La muerte que hizo renacer el lado oscuro de la historia de Argentina
'El fiscal, la presidenta y el espía'

La muerte que hizo renacer el lado oscuro de la historia de Argentina

Tras ver 'El Fiscal, la Presidenta y el Espía', nos sentamos a hablar con su director, Justin Webster, para continuar indagando acerca de la misteriosa muerte de Alberto Nisman.

'El Fiscal, la Presidenta y el Espía' se estrenó en Movistar+ el 12 de enero / Crédito: Movistar+

Se adentró en León para arrojar luz sobre uno de los crímenes más mediáticos de la historia reciente de España. Dirigió documentales sobre Aznar y sobre los atentados del 11-M, y ha recogido varios premios por retratar a algunos de los equipos y jugadores del fútbol más importantes del mundo. Pero Justin Webster lo tiene claro, El Fiscal, la Presidenta y el Espía «es el trabajo más difícil que he hecho en mi vida».

Para entender que en estas palabras, pronunciadas una fría mañana de diciembre en una cafetería madrileña, no hay un ápice de exageración basta con conocer el argumento de la nueva serie de no ficción del creador de origen británico que Movistar+ estrenó el 12 de enero. La muerte del fiscal Nisman ocurrió cuatro días después de acusar en prime time a Cristina Kichner, por aquel entonces presidenta de Argentina, de conspirar con Irán y encubrir a los responsables de un atentado ocurrido en Buenos Aires en los 90.

Webster se ha pasado los cuatro últimos años trabajando en esta producción que Netflix ya ha estrenado en Argentina, reviviendo un debate que en el fondo nunca quedó resuelto. ¿Nisman se suicidó o fue asesinado? El Fiscal, la Presidenta y el Espía no tiene una respuesta directa a una causa que sigue pendiente de juicio, y Webster lo deja claro. «Lo que voy a evitar decir es si fue un suicido o lo mataron, o fue Irán, o no, o Cristina Kirchner fue culpable o no del encubrimiento. Porque eso es lo que hace todo el mundo desde el primer día en los taxis, en los programas de televisión, es un ruido espantoso», reconoce. «El trabajo es mantener la mente abierta durante 4 años, contar la historia, y creo que gente racional y abierta tendrán conclusiones muy claras», sentencia.

El 19 de enero de 2015 Argentina amaneció conmocionada. El cuerpo del fiscal Nisman, que un día después iba a acudir al Congreso a presentar su denuncia contra Kirchner, había sido encontrado sin vida en el baño de su apartamento. La fiscal encargada del caso apuntaba a un posible suicidio pero las voces que descartaban que Nisman, que llevaba investigando 10 años el caso, se hubiese quitado la vida por voluntad propia, no tardaron en aparecer. Mientras las teorías conspiratorias llenaban horas de televisión, la muerte del fiscal se convertía en el suceso que llevaría al país a encontrarse con su Historia y, tal vez, a cambiarla.

Para Webster el fallecimiento del fiscal tuvo «una resonancia hacia el futuro, hacia el pasado, en Argentina, globalmente, de lo político a lo personal…». Y, tal vez, por eso «eran todo dificultades». «Nadie quería hablar sobre esto con nadie», comenta antes de señalar que los rodajes en Argentina fueron mucho más difíciles que en Estados Unidos, a pesar de que allí entrevistaron a agentes de la CIA y el FBI. «Me acuerdo que había un periodista muy conocido, no es esencial pero es llamativo, que canceló la entrevista 5 minutos antes de hacerla. Y esto no fue un trabajo de días, sino semanas, porque él tenía unos audios que nos interesaban y al final dijo que no», relata.

A esta repentina renuncia se sumaron las de Sandra Arroyo Salgado, expareja de Nisman, y Cristina Kirchner. Pero El Fiscal, la Presidenta y el Espía cuentan con tantas voces, tan diversas, que no se les echa de menos. Webster ha trabajado a conciencia para contar una historia «que no tenía ninguna gana de hacer» pero a la que accedió para «aportar algo de luz, no para juzgar la historia o hablar otra vez de las víctimas, que son importantes». Y el resultado es una adictiva producción de seis capítulos en las que es imprescindible dejarse llevar «para llegar a las conclusiones», según el propio Webster, que añade: «No quiero dar las conclusiones fáciles porque eso es como hacer un tuit».

La falta de pólvora en las manos de Nisman, el caso que él estaba investigando o la chapucera investigación aportaban nuevas perspectivas

Yo, que disfruté como una enana con Making a murderer y sentí escalofríos con The Jinx, he vivido esta serie subida a una montaña rusa de emociones impropia para una producción que cuenta una historia que, se supone, conoces. Empecé sin ningún ánimo, porque en los primeros meses de 2015 las informaciones sobre Argentina no hablaban de otra cosa que no fuese Nisman, Kirchner y la teoría de turno. Pero una fiscal deslenguada, un retrato del fallecido que no encajaba con las supuestas causas de la muerte y un tal Stiuso, «el Rasputín de la política argentina», me convencieron para quedarme tras el primer episodio.

Cuando me quise dar cuenta quería saber más de una historia que creía que conocía, pero ahora todo eran dudas razonables. La falta de pólvora en las manos de Nisman, los vínculos iraníes del caso que estaba investigando o la chapucera investigación aportaban nuevas perspectivas a una muerte sobre la que todo el mundo tenía algo que decir. Y lo hacía en un ambiente político insostenible, con la presidenta señalada y cuatrocientas mil personas saliendo a la calle en un día lluvioso para gritar «Nisman presente» y reclamar respuestas. «La sensación era como que la cloaca había desbordado», explica uno de los testimonios para describir la situación que vivía el país.

Cuatrocientas mil personas saliendo a las calles de Buenos Aires en 2015 para pedir respuestas / Crédito: Movistar+

Para desarrollar una historia que traspasa fronteras y viaja en el tiempo El Fiscal, la Presidenta y el Espía no escatima en imágenes de archivo, testimonios de todo tipo de expertos, periodistas y personas cercanas al caso y un diseño de producción que refleja a la perfección la esencia de la historia. Metraje para no quedarse únicamente con unos testimonios en los que es difícil distinguir lo que es verdad de lo que no lo es, porque como cuenta el propio director «en Argentina la gente es dada a hablar de una forma muy elocuente, superficialmente elocuente, es muy difícil de definir», reconoce.

En realidad, sus dificultades a la hora de obtener testimonios esclarecedores solo sirvieron para animarle a seguir buscando certezas. «La verdad tiene mala fama en el mundo hispano», comenta antes de apuntar que este problema se está extendiendo «probablemente por razones históricas». «En Gran Bretaña no queremos expertos y no nos importa que Boris Johnson mienta», reconoce señalando que lo más grave del caso Nisman es que «la gente ni piense que hay una posibilidad de saber la verdad. Esto degrada la idea de la verdad».

Detrás del caso Nisman, de Cristina Kirchner y de las supuestas implicaciones iraníes hay 85 familiares que desde 1994 buscan justicia para los fallecidos en el atentado de la AMIA. «Es una tragedia y es el fondo del asunto», apunta Webster. «Es una muestra de lo importante que es la verdad, y los únicos que realmente quieren la verdad son las víctimas. No los únicos, hay otra gente que lo intenta, pero son los más importantes. Es una advertencia sobre lo que puede pasar si no crees en la verdad, y las víctimas de esto son los familiares de las víctimas de AMIA», añade antes de sentenciar que allí donde la gente «no crea en la verdad puede pasar esto. Es una tragedia y es una advertencia».

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