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Pocos títulos para una serie podían ser tan explícitos como éste. Una pandemia acaba con la humanidad y tan solo un hombre logra sobrevivir. Es el último hombre en la tierra. O al menos eso creímos cuando se introdujo la serie en los upfronts de FOX para la temporada 2014-2015, Y así lo seguimos pensando hasta el final del episodio piloto. La serie hecha por y para Will Forte (el asusta niños de Saturday Night Live), se nos presentó como un relato con tintes cómicos que trataba el aislamiento y la solitud propia de las narraciones de naufragios como Robinson Crusoe de Daniel Defoe (1719). Salvando las distancias, The Last Man on Earth se recreó en su primer capítulo en un argumento universal manido en muchas otras ficciones, pero logró hacerlo con una ironía muy acertada con la que el espectador podía empatizar fácilmente. ¿Qué haría yo si me quedase sola en la tierra? ¿Con qué famosas obras de arte decoraría mi casa? ¿Me preocuparía por mi higiene personal o probaría con baños de vodka?
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La temática de la serie hace una explícita referencia a films como el homónimo The Last Man on Earth (1964), dejando de lado la parte vampírica de esta historia; El último hombre… vivo (The Omega Man, 1971), Único superviviente (The Quiet Earth, 1985) o la más reciente Soy Leyenda (I am legend, 2007). Es también clara la influencia de la mini serie documental de History Channel Life after people (2009). Se trata de narraciones en las que el protagonista tiene que lidiar con su aislamiento y adaptarse a él. Entendemos los relatos de naufragios como narraciones que hablan de la soledad del ser humano y su misantropía forzada. No hablamos únicamente de catástrofes marinas o que involucren medios de transporte, como puedan ser Perdidos (Lost, 2004), Náufrago (Castaway, 2000) o la clásica Náufragos (Lifeboat, 1944) de Alfred Hitchcock, si no que nos extendemos a descripciones de asilamiento interior. Podemos pensar incluso en crónicas que se remontan mucho más lejos en el tiempo, como por ejemplo los pasajes de la Biblia que narran las tentaciones de Jesús desterrado en el desierto (Mc. 1. 12-13; Lc. 4. 1-13)

No obstante, a parte de las obvias deferencias en cuanto a género, las alusiones a estos productos anteriores se hacen más bien de un modo indirecto. La serie, especialmente en el piloto, tiene constantes guiños a dichas ficciones pero se aleja de la ciencia ficción y de las distopías para asentarse en un terreno cómico que a veces roza la banalidad. Además, este relato de soledad da un giro de casi ciento ochenta grados al final del primer capítulo.
Nos vamos olvidando de la soledad de éstos y nos sumergimos en lo que es la recreación de una nueva sociedad limitada
La irrupción de Carol en la vida de Phill cambia completamente la premisa que creíamos conocer. La historia que empieza a partir de este momento se acaba pareciendo más a relatos fundadores como La Eneida de Virgilio. No nos equivoquemos, la serie es una sitcom en toda regla, pero sus alusiones a argumentos universales clásicos hacen de ella una narración más compleja de lo que su aparente superficialidad muestra. A medida que, junto a la hilarante Carol, van apareciendo más personajes, nos vamos olvidando de la soledad de éstos y nos sumergimos en lo que es la recreación de una nueva sociedad limitada. De la soledad cósmica como experiencia individual del primer capítulo, pasamos a un argumento que alude la fundación de una nueva estirpe como aventura colectiva. Como bien explican Jordi Balló y Xavier Pérez en La semilla inmortal (1995), este tipo de relatos, dejando de lado la parte épica en la serie que nos atañe, explica las dificultades y valentía de quiénes forjaron los orígenes de una comunidad que en este caso se ubica en Tucson.

Por supuesto, la parte cómica está presente en todo momento y se lleva al máximo exponente con las constantes desdichas del protagonista. Al contrario de lo que cualquiera podría pensar, las desgracias de Phill son proporcionales al número de nuevos supervivientes. El personaje principal, aunque va mudando su perfil según le conviene, hace muestra de un alcoholismo y un hedonismo casi nihilista. Su némesis la encarna el personaje de la extravagante Carol. El contraste de ambos caracteres nos regala algunos de los mejores momentos de la serie y nos recuerda a ficciones de personajes contrarios como el gran referente clásico I Love Lucy (1951) o La extraña pareja (1968). No obstante, el humor sencillo y directo The Last Man on Earth puede resultar un poco extremo en algunos casos. La línea que separa el machismo con la ironía de Forte es muy delgada y, a pesar que la serie es consciente de su superficialidad y ligereza; está muy marcada por el humor masculino.
El pensador toma conciencia de sus propios límites, de la relatividad de su fuerza y de la inutilidad de su trabajo
Como ya hemos apuntado, a pesar de su tenuidad, es rica en cuanto a referentes literarios y audiovisuales. A medida que nos adentramos en la temporada, vamos viendo como el protagonista se aparta forzosamente del grupo. El personaje de Phill Miller se erige al principio como ‘el pensador’ al que Jordi Balló alude en Imágenes del silencio (2000), pero como imagen prototípica de éste, acaba sufriendo una sensación de vacío que le llevan a una exacerbada angustia vital. ‘Esta turbación se produce en el momento en que el pensador toma conciencia de sus propios límites, de la relatividad de su fuerza y de la inutilidad de su trabajo’, explica Balló. Y así le ocurre a Phill (Tandy ya en estos momentos de la serie), según va conociendo nuevos personajes que amenazan una atmósfera que él había vuelto muy suya.
Hace unas semanas concluyó su primera temporada con un cliffhanger extraterrestre. No podemos negar que nos dejó con ganas de saber qué rumbo tomará la segunda temporada. Podemos hacer una valoración positiva de esta primera tanda de episodios que, aunque se alejaron de la premisa que erróneamente nos habíamos formado de la serie, mantuvo un muy ritmo. Last Man on Earth es consciente de lo que es, pero sabe muy bien utilizar todos esos referentes que la forjan. La comedia ligera se vuelve un poco más inteligente cuando se utilizan alusiones a obras pasadas y se juega con el género del aislamiento.