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'La ruta' (Atresmedia) es sin duda la producción más ambiciosa de todo 2022
2022 se cerró con un récord inimaginable hace apenas unos años. La teleficción española lanzó 43 nuevas series a lo largo del pasado ejercicio, una cifra mastodóntica teniendo en cuenta el contexto industrial patrio, algo que nos indica que la era de la peak TV parece no tener fin. La burbuja de producciones no solo está lejos de estallar, sino que esa tendencia inflacionista, habitualmente circunscrita al contexto estadounidense, se amplia a otros territorios y señala a las plataformas VOD como impulsoras de un crecimiento difícilmente asumible por los espectadores, tendencia alcista que, seguramente y a corto plazo, terminará adoptando guarismos más moderados tanto respecto al consumo de minutos de visionado como al referido al gasto familiar (ni podemos ver tantas series, españolas o de donde vengan, ni pagar por los servicios de ocho plataformas).
Sin embargo, tan imponente dato –casi un estreno nacional a la semana[1]– ha de servirnos como trampolín para saltar hacia otra cuestión no menos importante, y capital para los analistas más preocupados por la materia que por la aritmética, en la que es necesario que nos detengamos: ¿ese vigor productivo, que se traduce en un atractivo muestrario promocional, viene acompañado de un aumento de la calidad de nuestra teleficción? O, dicho de otro modo, ¿el despunte estadístico implica un repunte de los porcentajes de excelencia? La tesis que aquí se baraja, y que vendrá convenientemente apoyada en diversos ejemplos, es que esa escalada obedece más a un proceso de captación de públicos -toda vez que la llegada de las plataformas ha provocado una atomización de las audiencias – que a la creación de líneas editoriales definidas, lo que desemboca en un año esplendoroso en términos numéricos y empresariales, pero muchísimo menos relevante en términos creativos.
Tomemos Netflix como primer ejemplo. La compañía de la gran N roja, plenamente asentada en nuestro país, convertido de pleno derecho en un importante centro de producción para la firma capitaneada por Ted Sarandos, ha estrenado en este 2022 la friolera de 15 nuevas series made in Spain. Netflix, la empresa de streaming por antonomasia, funciona como un gran contenedor que debe almacenar un surtido de productos lo suficientemente diferenciados y, a la vez, con determinados nodos interconectados, para satisfacer a una amplísima variedad de suscriptores con intereses muy diversos pero cuya atención puede atraerse apelando a unos cuantos ítems a los que son reactivos.
Así, en un marco general en el que el thriller y la comedia siguen siendo los géneros más cultivados (los llamados géneros de acción, tan adecuados para el ritmo de la televisión tradicional… y al parecer también de la nueva), la firma de Los Gatos ha desarrollado sendas producciones fantásticas como Feria: la luz más oscura (Agustín Martínez & Carlos Montero, 2022) y Alma (Sergio G. Sánchez, 2022) que, pese a los inequívocos toques localistas, miran de reojo a un éxito planetario como Stranger Things (Duffer Brothers, 2016-?), con su corpus protagónico adolescente envuelto en una trama de corte paranormal; patrones que, por cierto, ya replicó de manera mucho más descarada Paraíso (Fernando González Molina, Ruth García & David Oliva, 2020-2021), aunque fuera en el seno de Movistar Plus +.
La estrategia que subyace detrás de tan ingente catálogo (de Netflix) no parece ser otra que la de quererlo todo
Ese desvío hacia el fantástico es solo una muestra del propósito diversificador de Netflix, cuyo potencial económico le permite tocar todos los palos de la baraja en aras de ganar nuevos públicos y retener a los espectadores que ya pagan religiosamente su cuota mensual. Es decir, trata de satisfacer a los fans de Stranger Things buscando conexiones con nuevas producciones, pero también se lanza a impulsar dramas históricos (Los herederos de la tierra), comedias sobrenaturales en la línea de Las escalofriantes aventuras de Sabrina (Tú no eres especial), thrillers transatlánticos (Santo) o comedias románticas queer (Smiley).
La estrategia que subyace detrás de tan ingente catálogo no parece ser otra que la de quererlo todo, desde el público habituado a las producciones generalistas que lo mismo se reconocerá en originales de la casa como Si lo hubiera sabido (Ece Yörenç, 2022) que en la incorporación al listado de títulos como Entrevías (Aitor Gabilondo & David Bermejo, 2022), el único estreno de Telecinco de este año que luego aterrizó en Netflix y que, pese a seguir anclado a los episodios de 70 minutos, se sostiene gracias a las portentosas actuaciones de José Coronado y Luis Zahera, diques de contención para unos guiones desbordados de casualidades y reiteraciones que, sin embargo, poseen un buen puñado de afilados diálogos cortesía de un David Bermejo que se zambulle de lleno en la mejor tradición de la novela pulp para facturar este cruce entre narcothriller y drama familiar al que no le falta interés pero le sobran muchos minutos.
Así pues, y pese al dispendio, en la casa de la N roja la cosa se mueve entre las inclasificables creaciones de Manolo Caro – desde su rocambolesca e insostenible relectura del cine almodovariano en Sagrada familia a la inefable, por no decir algo peor, Érase una vez… pero ya no-, las apuestas de qualité como Las de la última fila (Daniel Sánchez Arévalo, 2022), cuyos presupuestos supuestamente feministas quedan desmontados ya en el cierre de un primer episodio que concluye con una tópica fantasía masculina (heterosexual); thrillers cuyos guiones no sufrirían la más mínima prueba de estrés (La noche más larga) o disparates algorítmicos del calibre de Bienvenidos a Edén (Joaquín Gorriz & Guillermo López Sánchez, 2022), en el que (una vez más) la ficción adolescente se cruza con uno de los temas fetiche de la plataforma (las sectas) en una aleación inenarrable en la que la arbitrariedad lo domina todo (el guion, la puesta en escena) y a nadie parece importarle. No será la nueva Élite, pero fue un éxito de público y habrá segunda temporada. Algoritmo 1, crítica 0.
Esa política expansiva se observa también en Prime Video, que ha presentado un aparatoso drama histórico (‘Sin límites’), un thriller testosterónico (‘Operación Marea Negra’), un drama de cadena generalista (‘Días mejores’) y un divertimento de crimen y misterio (‘Un asunto privado’)
En un año aciago para la firma californiana, Intimidad (Laura Sarmiento & Verónica Fernández, 2022) supo auscultar ciertas preocupaciones feministas en una ficción excesivamente machacona en su discurso pero con un reparto solvente y unas temáticas que supieron conectar con la actualidad (conectó los casos de Olvido Hormigos y Verónica Rubio, la empleada de Iveco que se suicidó en mayo de 2019, para reflexionar sobre la difusión no consentida de un vídeo con contenido sexual y, ulteriormente, sobre las carencias de una sociedad en la que perviven peligrosas conductas atávicas asociadas a una masculinidad trasnochada). La otra gran sorpresa de la temporada fue la refrescante Fanático (Dani del Águila, Federico Maniá & Yago de Torres, 2022), visión sobre el estrellato musical temprano en la era de Tik Tok que pasó totalmente desapercibida, muy por encima del resto de teen fictions de 2022 como las irrelevantes La edad de la ira (Lucía Carballal & Juan María Ruiz Córdoba, 2022) o Cómo mandarlo todo a la mierda (Jaime Olías & Pablo Sanhermelando Blanes, 2022). En este terreno, en un año en el que Televisión Española lo ha fiado todo a distintas variantes del thriller (Sequía, Fuerza de paz, Fuego cruzado), su producción para PlayZ, Ser o no ser (Coral Cruz, 2022), destacó por afrontar la temática trans sin caer en tópicos, tremendismos y demonizaciones etarias.
A un escala mucho más reducida, esa política expansiva, al menos en cuanto a la amplitud de géneros tratados se refiere, se observa también en Prime Video, que este 2022 ha presentado un aparatoso drama histórico (Sin límites), un thriller made by Calparsoro que sigue a pies juntillas el rastro testosterónico de sus últimas películas (Operación Marea Negra), un drama sobre el duelo que en nada se diferencia de una serie de cadena generalista de toda la vida (Días mejores) y un divertimento de crimen y misterio (Un asunto privado) diseñado por Bambú, sin duda la compañía que mejor parece haber comprendido las dinámicas de producción de la actualidad: en 2022 ha trabajado con Netflix (800 metros), Prime Video (Un asunto privado) o Apple TV+ (Now and Then). Por cierto, y ya que citamos Now and Then, este año hemos asistido a la puesta de largo de las primeros originales españoles de Disney + (La última)[2], Starz (Express) o la citada Apple TV, cuyos estándares de calidad palidecen si se los compara con aquello que esas mismas compañías producen en otros territorios (los presupuestos y los tiempos tampoco son los mismos, dicho sea de paso).
Frente a esta estrategia de cajón de sastre, Movistar Plus+ nació con unos principios creativos e industriales definidos que pasaban por atraer el talento cinematográfico a una industria en pleno auge como era la de la ficción televisiva. Con el paso de los años, ese propósito se ha ido diluyendo y el sello autoral que directores como Enrique Urbizu, Mar Coll, Cesc Gay, Mariano Barroso o Alberto Rodríguez imprimieron en los primeros lanzamientos de la plataforma de Telefónica han desaparecido para dar paso a comedias geriátricas y desgraciadamente acartonadas como Sentimos las molestias (Álvaro Fernández Armero & Juan Cavestany, 2022) -¡cuán lejos está de la vitriólica Vergüenza!-; dramas sensacionalistas como Todos mienten (Pau Freixas, 2022), empeñado en imitar algunas de las producciones menos afortunadas de la casa (El embarcadero) y en fusilar triquiñuelas de guion que a otros les han funcionado a las mil maravillas (Élite); thrillers musculados como El inmortal (José Manuel Lorenzo, 2022), una versión castiza de Narcos tan pegada a las convenciones del subgénero que termina pareciendo una libreta de fotocopias de cosas que ya hemos visto; o el que quizá sea su mayor éxito del año, Rapa (Jorge Coira & Fran Araújo, 2022), es decir la trasposición gallega de Hierro, policiaco paisajístico cuya trama se aferra al carisma de sus dos principales intérpretes, Javier Cámara y Mónica García, para mantenerse a flote.
El sello autoral de Movistar+ ha desaparecido para dar paso a comedias geriátricas (‘Sentimos las molestias’), dramas sensacionalistas (‘Todos mienten’), thrillers musculados (‘El inmortal’) y trasposiciones de ‘Hierro’
La vieja línea editorial de Movistar Plus+ quedó representada por Apagón, serie de antología tutelada por el productor ejecutivo de ficción original de la compañía, Fran Araújo, que, pese a ciertas irregularidades, contiene episodios sobresalientes como Supervivencia (Alberto Rodríguez & Rafael Cobos, 2022), y otros resueltos con solvencia y delicadeza como Equilibrio (Isaki Lacuesta & Isa Campo, 2022). También puede adscribirse a esta corriente Fácil, en la que Anna R. Costa, corresponsable de la muy reivindicable Arde Madrid (Paco León & Anna R. Campos, 2018) y perteneciente a esa primera hornada de ‘series de autor’ de la plataforma, se arriesga a adaptar la huracanada novela de Cristina Morales (Lectura fácil) para entregarnos una comedia luminosa, no exenta de carga política, aunque alejada de la fuerza corrosiva del original.
Guardando la línea
En este escenario en el que todos parecen quererlo todo, Atresmedia está intentado reconducir su destino editorial. El lanzamiento de su propio canal de streaming (ATRESplayer PREMIUM) ha venido acompañado de un ramillete de estrenos que permite aventurar una doble línea de producción que utiliza la plataforma como banco de pruebas antes de pasar al abierto o de ser transferidas a otros competidores previa venta. Así, de un lado tendríamos la línea generalista que busca sacarle rendimiento al éxito tanto de los culebrones turcos que triunfan en Nova, rehaciendo series como Madre en clave española (ese es el caso de Heridas), como a las comedias de apariencia plana y chistes pegados a la actualidad (Señor, dame paciencia; Dos años y un día) que tantean la posibilidad de replicar hits como La que se avecina (aunque esta sea de Mediaset).
En el otro extremo tendríamos las series de autor, que también se bifurcan en dos líneas de producción. La primera quedó inaugurada este año por La novia gitana, basada en la adaptación del best-seller de Carmen Mola, en la que el realizador Paco Cabezas extrae del thriller noventero el combustible para forjar su imaginario. La segunda vertiente cobró carta de naturaleza con la presentación en sociedad de La ruta (Borja Soler & Roberto Martín Maiztegui, 2022), sin duda la producción más ambiciosa de todo 2022, revisión heterodoxa de un (supuesto) fenómeno cultural como La ruta del bakalao que se aparta de las convenciones más asentadas de la teleficción actual, conforma el relato a partir de una estructura libre y recurre a una puesta en escena pausada y milimétrica.
‘La ruta’ (Atresmedia) es sin duda la producción más ambiciosa de todo 2022; se aparta de las convenciones más asentadas, conforma el relato a partir de una estructura libre y recurre a una puesta en escena pausada y milimétrica
A menor escala, una plataforma como Filmin y un canal como TNT también parecen tener claras sus apuestas. Con los estrenos de Doctor Portuondo (Carlo Padial, 2021) y Autodefensa, Filmin parece querer revitalizar un cierto estilo gauchedivinesco y explorar las contradicciones de la Barcelona urbanita con dos series que, en ningún caso, terminarán abonando el terreno de la indiferencia. Su original de este 2022 ha sido el objetivo de un fuego cruzado entre amantes y detractores de la teleserie creada por Belén Barenys, Berta Prieto y Miguel Ángel Blanca, fenómeno del todo infrecuente por estos lares, fruto de esa alegre frontalidad que desprende Autodefensa, un objeto que induce al rechazo antes que al análisis (es el camino fácil) pero que, una vez examinado, está lejos de ser tan rupturista como se pretende (por más que no esté exenta de virtudes, entre ellas sus acusados cambios de tono).
TNT también ha encontrado un nicho en ese abismal vacío que el audiovisual español ha abierto en el campo de la comedia. Como en Outer Range, el canal ha decidido lanzarse por ese agujero en el que flotan las comedias dramáticas, la sátira o la autoficción descreída e ir abrazando esos formatos que se alejan del chiste por minuto, la nula puesta en escena y la blancura crítica. No me gusta conducir ha sido su apuesta de este año y la serie de Borja Cobeaga se aleja tanto de los estándares del género – por tono, por ideas visuales, por un punch emocional que nunca brota del subrayado – que solo cabe esperar que TNT no abandone esta hoja de ruta y la deje en una vía muerta.
Pongamos punto final a este repaso nacional – más enfocado a detectar tendencias que analizar pormenorizadamente cada serie – con ¡García! (Sara Antuña & Carlos de Pando, 2022) en la que HBO Max echó el resto adaptando el cómic de Santiago García y Luis Bustos. Un entretenimiento de altos vuelos que no reniega del realidad del país en el que se sitúa, con un Eugenio Mira que demuestra su capacidad para imprimir imágenes icónicas y un ritmo vibrante, pero que peca de ese extremocentrismo tan en boga en estos tiempos (todos los políticos son iguales; fascismo y comunismo son dos caras de la misma moneda) y que exige una constante suspensión de la incredulidad para seguir una trama un tanto inconsistente. Por cierto, que las producciones de HBO Max en España hayan pasado de Todo lo otro (Abril Zamora, 2021) a ¡García! indica, una vez más, que el GPS editorial/industrial/creativa (el modelo, vaya) anda un poco estropeado. Y lo peor es que casi todas las plataformas parecen haber comprado uno de la misma marca.
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[1] Nótese que hablamos solo de series nuevas, por lo que no contamos los ‘estrenos’ de temporadas que van más allá de la primera. Si sumáramos esos datos, la cifra superaría el lanzamiento de una serie semanal.
[2] La primera serie española lanzada por Disney + fue Besos al aire (Ignacio Mercero & Darío Madrona, 2021), pero La última (Anaïs Schaaff, Jordi Calafí & Joaquín Oristrell, 2022) es la primera en la que interviene, también, en el ámbito de la producción junto al Grupo Ganga.