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Con el fenómeno de Pulseras Rojas (Polseres Vermelles) coleando, con mil y un remakes repartidos por el planeta (de Alemania o Francia a Italia o los países árabes, pasando por la mediática versión estadounidense producida por Spielberg), levantaba cierta expectación conocer en qué estaba trabajando Albert Espinosa (Barcelona, 1974) más allá de sus novelas superventas.
Con un proyecto bajo el brazo, y mil novias en forma de cadenas interesadas, el escritor acabó decidiéndose por Movistar+, «la que más amaba la serie y no pedía ningún sacrificio a cambio; hubo interés de otras, generalistas y plataformas, pero siempre había una tendencia al cambio de cromos, a que cediéramos en algunas cosas, pero yo quería el pack completo», recuerda. Y, ¿a qué no quería renunciar? «Tenia muy claro el formato que quería hacer y que para mí era ideal: siete capítulos, de 25 minutos cada uno, que casi podrían funcionar como una película, viéndolos del tirón sin ningún corte. Ese formato es impensable en una cadena en abierto, episodios tan cortos en prime time. Y por otro lado estaban los temas que se tocan en la serie. Todo junto lo complicaba…».
¿Qué temas tocas en ‘Los espabilados’?
El suicidio, las enfermedades mentales, la no comprensión entre padres e hijos, el exceso de comparación por culpa de las redes sociales, la falta de motivación en la vida o el acoso sexual… todo en el mundo de unos niños que se escapan de un psiquiátrico. Creo que será una serie muy impactante para el público, y que cambiará maneras de pensar, como ocurrió con el cáncer y Polseres Vermelles. Quiere ser un canto a la libertad y a la diferencia de los chavales. Y también sobrevolará la idea de que deberíamos dejar de coartar a los chavales, deberíamos dejarles hacer muchas más cosas, votar, presentarse, fijáos en el caso de Greta Thunberg… Cuanto más los coartas, la sociedad va a peor.
De hecho, creo que los mejores años de nuestra vida los pasamos encerrados en un colegio, y creo que el mundo ha cambiado, y los chavales de hoy probablemente necesiten otras cosas: les volvemos locos con la clase de educación que les damos. En todo caso, Los espabilados será una serie para todos los públicos en la que se refleja lo que viven los chavales cada día.
Niños y hospital… ¿es difícil salir del fenómeno ‘Polseres Vermelles’?
Es que va a ser muy diferente a Polseres, entre otras cosas porque Los espabilados no sucede en un hospital. De hecho, un 95 por ciento de la serie pasa en exteriores. Esta es una road movie, un viaje de 66 horas. Siempre digo que es un Antes del amanecer con niños, aunque estos no se mueven solamente en tren. De hecho, creo que no se dejan ningún medio de transporte por utilizar. Van en coche, en camión, en avión, en barco…
Volviendo a Polseres Vermelles, tienen en común el tono, que en realidad es el que tiene mi mundo: esa mezcla agridulce de comedia y drama, que también he manejado en Tu vida en 65 minutos o Planta 4ª.
Creo que ‘Los espabilados’ se inspira en tu época ingresado…
Sí, en mi época ingresado en el hospital, lo que más nos fascinaba a los chavales eran los que estaban en la planta quinta: los chicos con enfermedades mentales, y nos flipaba pensar en el lugar a donde iban cuando se escapaban. Cada día se escapaba alguno. En este sentido, siempre me ha sorprendido la idea de que todas las plazas para niños de los psiquiátricos de España están llenas. ¡Hay 30.000 plazas y están llenas!
«Mi propósito con ‘Los espabilados’ es vaciar los psiquiátricos… Espero que indigne mucho al público»
Me interesaba mucho hablar sobre ello: la responsable de la Unión Europea sobre salud mental opina que los psiquiátricos no deberían existir, que todos deberían desaparecer, y yo estoy muy de acuerdo. Esas enfermedades se podrían tratar de otras maneras, muchas veces se les ingresa porque es lo más fácil. Mi propósito con Los espabilados es vaciar los psiquiátricos. Espero que indigne mucho al público, que sea algo más que una serie.
Hablabas del tono, ¿hay algún referente en el que fijarse para entenderlo mejor?
Es una serie de aventuras, de niños que se escapan, muy al estilo de Cuenta conmigo o de El Club de los Poetas Muertos, aunque es verdad que esta hablaba del carpe diem, de aprovechar el momento, y los protas de Los espabilados son más de vivir intensamente, y no tanto de aprovechar el tiempo sino de hacerlo con intensidad. Y diría que también tendrá, incluso, un punto de Los olvidados, de Luis Buñuel.
El adulto protagonista es Miki Esparbé, que interpretará a otro personaje basado en la realidad.
Sí, es un lujo tener a Miki en un rol tan complicado, porque en la trama el foco lo tienen los niños y la gente mayor… y luego está Izan, el encargado de perseguir a los chavales. Está basado en un detective que conocí en el hospital, y que se había especializado en encontrar a chicos fugados de entre 12 y 16 años. Era un tipo increíble. Y en el reparto hemos sido muy afortunados: tenemos a Alex Brendemühl, a Andreu Benito, a Marc Rodríguez, a Bruno Sevilla o a Hannah Schygulla, la musa de Fassbinder, que fue la guinda del pastel. Como la serie es una road movie que transcurre en cuatro países, España, Francia, Italia y Alemania, que Hannah quisiera hacer el personaje alemán fue un pasote.
¡Y están los chicos!
Hacer el casting con Consol Tura era un seguro, ¡fue la que encontró a Penélope Cruz y a Javier Bardem! Vimos a más de 3.000 chavales y los que hemos elegido son únicos, tienen algo especial y mágico, no tienen pelos en la lengua, y creo que harán carrera… Lo más difícil era que comprendiesen la serie, y lo han hecho. Marco Sanz es casi como un Juan José Ballesta, con una fuerza y una energía enormes. Álvaro Requena tiene una magia brutal, Aitor Balades es pura bondad, Sara Manzano es la inteligencia y Héctor Pérez es el resultado de abrir el casting a las redes sociales: de ahí vinieron 300 aspirantes, y él nunca había hecho nada, casi le da un ataque al corazón cuando le dijimos que sería uno de los protagonistas… Cada uno aporta parte de lo que tratamos de explicar.
En 2008 dirigiste un largometraje, ‘No me pidas que te bese porque te besaré’. Y en 2014 un corto, ‘Pitahaya’. ¿Se te quitaron las ganas de volver a hacerlo?
«‘Los espabilados’ es también es un homenaje a lo mucho que aprendí trabajando con Antonio Mercero en ‘Planta 4ª'»
Yo tengo un problema con el tiempo y con los horarios: hago muchas cosas y necesito flexibilidad, y dirigir una película ocupa dos años y medio de tu vida. Dirigir No me pidas que te bese… fue una gran experiencia, me lo pasé muy bien. Luego hice el corto, pero no me quedé con esa sensación de querer volver a dirigir, ni tampoco quería estar de nuevo dos años y medio concentrado en una sola cosa. También pienso que está muy bien otra persona coja tu historia y la haga suya, en realidad la enriquece, le da un color diferente. En todo caso, yo participo de los castings, y voy siguiendo lo que se rueda, aunque no suelo estar presente en los rodajes, suelen ser muy aburridos…
Volviendo a la serie, ¿será autoconclusiva o la idea es que tenga continuidad?
Para mí era muy importante que tuviera un final, y lo tiene. No sé si va a tener continuidad, pero a mí me gustan las series de una sola temporada. Verano azul solamente tenía una temporada y fue y sigue siendo eterna. En realidad, la serie también es un homenaje a lo mucho que aprendí trabajando con Antonio Mercero: colaborar con él en Planta 4ª fue un máster. De hecho, tuvimos el proyecto de rodar una continuación, pero cuando Antonio enfermó y yo me debatí entre dirigirla sin él o no hacerla, decidí cancelarla. Sin Antonio, que era el alma del proyecto, hubiera sido una traición. Así que me quedé Planta 5ª para mí, sin él no tenía sentido hacerla. Y supongo que, aunque no tenga nada que ver, con Los espabilados sí he querido hacer, de alguna manera, mi propio Verano azul.