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Muchos y caudalosos son los ríos de tinta que han corrido sobre Homeland. Yo misma escribí hace un tiempo sobre lo particular de la serie y el porqué de su novedad. Pero casi toda esa tinta se dedicó a su planteamiento geopolítico, a la relación con el mundo islámico, y sobre todo a Nicholas Brody. Brody, ese sargento del cuerpo de Marines que había desaparecido en combate en 2003, y que en el piloto era rescatado durante una incursión de manos de un operativo encubierto de Al Qaeda. El Brody que estuvo a punto de traicionar a su patria. El Brody WASP (White Anglo-Saxon Protestant) que se convertía en un enemigo doméstico, una vuelta de tuerca al temido Abu Nazir. Casi todos dejábamos en segundo plano a la coprotagonista, a Carrie Mathison. Carrie, la brillante analista de la CIA. Carrie, la mujer enamorada. Carrie, la bipolar. Porque el personaje de Brody era el innovador, y sus movimientos en realidad eran casi siempre el detonante de la acción a la que seguía Carrie. Pero Brody ya no está y la cuarta temporada empieza sin él.
«La novedad de Homeland se ha perdido, y Brody, uno de los bastiones de la trama, también»
La novedad de Homeland se ha perdido, y Brody, uno de los bastiones de la trama, también. Habrá que esperar pocos días para ver cómo se plantea este nuevo inicio, pero a priori lo que sabemos es que Carrie volverá a su faceta de agente de campo en Oriente Medio. Este personaje debería tener suficiente entidad por sí mismo para poder sostener el peso de la temporada (con la inestimable ayuda de Saul y de Peter Quinn). Carrie, la analista, es sin duda hija de Rubicon (AMC, 2010). Sin esta magnífica serie de una única temporada, su personaje no podría existir. Hasta la serie de AMC los agentes de campo se llevaban todo el protagonismo. Es a partir del personaje de Will Travers (interpretado por James Badge Dale) que se nos plantea en la ficción televisiva actual al analista post 11S, que se ve en la tesitura de sospechar de todo y de todos, de los enemigos de fuera y de los de dentro.
«Will Travers se vio afectado en primera persona por los atentados del World Trade Center, con la pérdida de su mujer e hija; y en el caso de Carrie, la pérdida no fue personal, pero sí colectiva»
El Rubicón es un río italiano que desemboca en el mar Adriático. En época de Julio César, el río marcaba la frontera entre las Galias y la república de Roma, por lo que cruzarlo era ilegal. Tras meditarlo, Julio César decidió cruzar el río con sus tropas, a sabiendas que esto podía ser el inicio de un conflicto bélico. Al hacerlo, desató la Segunda Guerra Civil de la República de Roma. Desde entonces se emplea la expresión “cruzar el Rubicón” cuando alguien decide lanzarse a hacer algo, aun sabiendo que le puede traer graves consecuencias. Will Travers se vio afectado en primera persona por los atentados del World Trade Center, con la pérdida de su mujer e hija; y en el caso de Carrie, la pérdida no fue personal, pero sí colectiva. El trauma está ahí, es colectivo, y es una losa que pesa sobre la analista por no haberlo visto venir: “-Everyone missed something that day. – Everyone is not me”. Tanto Will como Carrie se ven obligados a cruzar el Rubicón. Al igual que Nessa Stein.
«La «honourable woman» es una mezcla de Carrie y Brody, toda su historia se ve salpicada por la incertidumbre, por la duda, por los secretos que se extienden como un virus»
Nessa (interpretada por Maggie Gylenhaal) es el personaje principal de The Honourable Woman (BBC2, 2014), una prestigiosa empresaria heredera de la que había sido una compañía armamentística en la época de su padre, y que por el contrario intenta tender puentes y promover el proceso de paz en Oriente Medio. Sin embargo, se verá obligada a involucrarse en una compleja trama política de escala internacional. Si Will estaba afectado por el trauma de Las Torres y era el primer analista que planteaba la posibilidad de un enemigo interno tras el 11S en la serialidad televisiva; Carrie cuestionaba los procedimientos internos, el concepto de héroe nacional, además era bipolar (como dejó claro Anne Hathaway en aquel gag mítico de Saturday Night Live) y por lo tanto víctima de la duda (ajena y propia). Pero es que en el caso de Nessa la duda asalta a toda la narración. La «honourable woman» es una mezcla de Carrie y Brody, toda su historia se ve salpicada por la incertidumbre, por la duda, por los secretos que se extienden como un virus.
En Rubicon nos planteábamos por vez primera si había intereses domésticos detrás del enemigo demonizado; en Homeland se subía la apuesta y nos preguntábamos si el adalid de la heroicidad patria no era en realidad el enemigo; y en The Honorauble Woman las preguntas nos asaltan sin tener ninguna certeza de ningún tipo. Ya no hay blancos ni negros, sino una amalgama de grises que cambia de color según con el cristal que se mire, a la espera de ver qué le depara a Carrie este nuevo comienzo.