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La última vez que pasé por aquí fue para despotricar y echar pestes del trabajo que se estaba llevando a cabo con el desarrollo de la novena temporada de The Walking Dead. Pero hoy no es ese día. Hoy traigo al substituto perfecto para aquellos que abandonasteis la serie de Greg Nicotero, Kingdom, una serie de zombis coreana -que llega a través de Netflix- que recurre al género de terror para explicar en primer término cómo los hombres se pudren por conseguir más poder.
Situada en la edad medieval, Kingdom juega a transformar a aquellos que quieren atentar contra la monarquía, los que quieren hacerse con el control absoluto, en una especie de zombis con toques vampíricos para hacer una radiografía de cómo deberían ser en realidad los traidores golpistas y codiciosos que solo quieren doblegar al pueblo coreano, esto es: seres putrefactos que se mueven en la oscuridad y que comen carne de la propia gente que compone a ese pueblo que ansían poseer. Lo que viene a representar, grosso modo y hablando mal y pronto, es que la nobleza corrupta es el cáncer de la sociedad.
El argumento se toma su tiempo y tarda lo suyo en arrancar, dado que la historia no empieza de cero y nos sitúa en medio de una trama de traiciones políticas y planes de golpes de estado, cosa que obliga al espectador a hacer un sobreesfuerzo –por lo menos al inicio- para posicionarse en el guion y aprender los nombres de los personajes importantes y los movimientos que estos realizan. Algo parecido a lo que pasó con la primera temporada de Juego de tronos –ese referente que nadie utiliza, nótese la ironía- cuando tuvimos que ponernos al día con la historia de las casas y su lore.
Aunque le funciona bien que esa introducción al mundo de Kingdom sea considerablemente larga, porque así ese suspense que va in crescendo actúa como un detonante perfecto cuando la serie saca las katanas a pasear y empieza el espectáculo a rebosar de gore con secuencias sin nada que envidiar a clásicos de terror del subgénero zombi, puede ser la causa de que muchos espectadores no lleguen ni al tercer episodio de la serie debido a su moderada densidad.
‘Kingdom’ recupera ese frenetismo maníaco que vimos en ‘Tren a Busan’ y ’28 días después’
Sin embargo, merece la pena quedarse, porque Kingdom mide sus pasos muy cuidadosamente. Que no os parezca que la serie no hace los deberes y recurre a los zombis para tenerlos solo de fondo sin cuidar su origen o su forma –el trabajo de maquillaje es de chapó- puesto que hace todo lo contrario. Kim Seong-hoon y Kim Eun-hee (director y guionista, respectivamente) no olvidan el exitazo que fue Tren a Busan (2016, Yeon Sang-ho), por lo que recuperan ese frenetismo maníaco que caracterizaba a sus infectados –que ya bebía de la 28 días después de Danny Boyle- y convierten a los granjeros en bestias rabiosas que corren más que el caballo del bueno.
Pero, eso sí, fijándose en el contexto de La serpiente y el arco iris de Wes Craven para dar un origen mágico y mitológico a la enfermedad zombi que se extiende por toda corea. Reuniendo unas aptitudes que la diferencian fácilmente del resto de productos de no-muertos que corren por las plataformas VOD y también le permite asentar unas bases sólidas para poder construir una trama que lleve a más de una temporada evolucionando a sus zombis.
A día de hoy, Kingdom es la mejor alternativa para los que seáis adictos a los monstruos. Y no es por seguir metiendo el dedo en la llaga, pero a algunos de los mandamases de The Walking Dead deberían enseñarle cómo hacer un buen drama de zombis obligándoles a visionar Kingdom.
- Adenda: Si por casualidad hubiera alguna persona en la sala aficionada a la saga de videojuegos Onimusha, esta serie será gloria bendita.