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Por definición el serieadicto es un tipo egocéntrico. No sólo se ofusca en saciar la sed de ficción, dejando con ello, los problemas y necesidades de los que le rodean en el contenedor más cercano, sino también por andar circunscrito a la realidad que afecta a sus series de cabecera. Se preocupa poco, o muy poco, de los universos paralelos que ofrecen otras ficciones, y de la suerte que éstas corren. Sin embargo, de vez en cuando, repara en alguna de estas producciones que le son ajenas en su día a día, y se pregunta si su olfato no habrá sido lastimado con tanta dosis, y si habrá hecho mal en ignorar esa serie que encara su quinta temporada.
Lo que nos lleva al hueso de este texto, donde quizá, entre las citadas hayamos pasado por alto alguna serie estimable. Decente para vosotros, YO, sin embargo, tengo claro que los siguientes casos son los expediente X de los upfronts de cada año.
¿O acaso alguien en su sano juicio, sin residuos de estupefacientes en la corteza cerebral, es capaz de entender cómo un vómito como ‘The Following’ se le dé la oportunidad de disfrutar de una segunda temporada? ¿O que quizás haya alguien en la sala que tenga el valor de confesar que sigue la cuarta, (sí, la cuarta) de ‘Pequeñas mentirosas’ (Pretty Little Liars)? Puede que con el piloto de ‘The Following’ me pasara 45 minutos de vida abocado en la taza del váter hasta agotar las reservas de bilis, pero no estoy dispuesto a pasar por el mismo trance con esta serie que ha renovado por una quinta temporada, y que para más inri, tiene un spin off titulado ‘Ravenswood’. Pero repito, ¿alguien la ha visto?
Aunque hay casos más flagrantes. Como la propia ‘Scandal’, una serie que alberga en su propio título el único adjetivo con el que se puede explicar su permanencia en antena con una cuarta temporada. ¿Acaso alguien, sin contar a Alberto Rey, ha puesto su pezuña en este abominación televisiva?
Por no hablar de ‘Revenge’, esa serie de la ABC que ya va por su tercera temporada y de la que mi retina y estómago se han puesto de acuerdo para crear capas de contención a base de cócteles de omeprazol.
Y hablando de engendros, ¿alguien tuvo «los Simeone» de acercarse alguna vez a ‘Hart of Dixie’? Esa serie que malgasta el presupuesto de la CW en una tercera temporada, y que sólo viendo su póster y ese aire a ‘Dawson crece’ tira más hacia atrás que la halitosis de Pocholo tras un verano de rave ibicenca. ¿Y ‘Crónicas vampíricas’? Una basura de la CW, creada por el malhechor de ‘Sé lo que hiciste el último verano‘ (y bien que no lo olvidamos, hijo de perra), que se encamina, para alucine nivel Snoop Dog ciego de matuja, a su sexta temporada.
Aunque no hace falta sumergirse en las aguas residuales, tóxicas y podridas, de las cloacas catódicas de los Estados Unidos, hay otros casos, mucho más populares, a riesgo de ganarme una expulsión permanente, que mi cabezota no puede explicar el porqué siguen en antena.
A True Blood, por ejemplo, tenían que haberla ajusticiado en la primera temporada, una vez terminada la cabecera, y ahorrarnos así esas 6 temporadas de estiércol catódico, más la que queda. El humor de How I met your mother hace muchos trimestres que está caduco y en decadencia. Otra a la que se le tenía que haber pasado la guillotina hace años es CSI y sus jodidas franquicias. Por cierto Dexter ya nos dejó, que sino, otra que hubiera entrado en el selecto club.
La lista es innombrable, está lleno de casos «Scandal», pero mientras nuestra voluntad queda sujeta al dictamen de las audiencias norteamericanas, no queda otra que seguir cruzando los dedos para que series como Community (ya es tarde), Hannibal o Shameless renueven sus temporadas, mientras que toda esta otra ficción televisiva, que ningún mortal en su sano juicio se atrevería a seguir, o como mínimo a confesarlo públicamente, renuevan temporada tras temporada sin que nadie entienda el cómo ni el porqué.