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Si Modern Love fuese de Netflix se habría estrenado en febrero, nos habríamos hartado de ver a Anne Hathaway en las marquesinas de los autobuses y habríamos tenido el “hype romántico” por las nubes. Pero ha sido Amazon Prime la que, después del fracaso de The Romanoffs, se ha atrevido con otra producción antológica repleta de nombres interesantes, que llega avalada por el prestigio que da The New York Times. Otra alineación de estrellas de la que dentro de unos meses, probablemente, no se acuerde nadie.
Modern Love nos pilla con más cuerpo de Halloween que de San Valentín, para contarnos ocho historias con un denominador común, el amor. Historias reales que en su día aparecieron publicadas en el prestigioso diario neoyorquino y posteriormente formaron parte de un podcast homónimo.
Ahora, con las licencias creativas de rigor, se han convertido en ocho capítulos de treinta minutos que se ven casi sin querer, pero que dejan un regusto demasiado desigual. Y, como es habitual en el amor, algo lacrimógeno.
Si sobrevivimos a la moñez inicial de una Cristin Milloti solitaria e insegura que encuentra en su portero un hombre en el que confiar, tendremos la suerte de encontrarnos a Catherine Kenner en la piel de una reportera que se convierte en Celestina para un joven emprendedor interpretado por Dev Patel. Ambos están deliciosos en una historia de amor a primera vista “no vivido ni sometido a prueba”, en la que la casualidad (cómo no) y la testarudez son imprescindibles para su desenlace.
En «Acéptame cómo soy, sea quien sea«, el tercer episodio, Anne Hathaway brilla con luz propia encarnando a una mujer bipolar que encuentra en la aceptación (propia) y la sororidad una balsa de salvación. La excusa amorosa está, pero es solo eso, una excusa, porque de lo que se trata en realidad es de quererse a uno mismo. Y todo mientras homenajea al Dogma, a La La Land y a La chica de la tele.
Sharon Horgan, creadora de Catastrophe, deja su huella en la antología con el guion y la dirección del cuarto capítulo, protagonizado por Tina Fey y John Slattery. La elección no es casual, porque la historia se centra en un matrimonio que contempla con horror su falta de complicidad y la inevitable marcha de sus hijos. Y Horgan hace lo que mejor sabe con dos intérpretes que bien merecen una webserie en el terapeuta.
El capítulo de Andrew Scott, cura del año gracias a ‘Fleabag’, arranca con muchas posibilidades cómicas y termina siendo (jodidamente) lacrimógeno
El quinto es completamente prescindible porque quiere pero no tiene gracia ni interés, probablemente porque sus protagonistas tampoco. Por suerte la cosa mejora en el sexto, donde la reciente ganadora de un Emmy, Julia Garner (Ozark), y el omnipresente Shea Whigham (Homecoming, Waco, Fargo) ponen sobre la mesa otro de los tópicos románticos, la diferencia de edad. Y lo hacen desde los traumas y la falta de entendimiento, con Emmy Rossum (exprotagonista de Shameless) en la dirección.
Andrew Scott, cura del año gracias a Fleabag, protagoniza el séptimo capítulo, que arranca con muchas posibilidades cómicas y termina siendo (jodidamente) lacrimógeno. Y tampoco hay amor romántico de por medio. Scott interpreta a Tobin, un hombre con la vida resuelta al que un día su pareja, Andy, le plantea ser padre. Ambos deciden optar por la adopción abierta y, sin querer, se encontrarán con una mujer que cambiará sus vidas para siempre. Lo dicho, una «jartá» de llorar.
En el cierre de Modern Love la llorera no remite, pero más por masoquismo que por necesidad. Jane Alexander (cómo iba a faltar en una producción sobre el amor a cualquier edad) es una mujer viuda que se enamora de nuevo gracias al running. Y como el desenlace de la historia es (inevitablemente) previsible, solo podemos destacar el desarrollo temporal de la historia. Y a Alexander, claro.
Los últimos minutos del octavo capítulo son una especie de epílogo en el que todas las historias se tocan y algunas de ellas encuentran la guinda final del pastel. Excepciones que, en realidad, no justifican que la antología se cierre con una sucesión de encuentros que la convierten más en un idílico anuncio publicitario que en un epílogo.
Para aquellos a los que el romanticismo y la fe en la humanidad les son ajenos, o indiferentes, Modern Love les resultará inocua. Los fans de Jane Austen o las hermanas Brönte tal vez guarden en su corazón alguna de las historias durante un tiempo. Y si me apuráis, puede que algún fanático de Woody Allen encuentre en los personajes posibles protagonistas de las historias de Nueva York que el director ya no cuenta. Pero tras su indoloro visionado no queda mucho más que una espléndida Anne Hathaway, un par de historias con mensaje y la imperecedera (gracias Hollywood) sensación de que en Nueva York todo es posible. Lo ideal para una tarde de domingo sin pretensiones.