'One Piece': el gran desafío de Netflix
Crítica de la serie

‘One Piece’: el gran desafío de Netflix

La plataforma rompe la maldición de los temidos live-action con una serie a la altura de esta épica aventura.

Luffy y su fiel tripulación al completo.

No lo tenían fácil, pero parece que, por fin, Netflix ha dado en el clavo. El 31 de agosto se estrenaba, bajo la atenta mirada de miles de fans, One Piece, una serie de live-action que poca presentación necesita.

La adaptación a imagen real del famosísimo manga y posterior anime de Eiichiro Oda ha generado un revuelo al nivel de la gran aventura que Luffy y su tripulación llevan casi 30 años (que se dice muy pronto) viviendo.

Claro está, la mayoría de lectores de este artículo habréis crecido con esta serie y sus personajes. Su historia os habrá acompañado a lo largo de toda vuestra vida. Otros -como yo- habréis entrado en esta épica más tarde. Puede que incluso haya algún despistado en la sala que no hubiera escuchado hablar nunca de esta serie y esté descubriendo ahora quien son esta gente de la tripulación del Sombrero de Paja (a estos últimos yo los considero nuestro One Piece particular).

Netflix va un paso más allá y decide atreverse con, posiblemente, una de las historias más difíciles de adaptar en la historia del anime

Pero lo que, seguro, todos compartimos es la admiración por un mangaka que, hace 26 años, decidió que la historia sobre un chico que se estiraba como una goma y se hacía a la mar a perseguir su sueño, valía la pena contarla.

Iñaki Godoy es Luffy, el chico de goma y futuro rey de los piratas.

26 años más tarde, cuando One Piece está más que consolidada en todo el mundo, y ha roto todos los récords que puede romper una serie, Netflix va un paso más allá y deciden atreverse con, posiblemente, una de las historias más difíciles de adaptar en la historia del anime. Sabiendo la experiencia que tenemos en live-actions (Death Note, Cowboy Bebop, Ataque a los Titanes, Assassination Classroom, etc.), este estreno lo hemos esperado con ilusión y ganas, pero sobre todo con miedo y duda. ¿Iban a ser capaces de sintetizar todo lo que ocurre en la serie original? ¿Los actores harían justicia a los personajes? ¿El CGI estaría a la altura de monstruos que llevan años en nuestra imaginación colectiva?

Al dedicar un espacio propio a cada personaje, la serie coge gran dimensión en pocos episodios y nos regala momentos absolutamente fieles al anime original

Sorprendentemente, la respuesta a todas esas preguntas a resultado ser un si rotundo. Igual es porque el mismo Oda ha supervisado todo el trabajo y ha dado el visto bueno al producto final (y a bendecido a Iñaki, el actor que personifica a Luffy). O porque Netflix sabía que jugaba con una producción que podía llegar a ser tan grande que, si no funcionaba, la plataforma iba a perder muchos adeptos. En cualquier caso, ha salido bien.

 

A lo largo de 8 capítulos, equivalentes a los primeros 45 del anime original, a la primera temporada de One Piece le da tiempo a presentar a los 5 personajes más reconocibles de la serie: Luffy, Zoro, Nami, Usopp y Sanji, pero también a villanos emblemáticos como el Payaso Buggy, Klahadore o Arlong, que nos acompañaran en estos primeros arcos de la serie. Todos ellos, con una caracterización muy conseguida y unas actuaciones que consiguen transmitir las energías de unos personajes que conocemos a la perfección.

La fiel tripulación del Sombrero de Paja.

Así, dedicando un espacio propio a cada personaje, la serie coge gran dimensión en pocos episodios y nos regala momentos absolutamente fieles al anime original, como Zoro retenido por la Marina o Shanks defendiendo a Luffy de un monstruo marino. Todo ello enmarcado en una realización que ha sabido adaptar los movimientos bruscos, exagerados y exuberantes de los personajes animados a unos actores que han conseguido mimetizarse con sus personajes.

 

Nadie puede negar que Emily Rudd parece haber nacido para ser Nami, o que Mackenyu desprende la energía de Zoro en el anime. Incluso Iñaki Godoy, que tenía la dificilísima tarea de interpretar a un chico que no pierde la sonrisa, que siempre parece estar de buen humor y que con su mirada transmite la pasión que tiene por su sueño y sus compañeros de viaje, ha conseguido que podamos ver al Luffy del anime a través suyo.

 

Si, es evidente que hay algunas pelucas que se pasan de color, o historias que no acaban de profundizarlas, o que algunas decisiones del tiro de cámara pueden distraer de la acción central. Pero aun así, con esas pequeñas cosas que no acaban de redondear la serie, parece que esta vez sí, Netflix ha dado en el clavo. Parece que esta vez sí, Netflix ha iniciado su propia gran aventura con un live-action que promete llevarnos a surcar los mares del East Blue, de la Grand Line y de los mares que se presten, a bordo del Going Merry y acompañados de la tripulación de Luffy Sombrero de Paja, para que podamos seguir soñando con este mundo, al menos, durante algunos años más.

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