencia del guionista de Miedo y Asco en Las Vegas (1998, Terry Gilliam) y The Young Pope (2016, Paolo Sorrentino) para que uno mimetice el efecto de una litrona del Starbucks –o mejor, un combinado de mescalina y tripis nivel Raoul Duke y Dr.Gonzo subidos en su Cadillac– y se ponga a tono. El londinense era sin duda el plato fuerte del día, y probablemente –con la venia del resto de invitados–, el del festival. Su nombre fulguraba como cabeza de cartel y, como no podia ser de otra manera, el patio de butacas del hall de la CCCB tuvo una de sus mejores entradas. La presencia de Tony Grisoni fue al Serielizados Fest lo que Jimi Hendrix fue al Woodstock del 69, pero con quintos de Moritz como único –y saludable– ácido. Pero a Grisoni no le pierde el brillo: ante el atento y siempre predispuesto público del Serielizados Fest, el inglés se mostró natural y campechano desde el minuto uno. Que los guionistas sean seres de tocar los pies en el suelo, con cierta inmunidad a las ínfulas propias del showbussiness y un fuerte sentido del compañerismo, tiene su lógica si tenemos en cuenta lo poco considerado que suele estar su trabajo en casi toda producción audiovisual –al menos en nuestro país, dónde el guionista pinta más bien poco y la figura del showrunner es cosa, literalmente, de uno–, y Grisoni, aún teniendo motivos para sacarse la chorra curricular, mantuvo su forma humana en todo momento. Moderaba el periodista Toni García Ramón, que convirtió el formato de conversación en una conversación real, dándose el uno al otro el trato de confianza que sólo la honestidad, el respeto mutuo y una botella de vino tinto condenada a su vaciado puede dar. Así transcurrió un diálogo distendido entre dos hombres a los que les faltaba el batín y las zapatillas a cuadros, dónde el relato y la coña se alternaban invariablemente para gusto del respetable. Grisoni contó que su interés por la serialidad se despertó con la llamada época dorada de las series, con ‘Los Soprano’ como adalid. Según el guionista fue allí dónde descubrió que la narrativa televisiva, como el cine, también permitía contar una historia con capas. Habló del éxito de The Young Pope, de la que confesó que, cuando aceptó la propuesta, no sabía dónde se estaba metiendo. “Cuando me propusieron escribir The Young Pope las reglas eran incomprensibles para mí, pero hay algo muy seductor en el tratamiento del Vaticano, y cuando me enviaron unos textos de Sorrentino vi que él ya tenía una idea muy clara de cómo sería el prota”, relató Grisoni, y apostilló: “Hay cierto anhelo hacia la severidad; a los espectadores nos gusta la gente mala”. Y a veces hasta la votamos repetidamente, pensé. Ya en el tramo final del coloquio, preguntado por el consabido carácter recio de Terry Gilliam como director y si era “difícil” trabajar con él, Grisoni trajo la respuesta a tierra con un “lo difícil es trabajar de camarero”. Digno capeo y una muestra más de que Tony Grisoni, aparte de buen cuentacuentos, es un gran tipo.

tony grisoni toni garcia ramon Serielizados fest

«En Catalunya, de 2006 a 2016 se produjeron 19 series y sólo en 3 de ellas hubo mujeres en el equipo de desarrollo.»

El vino se terminó y a la tarde le salieron dos cabezas. Terminada la conversación el programa se bifurcó entre el hall del CCCB y el Auditorio del mismo. Por un lado, el fin del acto con Grisoni daba paso a la proyección del piloto de The Young Pope. A uno le daban ganas de dejarse envolver de nuevo por los cálidos efluvios sorrentinianos de la serie protagonizada por Jude Law, con el lujo añadido de visionar el capítulo en la gran pantalla. Sin embargo, en el graderío del Auditorio empezaba otro acto interesante, así que me zafé de la tentación hedonista y me dejé arrastrar por otra más vindicativa. Allí arrancaba un coloquio moderado por la periodista Núria Juanico y que contaba con la presencia de cuatro creadoras del mundo audiovisual. ¿El objetivo? Hablar sobre el papel de la mujer en el mundo de la creación narrativa, y más que eso, reivindicarlo. De primeras, Juanico lanzó un dato significativo en relación a la presencia de mujeres en el proceso creativo de series producidas en Catalunya: de 2006 a 2016 se produjeron 19 series y sólo en 3 de ellas hubo mujeres en el equipo de desarrollo.

¿Dónde están las mujeres creadoras? Para dar respuesta a esa cuestión estaban Mar Coll (Tres días con la familia), Laia Aguilar (Ventdelplà, Infidels…), Carmen Fernández (Servir y Proteger) y Mercè Sarrias (Plats Bruts, Porca Misèria…). Durante una hora salieron a la palestra temas como la invisibilidad de la mujer –que es una invisibilidad añadida a la del guionista– o la “inercia masculina” en todos los procesos que implica levantar una serie. Aunque también hubo reflexiones para el optimismo, como la creciente irrupción de showrunners femeninas (Shonda Rhimes, Jenji Kohan, Lena Dunham, Michelle King, etc…) o la presencia cada vez más numerosa de mujeres protagonistas complejas y narrativamente atractivas, que rehuyen del ‘florerismo’ y el rol de accesorio al servicio del hombre. Aunque todas coincidieron que hay mucho que cambiar.

Llegados al ecuador de esta soleada tarde de sábado el programa del Serielizados empezaba a enconarse peligrosamente y la cosa tomaba tintes épicos al verme lidiando con numerosas disyuntivas. En la fábrica Moritz empezaban a calentar motores para lo que se avecinaba: el pase de la obra de teatro ‘El Niño de la Tele’ (Marc González) y el Serielizados Late Show comandado por el inclasificable Carlo Padial. Pero eso sería más tarde. Antes, el Auditorio recibía la visita de Los Javis (Javier Ambrossi y Javier Calvo), culpables de uno de lo fenómenos seriéfilos del año en España como es Paquita Salas. Mecida en las redes de la mano de Flooxer, Paquita Salas propone una fina comedia en formato mockumentary que narra las vivencias de una representante de actores venida a menos, protagonizada por un actor hasta ahora desconocido como Brays Efe y que aquí se luce sobremanera.

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«El germen de ‘Muerte en León’ surgió de la incredulidad al comprobar el trato informativo que se hizo del caso»

Mientras el patio de butacas retemblaba al son de los jocosos esternones, en el piso de arriba tenía lugar un más que interesante encuentro conducido por Jordi Évole. El periodista no venía esta vez a repartir estopa –aunque soltó más de un latigazo marca de la casa que hizo vibrar al público–, sino a moderar un coloquio en el que participaban Justin Webster y Enric Bach, creadores de la serie documental Muerte en León (2016), y el escritor Carles Porta, considerado el precursor del género en España con Tor, la montaña maldita (30 minuts, 1997). Un tuya-mía entre las partes para hablar de, según muchos, una de las series del año. Y eso que no es de ficción. Muerte en León desgrana el asesinato de la que fue presidenta de la Diputación Provincial de León, Isabel Carrasco, en manos de una madre y una hija hastiadas, y lo hace desde la narrativa propia de la ficción, al estilo de Making a Murderer (Netflix, 2015), probablemente su referente más claro.

Como bien definió Porta durante el intercambio, Muerte en León “utiliza técnicas de ficción para contar no-ficción”. El propio Justin Webster –autodenominado “un inglés catalán”– confesó que el germen de la serie surge de la incredulidad que sintió al comprobar el trato informativo que se hizo del caso. Fue entonces cuando Enric Bach y él pasaron a la acción. “El documental narrativo te da la posibilidad de explicar un asunto desde un punto de vista diferente”, explica Webster, que junto a Bach estuvieron recabando información del caso durante un año y medio. El resultado es el relato de un crimen del todo rocambolesco que aún hoy esconde preguntas por responder y que, de paso, sumerge al espectador en las cloacas de un sistema político y judicial regional que uno es incapaz de no asociar a instancias mayores. Porta lo calificó de “relato de la España actual”. Évole estaba al quite. Y yo estaba al quite de Évole. Y mientras tanto en mi cabeza se afianzaba la idea de un meta-reportaje sobre todo este asunto en Salvados. ¿Me recibes, Jordi?

La proyección del piloto de Muerte en León confirmó el dislate allí anunciado, y los asistentes terminamos rascándonos la cabeza con media sonrisa y ganas de más. Pero no había tiempo para titubeos, el festival encauzaba sus últimos compases y aún había tela que cortar. Desde el hall de la CCCB me pareció oír el desorinarse colectivo de los que acudieron a la cita de ‘El Niño de la Tele’, en la Fábrica Moritz. Verdad, anhelo de una existencia desdoblada o simplemente sed, puse entre mis manos una Moritz fresquita antes de retomar este sábado que ya sabía a día completito. Pero antes de desfilar hacia el guateque final, otro brete. En el Auditorio echaban el documental David Wants to Fly (2010, David Sieveking), un documento que indaga en la relación que tuvo David Lynch con un centro de meditación hindú y el mundo trascendental. Al tiempo, en el hall se pre-estrenaba la segunda temporada de Nit i Dia (2016, Jordi Galcerán y Lluis Alcarazo), un thriller que ha puesto la ficción –la catalana y la española– en la órbita de lo que se supone es hacer buenas series. De hecho, la semana pasada se anunció que Nit i Dia se emitirá tanto en Reino Unido como en Estados Unidos, y eso no es sino un síntoma de que las cosas se están haciendo bien por aquí. Allí me quedé. La proyección del capítulo dio paso a un Q&A con los creadores, guionistas, productores y actores de la serie, que respondieron las demandas de los fans.

nit i dia Serielizados fest

La noche se abría paso a la salida del recinto. En términos de climatología, la primavera es muy hijadeputa. Cuatro horas han bastado para convertir un dia calentito en una pesadilla otoñal. Suerte que la Moritz cae cerca. Me pongo la chaqueta de ‘por si acaso’ y hacia allí me dirijo. Cinco minutos después estoy en la Fábrica Moritz. La verdad es que nunca había entrado y alucino bastante. En una acogedora estancia situada escaleras abajo se ha dispuesto todo para que empiece el Serielizados Late Show. Entre el personal, seriéfilos, currantes del festival y alguna cara conocida conforman un público con ganas de reír y beber, a partes iguales. Algunos presumen de fondo de armario luciendo camisas que, al rato, Carlo Padial define como “happy go lucky”. La ocasión lo merece (aunque los demás no).

Padial es el presentador del espectáculo, aunque los que ya le conocemos de otras ocasiones sabemos que su manera de ‘presentar’ no se ajusta precisamente a los preceptos académicos. Carlo Padial no es Jaime Cantizano (esa idea). El cómico sube y los presentes se arremolinan alrededor de la palestra central. La neurosis se derrama sobre el escenario de la Moritz y se esparce rápidamente de una forma aparentemente caótica. Ya no hay manera de frenarla y llega a los pies del público, en cuyas caras se instala una mueca divertida que se debate entre la incomprensión y la incomodidad. Es decir, lo esperado. Roger Coma (Les Coses Grans), Miguel Esteban y Raul Navarro (El Fin de la Comedia) suben y chapotean sobre ese charco viscoso de humor incómodo, salpicándolo todo. Grande.

El Late Show pone punto y final a la 4ª edición del Serielizados Fest, un festival que se hace mayor a velocidad de vértigo, que en pocos años ya ha traído la flor y nata del mundo seriéfilo, y que seguro celebrará su primer lustro por todo lo alto. De momento, ya ha conseguido algo a lo que todo festival de series debería aspirar: que los fieles esperemos una nueva edición con las mismas ganas que esperamos el capítulo de nuestra serie favorita. To be continued.

 

Foto de Tony Grisoni, de Xavier Torres-Bacchetta

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