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En el caótico vaivén de reuniones, colas, flashes y pases de películas que es la Berlinale también hay un espacio para el análisis. Durante las dos primeras semanas de febrero la capital alemana se tiñe de rojo para celebrar uno de los festivales de cine más prestigiosos del mundo, abierto desde el 2015 a la ficción televisiva. Un punto de encuentro donde creadores de todo el mundo presentan o preparan sus próximas obras.
Es el caso de la guionista noruega Mette M. Bølstad, que ha venido a la Berlinale en busca de financiación para su próximo proyecto. Más allá de su paso por el cine, se la conoce por ser la mente detrás de Nobel, la serie escandinava más sorprendente de 2016, y que junto a Halvbroren (El medio hermano), reconocida adaptación de la novela de Lars Saabye Christiansen y Kampen om tungtvannet (Operación Telemark), considerada por Lorenzo Mejino, nuestro Maldini televisivo, como la mejor serie noruega de la historia, se equiparan a la tríada dorada danesa compuesta por Borgen, Bron/Broen y Forbrydelsen.
Con una presencia aparentemente poco dada a los encuentros mediáticos, Bølstad sienta a charlarse con SERIELIZADOS.
En casi todos tus trabajos hay un fuerte mensaje político. En su visita al Serielizados Fest, el creador de The Wire David Simon nos dijo que él no pretendía modificar nada con sus obras más allá de mostrar una realidad poco mediática. ¿Cuando escribes, cuando creas esos mundos, lo haces para lanzar un mensaje crítico?
Si tienes presupuesto para hacer una serie debe hablar de la sociedad. La televisión permite a la audiencia ir a un lugar donde no han ido antes, así que es importante saber escoger este lugar. Uno de esos sitios que yo elegí fue el ejército noruego, que fue maltratado e incomprendido durante mucho tiempo.
¿Y con Operación Telemark (Kampen om tungtvannet) conseguisteis cambiar esa percepción?
Absolutamente, es importante hacer entender otras realidades y otras situaciones personales. Somos una sociedad muy aburguesada.
En tu última obra Nobel, ganadora del PRIXEUROPA 2016 y premiada como mejor guión en el Drama Series Vision de Goteborg, vuelves a utilizar la industria del petróleo como motor de una compleja trama geopolítica y emocional. ¿Por qué te interesa tanto el petróleo como punto de partida?
Esta industria siempre ha tenido mala prensa, y en parte se lo merece, porque deja rastro de sangre, pero aun así en nuestro país tiene una gran importancia. Intento hablar del fuerte impacto socioeconómico que el petróleo puede tener en un territorio pequeño. Afganistán por ejemplo, país desde el que parte Nobel, es un país rico energéticamente que ha sido explotado por las principales potencias. Así que utilizo la industria petrolífera como una fuente de oportunidades para el mundo occidental, pero buscando otra cara de la verdad en mis historias.
«El peor error de la ficción política son las producciones que se empeñan en ser provocativas»
¿Has tenido problemas por hablar de temas espinosos, como la industria energética y su papel en el escenario político, y en su traslado a la pantalla bajo el manto de la televisión pública noruega (NRK)?
Nunca hemos sido críticos con la industria del petróleo. Creo que ser crítico es superficial, es más importante conocer a fondo las cosas. El peor error de la ficción política son las producciones que se empeñan en ser provocativas. Es muy fácil criticar al ejército. Incluso mis amigos del mundo cultural lo hacen, hablan de ello sin conocer a nadie, pensando que son todos unos fascistas.
Es más difícil mostrarlo con toda su complejidad.
Exactamente. Quisimos mostrarlos con la máxima neutralidad posible, humanizarlos. No vas a la televisión pública proponiendo un proyecto abiertamente crítico. Necesitas una cantidad inmensa de investigación para saber cómo el petróleo, por ejemplo, cambió la vida de tantas personas. Y contarlo desde abajo, para que el espectador pueda enamorarse de esa gente que estuvo en ese lugar concreto en ese preciso instante. Pasa lo mismo con la alemana Hijos del Tercer Reich (Unsere Mütter, Unsere Vater), que da forma a realidades complejas y controvertidas.
Tus primeros proyectos fueron cinematográficos y ahora has profundizado más en las series. En 2011, tu film Happy Happy (Sykt lykkelig) ganó el Gran Premio del Jurado del Festival de Sundance. ¿Por qué saltaste después a la televisión?
Ha habido un gran cambio en la televisión. HBO fue responsable de ese cambio de percepción y en Noruega ayudó a muchos cineastas a centrarse en ella. Me gusta que puedas trabajar en algo durante mucho tiempo. Una serie es como cuatro películas, puedes desarrollar mejor la estructura y verla con más perspectiva. Pero hay que ser matemático para saber hacer evolucionar lo que sucede. Me encanta contar historias y ver cómo a través de pequeños personajes la sociedad cambia. Creo que la televisión es un formato muy bueno para ello. El cine no puede contarlo así.
«En Noruega el descubrimiento de petróleo coincidió con el referéndum para entrar en la Unión Europea, que se rechazó»
Has venido a la Berlinale a buscar productoras que ayuden a financiar State of Happiness, tu último proyecto. ¿Sobre qué trata?
La historia transcurre en el pequeño pueblo pescador de Stavanger, en Noruega, en 1969, cuando una empresa petrolera encuentra el mayor pozo petrolífero subacuático de la historia. A partir de aquí se desencadena una historia personal en la que también entra en juego la política local. Decisiones concentradas en un pequeño punto que lo cambian todo. Todo el mundo estuvo afectado por ese descubrimiento.
El petróleo es esencial para entender el crecimiento del mundo occidental. Curiosamente, en Noruega el descubrimiento de esas fuentes coincidió con el referéndum para entrar en la Unión Europea, que se rechazó. El gobierno creó una compañía estatal para gestionar estos recursos en lugar de entregarlos a compañías extranjeras. Ahora se destina el dinero que da a las pensiones, por ejemplo. El petróleo ha sido trascendental para Noruega.
Así, la televisión también te da un marco para contar historias muy importantes, para educar…
Absolutamente, es muy difícil para las nuevas generaciones comprender lo que sucedió. Creo que a la gente le encanta aprender cosas nuevas. Con Operación Telemark (Kampen om tungtvannet), por ejemplo, conseguimos audiencias de hasta 1,3 millones de espectadores en un país de poco más de cinco millones de habitantes (un 64% de los telespectadores vio el episodio final, un récord). Todo el mundo hablaba de la serie y con ello veías que le descubrieron un cara nueva al ejército.
Y conseguisteis así hacer que Noruega viese este tema desde otra perspectiva.
Y eso es porque ellos nunca podrán llegar a un público tan grande. Cuando te diriges a una audiencia tan grande debes ser justo con lo que cuentas.
En los últimos años hemos visto una Berlinale con un perfil más marcadamente reivindicativo, social y crítico. Parece el mejor sitio para buscar financiación para tu nuevo proyecto.
«Hay una tradición muy estadounidense que hace que sus mejores series hablen del propio país. Pasa lo mismo con la ficción escandinava. Cuando escribes algo debes poder vivir con ello.»
Creo que hay una tradición muy estadounidense que hace que sus mejores series, como Breaking Bad o The Wire, hablen del propio país. Pasa lo mismo con la ficción danesa y escandinava. Cuando escribes algo debes poder vivir con ello. No pensábamos que Operación Telemark (Kampen om tungtvannet) pudiese cambiar la imagen del ejército pero tuvo un impacto muy fuerte y conseguimos que se mirase a esa historia rompiendo estereotipos y convicciones.
En los últimos años hemos asistido al boom de la ficción televisiva nórdica. Sin ir más lejos, el articulo más leído de Serielizados es precisamente sobre series noruegas. ¿Cómo se entiende que países tan pequeños estén teniendo un peso tan trascendente?
Creo que hay una explicación muy sencilla. Dinamarca tiene la mejor escuela de cine de Europa de los últimos 30 años y ha conseguido tener un impacto enorme en los directores y escritores daneses. Noruega tiene una escuela de cine muy potente desde hace 18 años. El país que más nos influencia es Dinamarca y se nota, porque queremos imitarlos, hacer lo que ellos hacen.
Este impacto en la televisión mundial se debe a la cualidad de los profesionales, de esta generación, y a la hermandad cultural y lingüística que hace que cada vez haya más producciones conjuntas entre ambos países (Kampen om tungtvannet, sin ir más lejos, cuenta con guiones de Bølstad, Adam Price, de Borgen, y Michael B. Horsten, de Forbrydelsen). Somos un país pequeño y la mejor manera de dar cuerda a nuestra lengua es a través de nuestros libros, series y películas. La televisión pública noruega tan solo produce dos series por año. La diferencia es que no hacemos muchas series, sino mejores.