Crítica de 'Bosch: Legacy' (Prime Video, 2022): "Resiliencia"
Crítica: 'Bosch: Legacy'

‘Bosch: Legacy’: Resiliencia

De forma discreta, 'Bosch' tuvo un extraordinario recorrido de siete temporadas. Ahora con 'Bosch: Legacy', Harry reaparece en un spin-off que se reinventa a sí mismo con sus carismáticos personajes, sus tramas y su respeto por la madurez creativa
Bosch Legacy serie españa

Capacidad de adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos. Eso es resiliencia. Y Bosch Legacy es un buen ejemplo de ello. Cuando al acabar su séptima temporada creímos que Bosch llegaba a su final definitivo, surge esta secuela. Y el resultado, sin ser tan brillante como el de las primeras temporadas de la serie madre -la última tenía para mí un final atropellado e impropio de la serie-, es más que satisfactorio en base a:

1. Tramas potentes y claras, perfectamente estructuradas en base a sus diez capítulos de manera global (no cayendo en la rancia multitrama capitular). Gracias a la sabiduría de Eric Overmyer y la cadencia narrativa del inagotable novelista Michael Connelly, creador de la saga de Harry Bosch, entre otras. Un millonario que debió renunciar a la mujer que quería por su padre y que, en sus horas finales, quiere saber si tiene algún descendiente al que legar miles de millones de su empresa. Una joven policía (la hija de Bosch) que lucha entre la disciplina que se le exige a una novata y que empieza a presenciar prácticas policiales entre la desidia, la burocracia y la violencia desmedida. Cuentas pendientes del pasado con delincuentes de corbata, casi intocables, que acabarán saldándose porque siempre hay otros delincuentes más intocables… No porque la justicia pueda con ellos.

Mimi Rogers realiza una atrevida interpretación en la que, a sus 66 años, no esconde ni un solo trazo de su envejecimiento

2. Personajes carismáticos, con los veteranos Titus Welliver y Mimi Rogers a la cabeza. A su alrededor, secundarios no menos veteranos y de primer nivel. Él, antes policía y ahora detective privado, mantiene sus dosis de melancolía y amargura. Hay dos cosas por las que le merece levantarse cada mañana de la cama. Una, su hija (Madison Lintz, a veces genial y otras sobreactuada). Otra, su concepto del trabajo bien hecho. Sobre todo si es para reparar alguna injusticia. Es un detective emocional, que sabe, como escribió Pagnol, que la vida es una suma de pérdidas y tristezas y, de vez en cuando, alguna pequeña alegría. Pero que eso no hay que contárselo nunca a los niños. Como él no se lo cuenta a su hija. Pero sí en cada mirada, caricia y paseo a su inseparable y anciano chucho, de nombre Coltrane y doble perruno del protagonista.

Titus Welliver y su fiel compañero Coltrane

Honey Chandler, la veterana abogada antes castigo de Bosch, es ahora una mujer que (tras sobrevivir a un intento de asesinato) navega en la contradicción de su moral destroyer como abogada y la necesidad de recuperar el karma. Mimi Rogers realiza una atrevida interpretación en la que, a sus 66 años, no se maquilla una arruga, no esconde ni un solo trazo de su envejecimiento. La de joven atractiva actriz, reciba cada plano a porta gayola en un ejercicio de riesgo máximo, demostrando que el empoderamiento de una mujer no depende sólo de su edad ni de su belleza.

3. La capacidad de aplicar las claves esenciales de la novela negra a la sociedad actual. Corrupción, discriminación social, una justicia siempre en la línea fronteriza de la desigualdad, un análisis moral de la sociedad… Serie negra en pleno siglo XXI, pero heredera de las claves de la novela de detectives de siempre. Del héroe solitario, del Quijote que ve gigantes donde hay molinos… Bosch Legacy sigue esa línea marcada por Connelly. Y, sin renunciar a la pausa y la reflexión, sus capítulos van que vuelan.

Las limitaciones se notan en una realización más escueta, sin grandes exteriores, abusando de la edición por corte

Todos estos factores han logrado la supervivencia de una serie que (por el cliffhanger de final de temporada) hilará, por lo menos con una siguiente. Bienvenida sea y ojalá tenga más presupuesto: las limitaciones se notan en una realización más escueta, sin grandes exteriores, abusando de la edición por corte. Y, cabe suponer, en la ausencia de la casa emblema de la serie, justificada en problemas técnicos de habitabilidad tras un terremoto. Un icono esencial que se echa de menos, tanto como a la coralidad del departamento de policía de etapas anteriores, sobre todo porque hay nuevas soluciones que se quedan cortas y tópicas (el personaje del hacker que soluciona todo… Y que conste que Stephen Chang me parece un actor más que interesante).

He leído a puristas de la serie que se quedan con lo que ha empeorado. Yo no. Porque, aunque sea al 70% de lo que fueron sus inicios (de matrícula de honor, aunque el final de la séptima temporada me pareció acabada atropelladamente), todo Bosch es oro puro. Una serie clásica de mirada moderna que resiste en un entorno repleto (no cabe uno más) de superhéroes de Marvel, cansinos ecos de Star Wars, internados y paraísos ficticios e impostados…  Lejos de una mirada adolescente que estaría fenomenal si se entendiera adolescencia como un estado vital que se abandona a los 18 años. No que dura hasta los 40.

‘Bosch: Legacy’ ya está disponible en Prime video

La saga Bosch es, en este sentido, el ejemplo máximo de respeto a la madurez creativa. Eric Overmyer comanda la serie a sus 71 años, tras  participar en series como Homicidio, Ley y Orden, Boardwalk Empire, The Wire… El novelista Michael Connelly (67 años, cuyas historias son la base de The Lincoln Lawyer, de David E. Kelley) sigue siendo un infatigable creador de historias y personajes. Titus Welliver (Harry Bosch) ya pasa de los 60 y de la fantástica Mimi Rogers ya hemos hablado.  Y acabamos de ver la excelente La ciudad es nuestra, con George Pelekanos (65) y David Simon (un inquieto jovencito de 62 años) al mando. Sin duda, cuando se ha vivido tanto, se tienen más cosas que contar y que interpretar. Algo que no comprenden muchas producciones algorítmicas, donde la barrera de los 50 parece el inicio del proceso de invisibilización absoluta de todo aquel que la traspasa, sean actores, actrices -sobre todo-, directores, guionistas…

Su mirada sigue siendo tan necesaria como abrir las puertas al talento joven. ¿Cómo olvidar a los treintañeros -bueno, Abrams un poquito más mayor- que en su día crearon Fringe? ¿Cómo no valorar operas primas como Outer Range de Brian Watkins? ¿O la capacidad de mostrar en profundidad una generación de Sam Levinson (hijo de Barry, compañero habitual de Tom Fontana, otros yayos combativos) en su Euphoria? ¿O la impactante irrupción de Phoebe Waller Bridge con la genial Fleabag? ¿O el valor incuestionable de Lena Dunham y su serie Girls?

No se trata de tener una cosa a cambio de otra, sino de no cerrar puertas a nadie. Porque tan indispensable es tener nuevas miradas jóvenes como que Simon, Overmyer, Pelekanos o el ya casi sesentón Russell T. Davies sigan mostrándonos su visión (inapelable, maravillosa… y adulta) del mundo en el que vivimos. Que sigan resistiendo.

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