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Hace ya 20 años que se estrenó Harvey Birdman, Attorney at Law. Junto a otras series como Sealab 2021 o Aqua Teen Hunger Force, sirvió para dar el pistoletazo de salida a Adult Swim, el bloque de animación para adultos de Cartoon Network: en su momento una apuesta, y actualmente una de las marcas más conocidas del mundo gracias a éxitos como Rick y Morty o el infinito potencial viral de sus clips en YouTube, desde los sketches de Tim y Eric hasta piezas emblemáticas como «Too Many Cooks«.
Harvey Birdman compartía con Sealab 2021 la deconstrucción de personajes clásicos de Hannah Barbera para acercarlos a una sensibilidad adulta, y con Aqua Teen Hunger Force un cariño por el surrealismo que convirtió a ambas en una fuente de experimentación narrativa que hoy sigue siendo uno de los pilares de Adult Swim. Básicamente, en aquel momento la animación para adultos alejada del modelo Matt Groening apostaba, como buena heredera de la sensibilidad posmoderna de los noventa, por la deconstrucción y la entrega ciega al humor (dejando la emoción siempre a un lado y buscando encadenar el mayor número de gags posibles).
Hoy no queremos solo reírnos. También queremos llorar un poquito
Pero hoy muchas cosas han cambiado. Hoy también queremos, en la medida de lo posible, una construcción de personajes que nos permita ver algo de su interior entre chiste y chiste. Pensemos en Bojack Horseman, en la ya mencionada Rick y Morty, en Solar Opposites o Star Trek: Lower Decks, en Big Mouth. Hoy no queremos solo reírnos. También queremos llorar un poquito.
Por eso es interesante el estreno de Birdgirl, que convierte en protagonista a Judy Ken Sebben, uno de los personajes secundarios de Harvey Birdman, en un momento en el que nada es como era cuando se emitía su serie madre. El resultado es una propuesta frenética (si sirve de ejemplo, su maravillosa cabecera dura solo ocho segundos), que conserva gran parte del humor surrealista de la original aunque por el camino pierda su extraordinario elenco de secundarios, y que se esfuerza por dar algo de continuidad dramática a las acciones de sus protagonistas, aunque la mayor parte de las veces le cueste conseguirlo. Birdgirl es, en fin, una serie muy peculiar que consigue distanciarse de Harvey Birdman pero que todavía no ha llegado a un lugar en el que se sienta realmente cómoda consigo misma: un poco como su protagonista, la caótica superheroína que le da nombre y que hereda el imperio multimillonario de su padre.
Como en la original, Paget Brewster hace un estupendo trabajo poniendo voz a Judy, consiguiendo además dotar de capas a un personaje que allí era básicamente alivio cómico y aquí al menos se debate (con desigual fortuna dramática, todo hay que decirlo) entre las dos facetas de su personalidad: la ejecutiva y la superheroína. Colocar a Judy en el centro de la serie, rodeada además por un elenco mayoritariamente femenino, es también otro signo de los tiempos que actualiza a Birdgirl para que no sea solo un accesorio de su padre.
En torno a ellas, un montón de personajes excéntricos que funcionan bien en algunas ocasiones pero que muchas otras veces se notan escritos con pereza, y una lista de locos conflictos a solucionar, entre lo costumbrista y lo sci-fi, pero que no llegan a caer del todo de pie al quedarse en una especie de tierra de nadie: no tienen ni la sátira o la verdad emocional de Bojack Horseman, por ejemplo, ni tampoco transmiten la sensación de locura de Harvey Birdman.
Parece que las formas surrealistas de su predecesora estén todavía aprendiendo a convivir con la animación contemporánea
Esta indefinición lastra a una serie que quizá exige demasiado esfuerzo por nuestra parte, sobre todo en sus primeros compases, pero que lo recompensa con algunos capítulos posteriores mucho más divertidos. Una serie que, aunque palidece ante la extraordinaria escritura de alguna de sus contemporáneas, va encontrando el ingenio conforme empieza a entender mejor a sus personajes.
En ese sentido, hay una especie de conflicto entre lo autoconclusivo y la trama en continuidad en Birdgirl, pero ninguna de las dos partes llega a ganar del todo: es como si las formas surrealistas de su predecesora estuviesen todavía aprendiendo a convivir con la evolución dramática de la animación para adultos contemporánea. Es una demolición controlada que todavía no ha terminado.
En un panorama saturado de propuestas superheroicas, quizá Birdgirl no sea el rival más fuerte, pero lo que aún le falta de ingenio lo suple con un atractivo diseño de personajes (el trabajo sobre la expresividad, especialmente en el caso de Judy, es digno de mención), una velocidad frenética que evita el aburrimiento y sobre todo la intuición de que, cuando encuentre de verdad el balance entre personajes y locura (como muestra el indescriptible quinto capítulo), puede convertirse en una gran serie.