Volver a Broadchurch
Nuevos y viejos casos para Hardy

Volver a Broadchurch

La serie de Chris Chibnall pierde fuerza tras una primera temporada absorbente y la sombra irregular de su adaptación norteamericana
Olivia Colman y David Tennant en 'Broadchurch'

Han pasado casi dos años desde que estuvimos en Broadchurch por última vez. Por suerte (o desgracia), y después del gran éxito de la primera temporada, la ITV ha estrenado la continuación de la serie protagonizada por Olivia Colman y David Tennant. Una segunda temporada que, a su vez, llega pocos meses después de la emisión en la FOX del insípido remake llamado Gracepoint, en el que el propio creador Chris Chibnall calca los primeros episodios de Broadchurch para conducir el conjunto a un desenlace diferente y poco satisfactorio. También Francia está preparando actualmente su versión patria, que llevará por título Malaterra. No hay duda que en la serialidad y la repetición está el goce de buena parte de las narrativas contemporáneas. Pero, en este caso, ¿cuál es el precio de volver a Broadchurch?

La primera temporada empezó desgarradora, con la muerte del pequeño Danny Latimer, y acabó sorprendiendo a todos con la revelación del culpable del asesinato. A lo largo de sus ocho episodios, la serie consiguió trascender el clásico whodunit, utilizándolo como motor para ahondar en las consecuencias de la muerte, el duelo y la consternación en una aldea del condado de Dorset. Y es que absolutamente todos los personajes que su creador imaginó, tanto protagonistas como secundarios, eran potenciales asesinos y se apuntaba a ellos en algún momento de la temporada. Así, la trágica línea que separa víctimas de villanos se iba redibujando episodio a episodio. No importaba la superficialidad de algunos de los personajes o la inverosimilitud de sus decisiones; el gran valor de la serie era y continúa siendo su misteriosa atmosfera, con una estética fundada en el ralentí, la contemplación de paisajes y la conmovedora música de Ólafur Arnalds. También destacan los actores, en especial la fragilidad que transmite Olivia Colman (merecedora del BAFTA TV el 2014) y la autenticidad de Jodie Whittaker, interpretando a la madre de la familia Latimer.

David Tennant y Anna Gunn en 'Gracepoint'

Broadchurch superó las expectativas, tanto de audiencia como de crítica. Obligando a la cadena  a confirmar una segunda temporada que prometía centrarse en el juicio del culpable y en un antiguo caso que persigue al detective Hardy. Y luego llegó Gracepoint, una “limited series” con el mismo guionista, el mismo director, el mismo actor protagonista y el mismo planteamiento que la serie original. Incluso con una planificación y fotografía a imagen y semejanza de la factura británica. Inevitable no preguntarse si era necesaria la adaptación.

«Queda claro que Gracepoint no es una serie para los que ya han visto Broadchurch. Y es que se trata de una adaptación impersonal, que ha perdido el aura que singularizó la serie de la ITV»

Cambiemos Dorset por el norte de California, Olivia Colman por Skyler White (Anna Gunn), el apellido Latimer por el hispánico Solano, fish and chips por burritos, un cartero por un excursionista, repartir periódicos por contar ballenas… y más o menos resumimos los seis primeros episodios de Gracepoint. Un detalle importante: la muerte de Danny por estrangulación en Broadchurch se traduce aquí en un traumatismo craneal. Los últimos cuatro episodios, en cambio, ofrecen lo mejor de la serie (al menos para los conocedores de la parienta inglesa). La resolución, que llega en el décimo y último capítulo, es parecida a la del final original pero con una vuelta de tuerca más. Queda claro que Gracepoint no es una serie para los que ya han visto Broadchurch. Y es que se trata de una adaptación impersonal, que ha perdido el aura que singularizó la serie de la ITV. Algo similar a lo que pasó con The Killing o The Bridge, por ejemplo.

David Tennant y Olivia Colman en 'Broadchurch'

«Lo más destacable del nuevo planteamiento es el interés de la trama del pleito en revisitar algunas fisuras de la primera temporada e incorporarlas con cierto sentido crítico»

Las segundas partes nunca fueron buenas… ya no porque sean malas, sino por el desencanto que generan las expectativas truncadas. De poco han servido los fichajes de Charlotte Rampling (reciente ganadora del Oso de Plata en Berlín) o de James D’Arcy. Si os gustó la primera temporada de Broadchurch, no tiene por qué convenceros el dudoso drama judicial con el que ha derivado la tragedia de los Latimer. Tampoco tiene que absorberos el hiperbólico caso Sandbrook del detective Hardy. Lo más destacable del nuevo planteamiento es el interés de la trama del pleito en revisitar algunas fisuras de la primera temporada e incorporarlas con cierto sentido crítico; la mayoría de los personajes pasan a declarar, justifican sus acciones pasadas, recuerdan sus coartadas, etc. El problema es que la revisión de estas fisuras no sorprende, sino que genera otras fisuras nuevas y más profundas.

Decíamos que en el arte de la repetición está el goce. Sin embargo, en la serialidad del universo Broadchurch también están la deriva argumental y la pérdida de la atmosfera original. Pero no importa: a pesar de todo,ya sea por curiosidad, nostalgia o masoquismo, seguimos y seguiremos queriendo volver a Broadchurch.

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