Lecciones de vida que nos enseñó ‘Dawson Crece’
Series adolescentes, fuentes universales de conocimiento

Lecciones de vida que nos enseñó ‘Dawson Crece’

La obra de Kevin Williamson, aunque repudiada por muchos, marcó la época de acné y dudas existenciales de los nacidos a mediados de los ochenta.

Si tu adolescencia tuvo lugar entre la década de los 90 y principios del siglo XXI, fuiste carne de Dawson crece. Para los que vivimos la época del acné y las dudas existenciales entre los años que van de la caída del muro de Berlín a la entrada del euro, nos agarramos a la serie de Kevin Williamson como la Biblia del desasosiego adolescente. Ahora, visto en perspectiva, sabemos que las correrías de Dawson y sus colegas por los idílicos escenarios de Massachusetts tenían bastante menos profundidad que, por ejemplo, las de Angela Chase en My So-Called Life (Es mi vida), una serie más realista que la del guionista de Scream.

Podemos ir de duros y duras y hacer ver que no sucumbimos a las cursiladas de Dawson, Joey, Pacey y Jen pero la realidad es que aún hoy en día tarareamos la dulzona “I don’t wanna wait” de Paula Cole, sintonía de la serie. Podemos ir de alternativos y afirmar que nunca nos pasamos tardes discutiendo con nuestras amistades sobre quién era mejor partido, Dawson o Pacey. Podemos tirarnos el rollo y decir que nosotros solo conocemos a Michelle Williams como musa del cine independiente. Basta de mentiras, sabemos la verdad: Dawson crece ocupó muchas mañanas de nuestra vida e incluso nos enseñó valiosas lecciones.

“Dawson cometió un pecado capital, ser tan intenso que al final los espectadores acabaron pasando de él”

La gente intensa aburre a las piedras o, lo que es lo mismo, puedes ser protagonista de una serie y que todo el mundo te acabe odiando. Dawson Leery tenía que ser, en principio, un personaje querido por el público. Sin embargo cometió un pecado capital, ser tan intenso que al final los espectadores acabaron pasando de él. Ya no les importaba si la vida le iba bien o mal, si llegaba a ser director de cine o se quedaba varado con su estúpido bote en el lago de delante de su casa. Se convirtió en el típico amigo plasta que le busca un significado a cualquier acontecimiento de mierda. Cansino hasta decir basta y generador de gifs antológicos (¡ese llanto a moco tendido!), posteriormente solo Ted Mosby ha conseguido superarlo como muermo supremo de la televisión. Así pues, primera enseñanza de Dawson Crece: aprende a poner el freno cuando te estás pasando de intenso.

 

Dawson

 “Tuvimos que esperar seis temporadas para que Joey se diera cuenta de una cosa que los espectadores sabíamos desde el primer día”

Al final, la chica se queda con el malote. Por si aún no lo sabíais… ¡SPOILER! Después de todas las idas y venidas, los momentos filosóficos y mil y una tonterías varias, Joey se acaba decidiendo por Pacey, su verdadero amor y chico malo oficial de la serie. No nos vamos a engañar, si la otra opción era Dawson, la elección era fácil. La pena es que tuvimos que esperar seis temporadas para que Joey se diera cuenta de una cosa que los espectadores sabíamos desde el primer día. Quizás es caer en el tópico pero en las series, y muchas veces en la vida real también, nos atraen más los personajes con una aura problemática que los que van de santurrones y nos miran con ojos de perro apaleado.

Mujercitas nos ha hecho mucho daño: las novelas de Louise May Alcott (normalmente se obvia que son dos libros y no sólo uno) son dos volúmenes clásicos para iniciarse en literatura juvenil. Más de una y de dos ha acabado queriendo ser escritora por culpa del personaje de Jo March, la hermana independiente que se saltaba a la torera las convenciones sociales y los estereotipos de la época para conseguir su objetivo. Joey es un nada disimulado homenaje a ella, de hecho es explícito desde el momento que sabemos que Mujercitas era el libro favorito de su fallecida. El personaje interpretado por Katie Holmes, quién te ha visto y quién te ve, es una réplica del que creó May Alcott: comparten nombre y un mismo encanto “tomboy”. Por si fuera poco, tienen vidas profesionales paralelas en el mundo de las letras. Sin duda el personaje de la escritora norteamericana es uno de los iconos femeninos de la literatura pero su abuso como fuente de inspiración ha acabado por hacerlo aburrido.

 

Katie Holmes

“Eran adolescentes capaces de discutir y debatir todos los acontecimientos de su vida usando una retórica solo al alcance de los adultos más leídos”

¿Quieres ser respetado? Utiliza palabras rimbombantes aunque no tengas ni idea de lo que estás diciendo. Uno de los elementos distintivos de la juventud de Capeside, el pueblo donde vivían los cuatro protagonistas, era su florido léxico. Williamson creó personajes adolescentes capaces de discutir y debatir todos los acontecimientos de su vida usando una retórica solo al alcance de los adultos más leídos. A no ser que este pequeño pueblo de Massachusetts concentrara los niveles más elevados de erudición del mundo, esto resulta del todo irreal (corre la leyenda que Michelle Williams se estudiaba los guiones con el diccionario al lado). Sin embargo, de ello podemos sacar una gran lección, no hay nada que imponga más que el uso de palabras rimbombantes. No lo dudes, si te quieres quedar con el personal echa mano del diccionario.

Si has sido una guarrilla, pagarás tarde o temprano. Llegamos a uno de los puntos más peliagudos de la serie: ¿Es Dawson Crece retrograda? La respuesta es sí. Quizás no era la intención de su creador pero el destino final de Jen, la joven díscola que llega de Nueva York, echaba un tufillo más que carca. Toda su trayectoria vital se plantea como una especie de redención y cuando ya la tenemos rehabilitada va y la palma. Es inevitable pensar que el personaje de Jen es más duramente castigado y maltratado que el resto de sus compañeros y que es así por su pasado casquivano. Así que, chicas, comportaos correctamente, tened sexo solo con personas a las que améis o vendrá Kevin Williamson y os puteará hasta decir basta.

Dawson crece

Los últimos serán los primeros. Es un clásico. Te eligen para protagonizar una serie que acaba siendo un éxito y tu carrera nunca remonta. James van der Beek y Katie Holmes son un buen ejemplo de ello. Ya sea por falta de suerte, de talento o por liarse con gurús de la Cienciología, su carrera nunca ha vuelto a estar tan arriba como cuando encarnaron a los personajes que les dieron la fama. No se puede decir lo mismo de Joshua Jackson y, sobre todo de Michelle Williams, quienes han aprovechado mucho mejor su paso por la serie.

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