Crítica (sin spoilers) de 'The Boys' T3 - Serielizados
Crítica: The Boys T3

‘The Boys’: Tierra quemada, radicalismo y sangre, mucha más sangre

La tercera temporada de 'The Boys', debuta en Prime Video con tres episodios que no se amilanan ante nada. Como debe ser.

Butcher y Homelander, cara a cara como si fueran Pacino y De Niro en Heat.

El mundo es de los superhéroes. Marvel Studios ha conseguido la dominación total dando la vuelta a una industria que ve en los personajes con poderes y trajes imposibles la única vía para seguir haciendo películas taquilleras –con permiso de Tom Cruise–. Ante este panorama en el mainstream que, como todo, tiene sus cosas buenas y malas, al underground no le queda más remedio que ponerse cachas, vestir capa y volar por los aires. Eso,The Boys o sabe perfectamente.

De la misma forma que Butcher (Karl Urban) en la T3 The Boys tendrá a su disposición la opción de tomar Compound-V durante 24h para luchar en igualdad de condiciones contra los supers, The Boys llega a su tercera temporada más fuerte y desatada que nunca. Dispuesta a luchar de tú a tú contra el resto de franquicias con capa.

Y aunque lo haga desde dentro de Amazon, una mega-corporación que no dista en tamaño de la ficticia Vought, el descaro de The Boys debe celebrarse mientras dure. Y que no se entienda mal, formar parte de una gran corporación no le debe restar credibilidad a la serie.

Pues, al fin y al cabo, esta es una contradicción inherente ya en la mayoría de productos audiovisuales con cierto discurso crítico. En todo caso, esta condición tan suya como bomba antisistema dentro del sistema le añade más mérito. Ya que en pleno s.XXI de grandes corporaciones, si las cosas no nos llegan desde dentro del sistema, difícilmente llegarán a existir.

Luchando, ahora sí de tú a tú, The Boys consigue crear un espectáculo como pocos. La serie tiene más claro que nunca que quiere morir matando.

Que The Boys sea uno de los productos estrella de Prime Video, es algo siempre estará ahí, colgando como una espada de Damocles. Recordando a la serie que si se pasa de mainstream y es consumida por las mieles del éxito, perderá todo su encanto –grotesco, salvaje y maravillosamente sátiro–. Y será otra decepción más del sistema. Pero no os preocupéis. A juzgar por los primeros tres episodios de la tercera temporada, esos días aún están lejos. Muy lejos.

Los chicos de Butcher, dispuestos a todo.

The Boys da un paso al frente en su última temporada. El espíritu de la misma se ha mimetizado con el del personaje de Karl Urban. Al igual que éste, se la trae todo al pairo. En su afán por acabar con los supers, la serie tampoco duda en utilizar sus propias armas. Incluso iguala un cameo sorprendente con la última mega-película de Marvel. Luchando, ahora sí de tú a tú, The Boys consigue crear un espectáculo como pocos. La serie tiene más claro que nunca que quiere morir matando. Algo que también desea, por cierto, el otro gran loco de la función: Homelander (Anthony Starr).

Ambos, Buther y Homelander, son dos caras de una misma moneda. Eso no os lo voy a descubrir yo. Sin embargo, tras su antagonismo fundamental, radica un deseo ulterior compartido: quemarlo todo. No dejar títere con cabeza y cargarse a la madre del cordero.

Anthony Starr sigue devorando cada minuto en el que aparece en ‘The Boys’.

A ese sistema que fogacita a sus protagonistas de una forma centrífuga e inacabable para seguir exprimiendo las ubres en busca de rica leche. La misma que degustaba con tanto mimo Homelander. Quien emerja victorioso de esta lucha terrible, de esta política de tierra quemada que se plantea en la tercera temporada, tendrá la llave para decidir cuál es el verdadero legado de The Boys.

Por ahora, disfrutemos con la temporada más grotesca, salvaje, sangrienta, cabrona y decididamente cínica de una serie que nos da la alegría de reírnos de un panorama del que todos somos cómplices y víctimas al mismo tiempo.

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