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El género musical en la televisión raramente cuenta con aplausos entre los telespectadores. Solo unos cuantos, los que sueñan con luces de neón y coreografías milimetradas, reciben con entusiasmo a las series que deciden jugársela y apostar por incluir bailes de fantasía y gorgoritos a tutiplén. Crazy Ex Girlfriend (The CW) ha sido la última en probarlo con la esperanza de no morir en el intento. Antes lo hicieron con mayor o menor suerte Glee, Smash (fulgurante auge y caída) o Galavant.
La supervivencia del musical en la televisión supone superar el estigma de la horterada y abrazarlo con toda la pasión, algo que hace sin complejos Rachel Bloom, creadora y protagonista de Crazy Ex Girlfriend. Famosa por los surrealistas vídeos musicales que colgaba en Youtube – épico “Fuck Me, Ray Radbury”- , ahora ha decidido acercar las maravillas del Made in Broadway al público más joven con una historia que juega con los límites de la cordura mental. La serie reúne todos los elementos básicos de este género: melodías ligeras y pegadizas, letras con dobles sentidos y números de ritmo frenético y gran complejidad. Los índices de audiencia de la serie nos hacen sospechar que, a pesar de los esfuerzos de Bloom, el musical solo es apto para algunos elegidos.
A pesar de no reventar audímetros, la estrecha relación del género con la cultura anglosajona hace que periódicamente nos encontremos con algún que otro momento musical o, en el mejor de los casos, “capítulos – experimento” en los que la música y los bailes son protagonistas.
Como muestra, cinco episodios que se arriesgaron a coquetear con el musical:
1. ‘Buffy cazavampiros’: la reina de los capítulos musicales
“Un demonio obliga a todos los habitantes de Sunnydale a cantar sus pensamientos y secretos más ocultos”
La serie de Joss Whedon suele ser ridiculizada por muchos como un producto juvenil sin profundidad. Sin embargo, sus experimentos narrativos le han hecho ganarse un espacio en la llamada Edad de Oro de la televisión. Su capítulo musical, “One more time with felling” no cuenta con las mejores voces -Sarah Michelle Gellar no destacaría por su potencial vocal- pero sus canciones originales, inspiradas en clásicos del género, convierten el episodio en una pequeña joya de culto que se llegó a estrenar en cines con sesión Sing – Along. El argumento incluye un demonio que obliga a todos los habitantes de Sunnydale a cantar sus pensamientos y secretos más ocultos. Que Whedon se lanzara al musical no es ninguna sorpresa, es un gran fan del género, como demuestra Dr. Horrible’s Sing-Along Blog, una miniserie que creó durante la huelga de guionistas y en la que participa Neil Patrick Harris, veterano de los escenarios de Broadway.
2. ‘Scrubs’
“Una pequeña sorpresa con números bien coreografiados y complejos”
El capítulo “My Musical” además de ser una maravilla es una pequeña sorpresa con números bien coreografiados y lo suficientemente complejos como para que el espectador amante de los musicales no pase vergüenza ajena al verlos. Las letras de las canciones son ingeniosas y divertidas, al mismo nivel que podría tener cualquier diálogo de la sitcom. Mención especial para el momento en que J.D. (Zack Braff) y Tucker (Donald Faison) cantan sobre la importancia de analizar las heces, no tiene desperdicio.
3. ‘Anatomía de Grey’: Shonda Rhimes nunca defrauda
“El capítulo es un gran despropósito con cirujanos cantado afectadamente mientras rajan y suturan”
Si os va el melodrama sin tapujos sabéis que podéis contar con Shonda. “The Song Beneath the Song”, su capítulo musical, reúne todos los elementos facilones y sensibleros a los que nos tiene acostumbrados. Personajes protagonistas entre la vida y la muerte, discursos sentidos y canciones de lagrimita. Como no podía ser de otra manera, los protagonistas acaban cantando “How to Save a Life” de The Fray y “Chasing Cars” de Snow Patrol, himnos no oficiales de la serie. Más allá de volver a explotar el dramatismo de estas dos canciones, el capítulo es un gran despropósito con cirujanos cantado afectadamente mientras rajan y suturan el cuerpo de Callie Torres (Sara Ramírez). El súmmum de la afectación es cuando el alma de la cirujana se pega un solo en plan drama queen con la canción “The Story”:
4. ‘Community’
“Presenta los clubes corales como una especie de infección que te convierte en un zombie cantarín, cursi y relamido”
Dan Harmon no le tiene ningún tipo de estima a Glee, la extravagancia musical de Ryan Murphy. Su odio llega hasta tal punto que dedicó un capítulo a, muy sutilmente, reírse de la serie y de todo lo que envuelve el mundo de los coros, como las competiciones periódicas, los directores ultramotivados y los mashups. “Regional Holiday Music” presenta los clubes corales como una especie de infección que te convierte en un zombie cantarín, cursi y relamido. Uno a uno, los miembros del grupo de estudio de Greendale van cayendo rendidos al influjo de la coral y se ven envueltos en una representación musical navideña.
5. ‘Doctor en Alaska’

El capítulo “Old Tree” es un ejemplo claro del estereotipo de que el musical es un género en el que, absurdamente, los protagonistas en lugar de hablar, cantan. En esta ocasión no vemos a Joel Fleischmann entonar sus pensamientos. Quien lo hace es Shelly Tambo, la camarera de The Brick, el café-restaurante por el que pasan todos los habitantes de Cicely, quien una mañana se levanta incapaz de articular palabra a no ser que lo haga cantando.