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Hace un par de meses, y casi por sorpresa, Aragón TV estrenaba su primera serie de producción propia. El boca-oreja, y las audiencias, dispararon el interés hacia esta novedad más allá de las fronteras aragonesas. Ahora, HBO España multiplicará el público de El último show, autoficción que pone el foco en Miguel Ángel Tirado, más conocido como Marianico el Corto, cómico de largo recorrido que vivió momentos de gloria a principios de los años 90, cuando el programa No te rías que es peor reunía a millones de espectadores frente al televisor.
Eran épocas de shares disparados, y nuestro hombre se encontró de golpe con una popularidad que no le sobrepasó por ese carácter tierno y reposado que desprende en su charla con Serielizados. «Fue una época muy bonita, mucho, aunque es verdad que a menudo tenía que aclarar que Marianico era un personaje», recuerda Tirado. «La cantidad de veces que, después de una actuación, me pasaba dos horas firmando autógrafos. Ahora te piden selfies, va todo un poco más rápido», ríe.
Marianico era un personaje que recreaba al arquetipo de pueblerino del Aragón profundo, un tipo tan brutote como entrañable, que en aquel legendario programa (y en cientos de fiestas patronales) contaba chistes, a menudo aderezados de sal gorda. Creado por Gestmusic (Josep Maria Mainat y Toni Cruz, ex La Trinca, responsables de éxitos como Operación Triunfo), presentado por Jordi Estadella (y, después, por Ramón García o Miriam Díaz Aroca), y con compañeros de viaje como Manuel Barragán, Jaimito Borromeo, Pedro Reyes o Manolo de Vega, Marianico el Corto se metió al público en el bolsillo.
«Fue una época con mucho trabajo: en los primeros tiempos del programa, podía hacer más de 200 galas al año. Después más de 100, y un año flojo podías estar en unas 40. Después llegó la crisis, y años más amargos, durísimos. Y luego se reanimó la cosa y últimamente estaba en 40 o 50 actuaciones al año, antes de que el coronavirus lo parara todo», explica.
Y ahora, en pleno encierro pandémico, y mientras aprovecha para ver sus series favoritas («me gustan las policíacas, como Hawai 5.0 o Bones… y quiero aprovechar que tenemos más tiempo para ver Vis a vis y La Casa de Papel«), le llega un reconocimiento nuevo, inesperado. «De alguna manera, con 70 años empiezo una carrera nueva», afirma con ilusión indisimulada. Y es que ahora se destapa como un estupendo actor dramático. Porque la serie, que podría englobarse en esa tendencia a explotar la autoficción (en los últimos tiempos, aquí y allá, la lista es larga: desde el pionero Jerry Seinfeld o Larry David a Jorge Sanz, Ignatius Farray, Berto Romero o Louis CK). Pero, a diferencia de lo habitual, El último show apuesta claramente por el drama. «Hay un trasfondo de humor, pero no es una comedia, qué va, qué va, toma otra dirección», apunta.
‘El último show’ plantea temas muy serios como la resistencia de la tercera edad ante el papel que la sociedad les dispensa o la caída después del éxito
En esta producción de ocho capítulos, Miguel Ángel Tirado ha decidido abandonar al personaje que le hizo famoso. Vive a las puertas de una depresión, hastiado de los escenarios, sin poder superar la separación de su mujer (que interpreta Luisa Gavasa). Discute con su eterno representante (José Luis Esteban), un buscavidas que le mete en más líos de los que está dispuesto a afrontar en esta etapa de su vida. Sueña con dirigir una película surrealista, como las que hacía su ídolo, don Luis Buñuel. Y tiene que asumir quedarse a cargo de su nieta adolescente. Es en esta subtrama de la serie donde el Tirado actor brilla especialmente, explotando una ternura insólita y una química estupenda con la debutante Laura Boudet, actriz de magnífico futuro.
Creada por Álex Rodrigo (curtido dirigiendo episodios de La Casa de Papel, Vis a vis o El embarcadero), El último show plantea temas muy serios, no solo ese choque generacional o distintos conflictos familiares, también reivindica la resistencia de la tercera edad ante el papel que la sociedad les dispensa y retrata algo tan intrínseco a las figuras públicas: la caída después del éxito, para lo que cuenta con otro cómplice fabuloso, un tal José María Rubio, más conocido como Señor Barragán. Ganarse la vida en bares de medio pelo, en bingos o en fiestas de jubilados es la única salida para las viejas glorias. Quizás la serie peque en algunos momentos de un exceso de sentimentalismo, pero el resultado final, quizás por inesperado, engancha sin remedio.
Aclaremos que el Miguel Ángel Tirado de la serie es un personaje, pura ficción, igual que lo era Marianico el Corto.
Sí, sí, por supuesto. Yo siempre he estado metido en el mundo del humor y nunca había hecho algo así, con tantos matices. En la serie hay drama y tristeza, alegrías, enfados, frustraciones, hasta borracheras… hay de todo. Y mucho de lo que se cuenta es pura ficción. Por ejemplo, a diferencia de mi yo en la serie, no quiero dejar de ser Marianico el Corto. Yo no pensaba que fuera capaz de mostrar tantos registros, que pudieran sacar tanto de mí. En todo eso tienen mucho que ver los directores y Rubén, el coach que hemos tenido, que me han ayudado muchísimo, lo preparaban todo tan bien que me sacaban todos esos matices de dentro.
¿Te has sorprendido al verte en la serie?
Sí, muchísimo. Yo mismo me asombraba de lo que iba haciendo. Lo mío siempre ha sido hacer reír, y para mí ha sido toda una sorpresa. Me he ido metiendo en charcos y he salido bien de ellos. Te prometo que viéndome ha habido momentos que se me saltaba alguna lágrima, parecía que estaba viendo a otro actor.
Así que los seguidores de Marianico el Corto se pueden quedar tranquilos…
Tranquilísimos. No pienso en abandonarlo, eso es cosa del Miguel Ángel de la serie. Llevo casi 38 años con Marianico, es un personaje que siempre he afrontado con tanto cariño y tantas ganas que nunca he sentido que fuera necesario salir del personaje y hacer otras cosas. Es mucho tiempo estando juntos, le debo absolutamente todo a Marianico el Corto, y no pienso dejarlo. Probablemente, sin Marianico no estaríamos hablando ahora mismo…
La serie es un canto a la resistencia en la tercera edad.
Absolutamente. Lo que marca la edad es el cerebro, las ganas de hacer cosas. No es el carnet de identidad. Cumplir años no es un impedimento para afrontar proyectos. Se pueden seguir haciendo cosas nuevas a mi edad, esta oportunidad me ha llegado con 70 años, quién me lo iba a decir a mí… Y de eso habla la serie.
¿Cuál crees que es el secreto de la serie?
«Las cosas han cambiado mucho y ahora es más complicado que una familia se reúna para ver cualquier programa en la tele» (Tirado)
La cotidianidad que muestra, se transmite una cercanía de la que el espectador participa. Y la ternura de los personajes. La serie plantea cosas muy habituales para cualquiera: más allá de las peripecias del cómico que quiere hacer una película surrealista, muestra el choque generacional de un abuelo que se hace cargo de su nieta adolescente. Habla de alguien separado que sigue estando enamorado de su ex mujer. Son temas con los que la gente se puede identificar.
Creo que uno de los aspectos más conseguidos de la trama es la química que tienes con Laura Boudet. ¿Costó mucho trabajar con una debutante que pertenece a otra generación?
No, no, en absoluto. Ha sido muy fácil trabajar con ella. Creo que es una gran actriz con un espléndido futuro por delante. Trabajar con ella fue una maravilla, no hubo ningún roce ni ningún problema entre ambas generaciones. En realidad, y aunque parezca un tópico, todo el equipo estuvo muy unido, formábamos una gran familia…
Hablando de los choques generacionales, ¿es posible la conexión de cómicos como Marianico o Barragán con un público joven que poco tiene que ver con los chavales que os veíamos en ‘No te rías que es peor’?
Llegar a ellos es bastante difícil. Yo voy con la revista a actuar a pueblos, y normalmente el público joven pasa de acudir a vernos. Pero también es verdad que si alguno supera los prejuicios y viene, se ríe. Pero es cierto que llevan otro tipo de vida, y son reacios a ver un espectáculo que creen que es para gente mayor. La ventaja que tenemos para mantener al público es que la gente que nos vio de jóvenes en aquellos años, ahora tiene 40 o 50 años, y permanecemos en su memoria.
En ese sentido, hay un momento muy bonito en la serie, cuando Álvaro Morte dice que tú formas parte de su adolescencia, y que le recuerdas a aquellas reuniones familiares alrededor de la televisión.
«Cuando saltas al drama mucha gente te reconoce, te valora, y es algo curioso cuando llevas una carrera de tantos años a las espaldas»
Ese momento me emociona mucho. No creo que sea verdad en el caso de Álvaro, no lo sé, puede que sí. Supongo que es cosa del guion, pero tengo claro que eso sí ha ocurrido con mucha gente. Porque es verdad que reuníamos a las familias, los chavales salían corriendo del colegio a la hora de comer, para llegar a ver el programa, y a mí había maestros en los pueblos que me decían que lo termináramos antes, porque los críos llegaban tarde a clase (risas). La nostalgia actúa en esos casos. Pero es verdad que las cosas han cambiado mucho y ahora es más complicado que una familia se reúna para ver cualquier programa en la tele.
Con ‘El último show’ vuelve a demostrarse aquello de que el reconocimiento del cómico no llega hasta que hace drama…
Es una gran verdad, y no sé por qué motivo, pero al humor no se le hace tanto caso como al drama. Cuando siempre se ha dicho, y es un hecho, que es mucho más difícil hacer reír que hacer llorar. Y luego saltas al drama y mucha gente te reconoce, te valora, y te dice que tienes muchos registros. Es algo curioso, cuando llevas una carrera de tantos años a las espaldas.
Otro que se reivindica como un actor, más allá del personaje, es José María Rubio, alias Barragán. Entiendo que a lo largo de los años habéis estado en contacto…
Sí, nunca lo hemos perdido, ni con él ni con Jaimito Borromeo. Algunos de mis compañeros de entonces ya no están, otros han dejado la profesión. Pero con José María hay muy buena relación, hemos hecho juntos algunas actuaciones, y seguimos en contacto… Pero la idea de ficharlo fue de Álex Rodrigo. Y José María está encantado, muy contento con su participación en la serie, porque por primera vez puede aparecer sin el maquillaje de Barragán. Los dos agradecemos mucho que, gracias a la serie, la gente se dé cuenta que detrás de nuestros personajes había dos actores…
Viendo el resultado me sorprende que nunca hubiera oportunidad de salir del personaje de Marianico y afrontar otros proyectos distintos.
Bueno, supongo que estar 38 años con él, y tan encantado, no me hizo buscar otras cosas. Siempre he estado con Marianico. Y más allá, solo he hecho cosas muy puntuales: unas obras de teatro mezcladas con jota aragonesa, algunos sketches y algún cameo (en Una de zombis o en Tensión sexual no resuelta). Y justo ahora acabo de hacer otra película, Uno para todos, con David Verdaguer, donde tengo un papel secundario y que ha sido también una muy buena experiencia.
¿Te han llegado propuestas a raíz de ‘El último show’?
Pues aún no. Creo que no ha dado tiempo, con la pandemia, todo esto me ha pillado encerrado en casa, pero la alegría me puede. Estoy muy contento, no te puedes imaginar, estoy en una nube de felicidad con todo lo que está pasando con la serie, y muy ilusionado con esta nueva aventura en HBO, que ha sido una bendición, un premio de lotería que nos ha tocado. Es algo que no me esperaba, pero la serie ha quedado de maravilla y espero que la puedan disfrutar muchas más personas, seguro que se multiplicará el número de espectadores. En todo caso, estoy abierto a propuestas, a mí me encantaría hacer más cosas, porque de algún modo ha sido como empezar una carrera nueva…