The Green Man: Folk Horror, comedia sexual y costumbrismo
WEIRD TV (VII)

“The Green Man”: La mini-serie que combinó el “Folk Horror”, la comedia sexual y el costumbrismo británico

La adaptación de la novela del célebre Kinglsey Amis se emitió en 1990 en tres entregas por la BBC en el Reino Unido y dio la oportunidad de volver a lucirse al protagonista de “Tom Jones” (1963) en el papel de un singular regente de una posada de la campiña británica habitada por el fantasma de un macabro ocultista del siglo XVII.

Fotograma de la serie 'The Green Man'.

En lo profundo de la campiña inglesa, no muy lejos de Cambridge, se encuentra la posada El Hombre Verde (The Green Man), construida en el siglo XVII, ahora reconvertida en hotel y restaurante de lujo. El lugar es bastante popular entre los turistas de la zona, en gran parte debido a su dueño, Maurice Allington (Albert Finney), un hombre con una cara pública encantadora y dicharachera, siempre dispuesto a atender a los clientes de su local con una gran sonrisa, una buena recomendación acerca de vino o comida o algún cuento sobre los fantasmas que, presuntamente, corretean por el sitio. Porque The Green Man tiene fama de ser un lugar encantado según los mitos locales, pero a Allington le consta que no ha vuelto a haber apariciones ni nada por el estilo desde hace casi un siglo…

Hasta que un buen día es el pobre Maurice quién empieza a ver, primero, a una joven ataviada con una capa subiendo las escaleras del lugar, y poco después, tras sufrir una desgracia familiar, a la espectral figura de Thomas Underhill (Michael Culver), un misterioso alquimista y practicante de las artes oscuras que vivió tres siglos atrás. Maurice, que es un alcohólico crónico y un contumaz mujeriego, es probablemente la persona a la que menos señalaría cualquiera como un místico (y ya no digamos un santo), por lo que nadie de su entorno le cree. Ni su segunda esposa, Joyce (Linda Marlowe), ni su hija Amy (Natalie Morse), a la que por cierto su padre desatiende bastante, demasiado preocupado de satisfacer sus placeres.

Kingsley William Amis (1922-1995) está considerado como uno de los grandes novelistas británicos del siglo XX

Así que Maurice iniciará su propia investigación acerca de Underhill, pero como para él lo cortés no debe quitar lo valiente, seguirá con sus intentos de seducir a Diana (Sarah Berger), la esposa del doctor local a la que intentará, por todos los medios, que acceda a participar en un trio con él y su esposa (aunque ella no haya sido debidamente informada de todo el asunto). El mundo de Maurice Allington y el de Thomas Underhill chocarán uno contra otro, quizá porque son más parecidos de lo que podría parecer a primera vista… siempre y cuando no se trate todo únicamente de los delirios de un borracho.

The Green Man

Portada del DVD original de ‘The Green Man’.

Kingsley William Amis (1922-1995) está considerado como uno de los grandes novelistas británicos del siglo XX. Entre sus obras más populares destacaron Lucky Jim (1954, reeditada por Impedimenta en 2018), la cual le valió su “ingreso” dentro del movimiento Angry Young Men, That Uncertain Feeling (“Una extraña sensación”, Emecé en 1962) o The Old Devils (“Los viejos demonios”, Planeta en 1990).

Su obra fue llevada al cine y a la televisión en numerosas ocasiones, y puntualmente también ejerció de guionista (escribió una rareza para completistas de Sherlock Holmes, el telefilme Dr. Watson and the Darkwater Hall Mystery, de 1974, con Edward Fox convirtiendo en protagonista, por una vez en la vida, al inseparable compañero del Maestro de los Detectives) e incluso de autor de novelas-franquicia, habitualmente considerado el eslabón más bajo en la categoría de la novela popular, con perdón de las novelizaciones (al menos por la alta cultura, a mí no me miren, mis estanterías tienen un buen puñado de ellas), como cuando escribió uno de los libros sobre James Bond una vez falleció Ian Fleming (Colonel Sun en 1968, usando el pseudónimo de Robert Markham).

Amis unificó la revolución sexual, el renacido interés por lo arcano y el deseo de explorar los rincones más profundos de la mente con el uso de sustancias psicoactivas, todo ello en boga a finales de los 60

Fue un gran bebedor y un adúltero empedernido (dos categorías que comparte con Maurice Allington) y su hijo fue el también célebre escritor Martin Amis, recientemente fallecido (mayo de 2023) y hoy en día en boga por la adaptación al cine de su novela La zona de interés. Fue laureado con diversos premios, como el Somerset Maugham Award o el Booker Prize, aunque ninguno comparable a ser uno de los 73 autores mencionados en la mítica canción The Booklovers del grupo The Divine Comedy, incluida en su álbum Promenade de 1994. Para el que suscribe, eso es mejor que ganar un Nobel.

En 1969 intentó congregar el zeitgeist de su época en la novela The Green Men, donde también pudo explorar la vertiente fantástica de la literatura; Amis fue un gran amante de la ciencia ficción, aunque como escritor no es un género que tocara demasiado. Unificó la revolución sexual, el renacido interés por lo arcano y el deseo de explorar los rincones más profundos de la mente con el uso de sustancias psicoactivas, todo ello en boga a finales de los 60. Pero lo iba a hacer su manera, sin perder un ápice de su sentido del humor. La novela solo sería editada una vez en España, en 1970 por la editorial Aymá, con una traducción un tanto rocosa para nuestros tiempos. No sería mala idea, si algún editor nos lee, ir pensando en una reedición.

The Green Man

Albert Finney es Maurice Allington en ‘The Green Man’.

Veinte años después la BBC decidió adaptarla para la pequeña pantalla. La escritura del guion correría a cargo del prestigioso Malcolm Bradbury (1932-2000), que adaptaría el libro con esmero, casi punto por punto, alterando mínimamente algún detalle, pero eso sí, llevando al relato a principios de los años 90 (me atrevería a especular que por motivos presupuestarios), lo que lleva a que en algún momento suene algún tema de Kylie Minogue en la banda sonora (vía el walkman de Amy).

El director sería Elijah Moshinsky (1946-2021), que fuera más conocido como director de ópera pero que también trabajó para el teatro y para la televisión. Su trabajo es correcto, en cierto modo no se salta los estándares habituales en las producciones de la televisión británica del siglo XX: una realización clásica, un elaborado diseño de producción, una elegante fotografía de John McGlashan que se beneficia del bonito paisaje de las afueras de Cambridge y, especialmente, un excelente trabajo con sus intérpretes, especialmente y como es lógico, con su protagonista. Albert Finney (1936-2019) es el rey de la función, y ya solo por verle a él cualquier visionado de The Green Man está más que justificado.

El Maurice de Finney es un hombre complejo, mitad ángel mitad diablillo, vigoroso pero enturbiado por sus visiones del otro lado que siempre podrían ser parte de su delirium tremens etílico

Mientras que su personaje es el de un alcohólico estresado por su negocio, sus amantes y su hija, se mueve de una habitación a otra como si de una versión encantadora de Basil Fawlty se tratara. Cuando lo paranormal irrumpa en su vida la reflexión sobre el sentido de su vida y el más allá se impondrá a todo lo demás: pero el Maurice de Finney es un hombre complejo, mitad ángel mitad diablillo (tampoco diablo del todo), vigoroso pero enturbiado por sus visiones del otro lado que siempre podrían ser parte de su delirium tremens etílico.

Maurice Allington casi dialoga con otro ilustre santo bebedor: Geoffrey Firmin, el personaje al que dio vida Finney en la estupenda Bajo el volcán (Under the Volcano, 1984) de John Huston, que la valió una de sus cinco nominaciones al Oscar. El actor fue nominado al BAFTA por su interpretación en 1991, perdiendo contra Ian Richardson, que ganó por su papel en la House of Cards original.

Eso sí, para el espectador amante de las obras homogéneas y con un género claro pueden sentirse un poco perdidos o incluso decepcionados: mientras que en estos tiempos es más común referirse a obras como dramedia o pastiches por el estilo, es difícil de ubicar a The Green Man dentro de una categoría. Sus elementos dramáticos se refieren a la crisis existencial de un hombre de mediana edad y en ese aspecto recuerda más al trabajo de un Dennis Potter que a las series convencionales (no sería raro, por cierto, que los caminos de Potter y Finney se cruzaran cuando la carrera del primero llegaba a su final, en las mini-series Karaoke y Cold Lazarus).

Su comedia se debe más a la interpretación de Finney a la hora de afrontar el romance de Maurice con Diane que no a elementos del género propiamente dichos (no esperen carcajearse en ningún momento), o al diseño de alguno de los personajes (como el pintoresco párroco local, interpretado por Nickolas Grace, tan descreído que parece el hombre más ateo del pueblo).

Y el amante del terror se puede llevar una desilusión, después de una primera escena nada más empezar el primer episodio que no aparece en el libro y en el que se muestra el ataque de la criatura conocida El Hombre Verde (una especie de mezcla entre un tulpa y La Cosa del Pantano) a la esposa de Underhill tres siglos en el pasado y que es reminiscente de un momento muy recordado de Posesión Infernal (Evil Dead, Sam Raimi, 1981); a partir de ahí, salvo en los momentos finales de la serie, no vuelve a haber un momento de terror tan físico e impactante.

‘The Green Man’ es otra de esas perlitas de la televisión británica que han quedado un tanto engullidas por el paso del tiempo y que no han tenido mucha relevancia más allá de su país de origen

Los cánones del Folk Horror sí se perfilan de manera más clara: el hecho de que Underhill rindiera pleitesía a una deidad pagana para sus rituales mágicos chocan con el cristianismo cuando el propio Dios haga su aparición en escena en la forma de un relamido caballero ingles interpretado por Phillip Franks -en un momento digno de la serie de cómics Hellblazer– para encargar una misión a Maurice. Pero más allá de estos aspectos no tiene ninguna relación con, digamos, The Wicker Man o Midsommar.

The Green Man es otra de esas perlitas de la televisión británica que han quedado un tanto engullidas por el paso del tiempo y que no han tenido mucha relevancia más allá de su país de origen. La serie cuenta con una edición en DVD británica con subtítulos en inglés (si les sirve de ayuda), por lo que es recuperable, aunque en nuestro país permanece inédita. Ojalá no sea una situación que dure para siempre.

 

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