'Star Wars: Tripulación perdida': Recuperar el espíritu aventurero
Primeras impresiones de la serie

‘Star Wars: Tripulación perdida’: recuperar el espíritu aventurero

La nueva serie de 'Star Wars' se propone devolver la saga a un lugar que nunca debió haber abandonado: el del espíritu aventurero, el miedo, la diversión y el asombro a través de los ojos de sus jóvenes protagonistas. Esto es lo que nos han parecido sus primeros dos episodios.
Tripulación Perdida

Dos de sus protagonistas soñando despiertos entre los paisajes de 'Tripulación Perdida'.

No resulta nada fácil ser fan de Star Wars en la actualidad. Y no es precisamente por falta de contenido, al contrario. Tampoco, ni mucho menos, por vergüenza –pues aquello del orgullo friki está más que asentado–. Si no más bien porqué el constante flujo de estrenos en formato serie, ya sea de animación o imagen real, que ha habido en Disney+ desde los tiempos de la pandemia parece habernos entumecido a todos; Disney y Lucasfilm incluidos. Tripulación Perdida. 

Y es que los constantes volantazos de su presidenta Kathleen Kennedy, quien casi suma ya más proyectos anunciados y cancelados que completados, no hacen más que confundir a un fandom que ya no sabe qué esperar de cada nuevo producto de la saga. Cada nuevo estreno parece, directamente, una lotería.

Y eso sin mencionar decisiones (y productos) discutibles que generan debates tóxicos que, con mayor o menor razón, lo que demuestran es que existe más descontento que satisfacción gente entre unos fans que, pese a estar siempre muy dispuestos a enfadarse, deben (o deberían) ser el foco de atención de una compañía que no sería nada sin ellos, elles y ellas.

En busca de la magia perdida

Decía Liam Neeson en una entrevista que tantas películas y series de Star Wars han diluido por completo la magia de la saga. Y no le falta razón. Pero en pleno 2024 y en un mundo lleno de contenido, plataformas y entretenimiento de todo tipo controlado por grandes corporaciones resulta muy iluso aspirar a que una saga como ésta apueste por la parquedad narrativa, estrenando solo ciertos productos muy espaciados en el tiempo. Por cierto, el bueno de Liam Neeson lo sabe muy bien y por eso aceptó volver a ser Qui -Gon Jinn en Obi Wan Kenobi. 

Tripulación Perdida

Los protagonistas ante su primera aventura.

En los últimos años, desde la compra de Disney, esa misma sobreexplotación del producto Star Wars ha ido negligiendo a todo el mundo pero, en especial, al público que precisamente más tenía en mente George Lucas cuando desarrolló la saga: el infantil. Al fil y al cabo, por algo el bueno de George se guardó los derechos de los juguetes en su día, el muy pillo.

Y es que, más allá del boom Baby Joda, la era Disney ha estado marcada por productos nostálgicos pensados para fans creciditos, experimentos que confundían originalidad con agenda social y traición al canon –sí, hablo de The Acolyte– o ese pequeño milagro llamado Andor, que no es precisamente para menores de edad.

La infancia es la clave

Así las cosas, Jon Watts, director de las últimas tres películas de Spider-Man para Marvel Studios y Sony, se plantó en Lucasfilm/Disney con una propuesta: básicamente hacer Los Goonies en Star Wars. Es decir, devolver a la infancia al centro del relato, tanto como protagonista y como receptor. Así nace Tripulación Perdida y así llega a nuestras pantallas. 

El planeta At Attin parece una arcadia retrofuturista con inspiración en la Norteamérica suburbana escenario de muchos de los referentes de los que parte la serie.

Con tan solo dos episodios estrenados no podemos hacer un juicio general de la nueva serie pero una vez vistos, y ante la sensación de moneda al aire, de no saber qué esperar, que acompaña cada nuevo estreno reciente de Star Wars, quien os habla no podría estar más contento con el resultado.

Y a tenor  de ello, puede que por fin estemos delante un nuevo producto de Star Wars que se atreva a hacer cosas distintas manteniendo el espíritu y la fragancia esencial. Y que, por encima de todo, devuelva el sentido aventurero a la saga, explore el espacio exterior con asombro y deseo o viva los peligros del camino con miedo y excitación. Quizás volviendo a experimentar todo esto a través de las aventuras de cuatro críos variopintos, volvamos a tener un Star Wars despreocupado, divertido, ingenioso, tierno y entretenido.

El club de los cinco

El primer capítulo de Tripulación Perdida nos sitúa en un planeta llamado At Attin. De nueva creación en el canon de Star Wars, por lo que vemos, el planeta parece una arcadia retrofuturista con inspiración –quizás demasiada– en la Norteamérica suburbana escenario de muchos de los referentes de los que parte la serie. Dígase la mencionada Los Goonies, ET, Exploradores o incluso la película anterior a Star Wars de Lucas, American Graffitti. 

KB (Kyriana Kratter) y Fern (Ryan Kiera Armstrong), a toda pastilla.

Allí habitan los protagonistas, por un lado el soñador Wim (Ravi Cabot-Conyers) y su mejor amigo Neel (Robert Timothy Smith), un humanoide con aspecto de elefante azul que es encantador y por otro lado, la rebelde Fern (Ryan Kiera Armstrong) y su amiga KB (Kyriana Kratter), una crack en tecnología.

Juntados por culpa del castigo escolar y sus ganas de romper molder, todos ellos representan patrones similares a los de Los Goonies (o la derivada Stranger Things) que funcionan gracias a sus buenas interpretaciones y su química. En definitiva, son personajes a los que queremos seguir en su accidentada primera aventura.

El misterio de At Attin

Su idílica vida en At Attin no les impide soñar con aventuras mayores, más allá de unas estrellas que desconocen pues su curioso planeta, se nos cuenta, no permite la entrada y salida de naves. Y es que, Tripulación Perdida, parece guardarse el misterio de este planeta como un as en la manga que puede ser una de las claves de la serie.

Este planeta tiene unas estrictas normas sociales y un concepto muy burocrático del trabajo que crean en Wim una sensación de rutina y destino marcado que necesita romper. Además, estas sustentan parte del interesante misterio del planeta. Pese a que la serie transcurre en la cronología de The Mandalorianes decir, en la época posterior a El Retorno del Jedi, cuando se ha creado la Nueva República que sucede al derrotado Imperio, las autoridades del planeta (como el personaje de la actriz Kerry Condon, madre de Fern) mencionan solo «la república» y el concepto del «gran trabajo».

La serie no solo zambulle en referencias «spielbergianas» de los ochenta y noventa, sino que va a full con las historias clásicas de piratas.

Ello y el aspecto idílico del planeta, sumada a la obsesión de Wim por los Jedi en una época en la que, por lo que hemos visto en The Mandalorian, en las películas originales o en El desperetar de la fuerza, éstos parecen ser meras leyendas del pasado que apenas conocen sus protagonistas, hacen pensar que quizás At Attin sea una especie de refugio que, al estilo de los de Fallout, se ha quedado anclado en el pasado, en este caso el de la antigua Alta República. La pregunta es por qué y por decisión de quién. Esperemos que la serie resuelva el misterio porque puede ser una adición al canon más que interesante.

Piratas del espacio Tripulación Perdida

Esta idea de misterio planetario se torna en leyenda del tesoro tan buen punto los cuatro críos protagonistas se adentran en una escotilla perdida en un bosque que resulta ser la entrada a una nave abandonada. Cuando ésta se inicia por accidente, los cuatro –pronto serán «los cinco» como los protagonistas de las novelas de Enid Blyton– son lanzados al hiperespacio, acompañados de un robot superviviente del aparente naufragio: SM-33.

Un robot chamuscado, cuya voz ronca y acento de pirata de los mares del sur es la del gran Nick Frost. Que el nombre del robot en inglés nos recuerde al de Smee, el fiel asistente del Capitán Garfio, nos adelanta en lo que está por venir: una aventura de piratas como las de toda la vida, solo que ahora en el espacio de Star Wars.

Tripulación Perdida

Fara (Kerry Condon) en una clase en At Attin.

Los cinco terminan en un puerto espacial pirata plagado de naves de todo tipo y criaturas de todas las formas y colores, recuperando algo muy característico de los originales de George Lucas como era la invención muy plástica de alienígenas amenazantes, como en aquella primera escena en la cantina que también nos recuerda a aquella escena en Hook –por cierto, película con cameo de George Lucas y Carrie Fisher–en la que Peter Banning/Pan despierta en Nunca Jamás rodeado de amenazantes piratas. Cuando mencionan el nombre del planeta o pagan con su moneda descubren que los viles piratas se refieren a su casa como «el planeta perdido del tesoro eterno».

‘Tripulación Perdida’: un equipo de directores para no naufragar

A partir de aquí, la serie no solo zambulle en referencias «spielbergianas» de los ochenta y noventa, sino que va a full con las historias clásicas de piratas, desde Stevenson a Barry, pasando por los seriales de los años treinta.

Y aquí se agradece la mirada de un director como David Lowery, que forma parte del IMPRESIONANTE equipo de directores de la serie junto al mencionado Jon Watts, los Daniels (Oscar por Todo a la vez en todas partes), Lee Isaac Chung (Minari, Twisters), Jake Schreier (Un amigo para Frank, Bronca) y Bryce Dallas Howard (The Mandalorian).

Jude Law aporta el carisma y aplomo necesarios para ser el ancla adulta deTripulación Perdida’

Lowery, de los más interesantes de su generación, ha sido capaz de crear potentes cintas adultas que revivían el cine de los setenta como En un lugar sin ley o The Old Man and the Gunperlas existenciales como A Ghost Story y también recuperar la mirada clásica infantil rehuyendo del copia/pega reciente de las adaptaciones/calcos en imagen real de clásicos Disney animados con cintas como Peter y el Dragón y Peter y Wendy en la que, oh casualidad, el Capitán Garfio estaba interpretado por nuestro próximo (y final) punto de análisis: Jude Law.

Héroes y villanos, ¿villanos o héroes?

Se le resistía la franquicia galáctica al actor inglés, quien ya ha pasado por universos como los de Marvel, Harry Potter y el Sherlock Holmes de Guy Ritchie. Aquí se guarda el papel adulto del grupo –¿ahora ya «los seis»?– que aparece para rescatar a los críos con un gesto que solo los seres sensibles a la Fuerza pueden hacer: levitar unas llaves que los sacará a todos ellos del calabozo en el que se encuentran.

Tripulación Perdida

Una imagen de Jude Law en ‘Tripulación Perdida’.

¿Es un truco? ¿Un engaño de pirata para engatusar a los inocentes y desesperados protagonistas? ¿Es realmente un Jedi como le gustaría creer a Wim? ¿O un pirata sin tripulación que ve a los niños con el símbolo del dólar en los ojos? Quizás la respuesta final sea un poco de todo esto o nada en absoluto; veremos.

Lo que está claro es que Jude Law aporta el carisma y aplomo necesarios para ser el ancla adulta –o gancho comercial también– de Tripulación Perdida, que, por ahora punta grandes maneras gracias a que sabe moverse con soltura en unos mundos, los de la piratería espacial, siempre presente en Star Wars pero nunca explotada del todo a nivel audiovisual y en especial, recuperando una muy necesitada mirada infantil que devuelva aquellas sensaciones primarias y esenciales como son el espíritu aventurero, la capacidad de asombrarse o de sentir peligro y miedo tan atrofiadas en unas mentes y cuerpos, los nuestros, entumecidos de tanto contenido Star Wars que, como diría uno de esos odiosos coach de superación, estaba abusando demasiado de su «zona de confort».

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