Series Mania: la Meca de las series (desde dentro)
Crónica del festival

Series Mania: la Meca de las series (desde dentro)

Series Mania, el mayor festival de series del mundo, tuvo lugar del 17 al 24 de marzo. He aquí una crónica de todo lo que dio de sí el certamen.

Rara vez tiene uno la oportunidad de infiltrarse como jurado en el que, hoy por hoy, es el festival de series más importante del mundo. Quizá a ustedes el nombre de Series Mania, el certamen que cada marzo se celebra en la ciudad francesa de Lille, les suene más a nombre de revista que a imprescindible cita seriéfila. Échenle la culpa a la prensa. Sí, a la nuestra.

Les voy a dar un dato. Bueno, unos cuantos. 85.500 participantes, 57 títulos presentados procedentes de 24 países y un apartado de industria que acogió a 3.800 participantes. Para que se hagan una idea y puedan calibrar con una precisión mínima las dimensiones del asunto: al MAFIZ, el área de industria del Festival de Málaga, acudieron 1900 profesionales del sector, casi 2000 menos que a Lille (el festival bloquea para uso propio el Grand Palais, un salón de exposiciones y eventos de 20.000 metros cuadrados).

Pues bien, pese a la más que notable presencia española (hubo series en cuatro de sus cinco secciones a competición), pese a lo mareante de unas cifras que incluyen a 450 periodistas de 25 países, y pese a la relevancia de los estrenos (preestreno de Succession, incluido), los medios nacionales acreditados podían contarse con los dedos de una mano y la repercusión del festival en nuestros rotativos digitales, blogs especializados o prensa tradicional ha sido similar al impacto causado por la semana de cortometrajes de Alpedrete. De hecho, las únicas menciones se produjeron cuando se anunció el premio a la mejor serie de formato corto para Autodefensa, la producción de Filmin que se impuso en una reñida competición a tenor del discurso pronunciado por el presidente del jurado Chris Chibnall (Doctor Who, Broadchurch) en la gala de clausura.

Llegada del público a las proyecciones del Lille Grand Palais

De todas maneras, de nada sirvió que las grandes y abarrotadas salas de los cines UGC aplaudieran el estreno internacional de La ruta, a concurso en el apartado Panorama Internacional, una cuidada selección de 12 de los mejores estrenos de 2022 en la que también compitió Apagón y en la que se pudieron ver dos sobresalientes títulos israelíes: A Body That Works, historia a propósito de la gestación subrogada creada por Ron Leshem (Euphoria, Valley of Tears) y Hagai Levi (The Affair, En terapia); e Inermost (Yaron Shani, 2023), vibrante relato de historias cruzadas en el que la violencia emerge desde las profundidades de la moderna Tel Aviv.

Ni siquiera el sello Almodóvar que empapa la estética de Mentiras pasajeras (Nerea Castro & Blanca Andrés, 2023), una producción de El deseo orquestada por Ester García, con Félix Sabroso y Marta Font tras la dirección y adalid patrio la Competición Internacional (una suerte de Sección Oficial) suscitó el interés de radios, diarios, blogueros o podcasters (salvo casos muy puntuales).

El premio a mejor serie, más allá de las proclamas, fue más que justo

Dejemos a un lado las quejas gremiales y centrémonos en las que de verdad importan. SeriesMania empezó con Nicole Ansari clamando por la libertad de las mujeres iraníes – efectivamente, nos referimos a la esposa de Brian Cox, que acudió a preestrenar la cuarta y última temporada de Succession y a demostrar por qué se ha convertido en una estrella a los 76 – y, en un reflejo inesperado, terminó otorgándole el máximo galardón a The Actor (Nima Javidi, 2023), la primera serie producida en Irán que competía en un certamen que se celebra desde 2010.

Esta historia sobre dos actores en paro que se ganan la vida participando en farsas, y que hace un arte del giro de guion, le permitió a su director Nima Javidi recoger el testimonio de Nicole Ansari y, en un discurso breve y rotundo como un gancho al mentón, clamó justicia e igualdad para las mujeres de su país. No es un gesto baladí. Pronunciar esas palabras equivale a tirar el visado por el retrete; es como alistarse voluntariamente en el batallón de los exiliados. Y la descripción del Irán actual que hace The Actor está en consonancia con su impetuoso alegato. El premio, más allá de las proclamas, fue más que justo.

Pero las reivindicaciones no cogían únicamente vuelos internacionales – la presidenta del festival, Laurence Herszberg, no se olvidó de Ucrania -, también viajaron por el interior de Francia. La torticera ampliación de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años por parte del gobierno de Macron puso a buena parte del país en pie de guerra. Y cuando la gente del otro lado de los Pirineos se pone a protestar pasa de gritar consignas a quemar contenedores en menos que canta un gal(l)o. Mientras que en España montar una huelga general cuesta más que llevar a buen puerto una causa por corrupción, nuestros vecinos toman las calles en un santiamén para que sus representantes en el parlamento no ejecuten sin previa consulta acciones que, a buen seguro, la mayoría no desea.

Fotograma de la serie The Actor

Así que quien esto firma no puede estar en desacuerdo con aquellos que, dado que no pudieron votar que trabajar dos años más de su vida les parecía una desfachatez, botaron fuego a contenedores y neumáticos (calentando los aledaños de la calle del hotel en el que nos alojábamos… y media ciudad), se manifestaron en masa y en ningún caso molestaron a los transeúntes que andaban a sus asuntos, ensimismados con el móvil o fotografiando iglesias (sus rifirrafes con la gendarmerie ya son otro cantar). Y hubo trenes cancelados, retrasos en los vuelos y calles decoradas de azul antidisturbios, pero SeriesMania siguió desarrollándose con una normalidad casi impasible, salvo la noche en la que un grupo de manifestantes invadió la alfombra roja (en este caso morada) por la que una encantadísima Marcia Cross (Mujeres desesperadas) se paseaba de camino a su master class. C’est la vie.

Competición francesa

A todo esto, mi aterrizaje en Lille obedecía a un motivo muy concreto: ejercer como jurado de la Competición Francesa.

Con buen criterio, y para evitar que haya una excesiva fraternidad con la producción local, y así eliminar de la ecuación posibles filias y fobias, SeriesMania selecciona a cinco miembros de la prensa internacional para que decidan qué es lo mejor que Francia nos puede ofrecer. Y allí estábamos Hanna Huge (creadora y máxima responsable de Serienjunkies), Ashanti Omkar (crítica británica que trabaja para la BBC, Sky TV y Channel 4), Arianna Finos (periodista especializada en cine y televisión de La Repubblica), Adrian Hennigan (crítico de televisión del Haaretz) y servidor para tratar de dilucidar cuál era la mejor serie gala de las seis en liza, además de entregar dos premios de interpretación y uno a la mejor composición (en todos los apartados competitivos se mantienen los tres premios principales -producción, actor, actriz- y varía el último, en los otros apartados se reconoce el mejor guion y la mejor dirección).

Solo Jeff Lebowski, un marajá con reuma o alguien que no hay ejercido nunca de jurado en un festival pueden calificar nuestra labor como exigente. Sin embargo, y a tenor de lo vivido, no se antoja una mala decisión ver una serie diaria (conste que no hablamos de temporadas completas, sino de sesiones de unas dos horas que incluyen entre 2 y 4 episodios en función de su duración). Pese a las dudas que genera el formato de exhibición – lo lógico sería ver toda la temporada, que luego vienen los descalabros –, impuesto más por los protocolos contra la revelación de secretos argumentales diseñados por las plataformas que por la voluntad del festival, la frecuencia de los visionados nos dejó tiempo para discutir largo y tendido después de cada sesión, además de permitirnos ver títulos de otros apartados.

El premio gordo fue para ‘Sous contrôle’, una sátira política que conduce a la directora de una ONG al ministerio de asuntos exteriores

Esos debates, que casi siempre se produjeron alrededor de una buena mesa (anoten el Club Marot y Le Cerisier), favorecieron el alcance de la unanimidad a la hora de tomar las decisiones definitivas. La deliberación final fue tan breve que la hubiésemos podido colgar en TikTok. Esa fluidez fue posible, también, y diría que, muy probablemente, sobre todo, gracias a un modelo organizativo que más que francés parece suizo. Nada se deja al azar, pero los jurados no son víctimas del férreo control de una institutriz formada en West Point.

Hay un orden destensado que te impide fallar a cualquiera de tus citas pero que admite la flexibilidad horaria y que deja un mullido colchón de horas para reposar las ideas, incluso para acordarse del trabajo pendiente que agujerea la burbuja del festival mediante correos y mensajes punzantes; trabajo que da tiempo a atender. Por cierto, si pensamos en fingir una pelea entre jurados para retrasar la deliberación y prolongar nuestra estancia en Lille fue por culpa de Violette Boucheton, una asistente que podría coordinar el aeropuerto Charles de Gaulle en sus ratos libres.

El fallo, como digo, fue bastante sencillo. El premio gordo fue para Sous contrôle (Charly Delwart & Erwan Le Duc, 2023), una sátira política que conduce a la directora de una ONG al ministerio de asuntos exteriores francés. Interpretada con industriosa brillantez por Léa Drucker, la improvisada ministra se encuentra de buenas a primeras con una crisis de rehenes en el Sahel (la primera secuencia es un monumento a la comedia). Uno podría pensar en The Thick of It o Parliament,  y, sobre todo y en virtud del protagonismo femenino, en Veep, pero si algo diferencia a esta producción de Arte es que la ministra Marie Tessier no es una incompetente, sino alguien que quiere hacerlo lo mejor posible en un contexto adverso y que, paulatinamente, es engullida por una espiral de desastres activada por las propias carencias del sistema.

Fotograma de Sous contrôle

Cierto es que Léa Drucker podría haberse llevado el premio a la mejor actriz, pero en aras de diversificar (y teniendo en cuenta que había, como mínimo, media docena de grandes interpretaciones femeninas) nos decantamos por la sexagenaria Clémentine Célarie, sin duda consignataria de la actuación más impactante de Les randonneuses (habrá quien diga, no sin razón, que no se trata de un rol principal, lógico dentro de una propuesta coral protagonizada por seis mujeres, pero las bases no exigían que así fuese).

Todas las elecciones fueron relativamente sencillas excepto el premio al mejor actor

Teleficción destinada al gran público liderada por un grupo de compañeras de quimioterapia que se marcha de excursión para depositar en el Dôme de la Lauze las cenizas de una amiga fallecida, esta producción para TF1 eleva el tono cuando aflora el carisma de Célarié, ahogada por problemas de dinero, con el ánimo en ruinas y, aun así, exuberante. Solo un apunte: si Léa Drucker, Julia de Nunez (que compone una magnífica Bardot en el homónimo biopic seriado), Alma Jodorowsky (Split) o Alix Poisson, compañera de reparto galardonada, se hubiesen alzado con el premio, creo que nadie se hubiese llevado las manos a la cabeza.

Todas las elecciones fueron relativamente sencillas – Split (Iris Brey, 2023), la pieza mejor facturada, se llevó el galardón a la mejor música para Rebeca Warrior y Maud Geffray – excepto el premio al mejor actor. En primer lugar, porque apenas había roles masculinos protagónicos;  únicamente Jean-Paul Rouve en Polar Park, un mix entre El nombre de la rosa, Twin Peaks e incluso Fargo que lo fía todo a su atmósfera. Y, en segunda instancia, porque la actuación que más nos convenció fue la de Carel Brown, el niño que interpreta a un autista en la comedia Aspergirl (Judith Gudinot & Hadrien Cousin, 2023).

Aquí las dudas se multiplicaron como las burbujas en una copa de champagne (llena). Primero, por premiar a un niño en detrimento de un puñado de intérpretes con una trayectoria dilatada y una mayor formación (de Samir Guesmi al citado Rouve). Pero si Brian Cox defiende la naturalidad de los actores infantiles y fue capaz de enseñarle el monólogo de Hamlet a un crío de 30 meses, ¿quiénes somos nosotros para llevarle la contraria?

Fotograma de Aspergirl

El segundo contratiempo, y aquí mi compañero Adrian Hennigan se pasó horas y horas rastreando información on-line, lo encontramos en la posible incorrección que podría suponer reconocer a un actor neurotípico haciéndose cargo de un papel neurodivergente. Creo que, al final, primó la contención de Brown, su capacidad para ralentizar un show demasiado acelerado que necesita de su calmada actuación para que el espectador se serene, ría menos y miré más (algo importante cuando se habla de lo que habla Aspergirl).

Y eso fue todo. No, miento. Cerramos SeriesMania viendo Las gotas de Dios – la estrena Apple TV+ el 21 de este mes -, un entretenidísimo duelo enófilo por una cuantiosa herencia entre la hija de un sumiller fallecido y su alumno aventajado. La disfrutamos como el Château Laffitte Carcasset del 2016 que nos bebimos nada más poner los pies en Lille. À bientôt.

Escrito por Enric Albero en .

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