'RUN': Amor a la carrera
'Run'

Amor a la carrera

La nueva serie de Vicky Jones y Waller-Bridge continúa con su modelo de mezcla de géneros y personajes femeninos complejos.

Merritt Wever y Domhnall Gleeson protagonizan 'Run' / HBO.

La idea de la cuenta pendiente vital está en los inicios de muchas historias. El clásico «¿qué hubiera pasado si…?». En Run, la nueva serie de la HBO, Ruby (Merritt Wever) decide dejar de hacerse esa pregunta para pasar a la acción y sin pensárselo mucho, o eso parece, salta del parking de un centro comercial de la costa oeste a un tren que sale de Nueva York a un destino desconocido para el espectador.

La chispa que enciende la llama de la aventura de Ruby es un críptico mensaje con la palabra «Run» enviado por Billy (Domhnall Gleeson), su exnovio de la universidad. El mensaje forma parte de un pacto acordado hace diecisiete años según el cual si uno de los dos escribía, y el otro contestaba, era el momento de dejarlo todo atrás y reencontrarse.

Si nos fijamos en el cartel de Run detectaremos que aparecen casi igual de grande el nombre de Vicky Jones que el de Phoebe Waller-Bridge. La serie se ha promocionado como la nueva ficción de la creadora de Fleabag, sin embargo, siendo honestos, este híbrido de comedia romántica y thriller es obra de Vicky Jones, que fue directora del monólogo teatral de Waller-Bridge y editora de los guiones de la serie.

¿Implica esto una decepción para los seguidores de la actriz y guionista británica? No debería. En los primeros minutos de la serie se hace evidente que Jones y Waller-Bridge llevan mucho tiempo trabajando juntas y que sus voces autorales comparten más de un rasgo, como la mezcla de géneros o los personajes femeninos complejos.

Run tiene la virtud de parecer muy arriesgada y, a la vez, ser tremendamente clásica. Más allá de la referencia explícita a Extraños en un tren (1951), la serie remite a referentes como Charada (1963), otra película en que la comedia romántica y el misterio iban bien cogidos de la mano.

Pero mientras la cinta de Stanley Donen nos mostraba unos protagonistas guapos a rabiar –Cary Grant y Audrey Hepburn no pueden ser más Hollywood royalty, Run opta por una pareja que se aleja de los estándares de belleza de la industria: ni Gleeson es un guaperas ni Wever es una tía buenorra, y eso le aporta a la historia un barniz de realismo necesario para que no se acabe convirtiendo simplemente en una carrera loca.

Cuando pienso en Billy y Ruby no puedo evitar imaginármelos corriendo cogidos de la mano como Hepburn y Grant en el cartel de Charada, pero también vienen otras icónicas parejas románticas a la cabeza. Una de las más evidentes -reconocida por la propia Jones- es la de Jesse y Céline en la trilogía romántica de Richard Linklater, porque como ellos los personajes de Jones parecen dispuestos a arriesgarlo todo por amor. O quizás eso es lo que quiere que pensemos.

Uno de los principales placeres de la serie es ver actuar a Merritt Wever, la ganadora del toma y daca actoral que sustenta la serie

El cóctel de Run no se compone a partes iguales de comedia romántica y thriller. Run es una carrera hacía adelante en la que no vemos dónde queda la meta. Jones administra el misterio en cuentagotas para tenernos enganchados capítulo a capítulo. ¿Escribió Billy a Ruby movido por un romanticismo alocado o tenía alguna segunda intención? ¿Qué se esconde tras la aparente normalidad de Ruby? ¿Qué pasó con su relación? ¿Por qué rompieron?

Las preguntas se agolpan en nuestra cabeza a la misma velocidad que el tren en que van montados Ruby y Billy avanza por la geografía norteamericana. La creadora se guarda ases en la manga: resuelve enigmas poco a poco a pesar que el endiablado ritmo general de la serie -que los capítulos duren media hora ayuda- nos haga pensar lo contrario.

Con todo, uno de los principales placeres de la serie es ver actuar a Merritt Wever, la ganadora del toma y daca actoral que sustenta la serie. Después de muchos años siendo esa cara a quien todo el mundo le suena pero no acaba de saber ubicar, se reivindica como protagonista con esta Ruby que sabemos casi con certeza que es mucho más compleja que la madre de familia aburrida que en un primer momento parece ser. Solo necesitamos que Wever vaya despojando a Ruby de una capa detrás de la otra y seguir corriendo a su lado.

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