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«¡Oh Pachacamac, poderoso astro del día, tú qué hiciste el mundo, tú que lo animas, haz que tus rayos vengadores purifiquen a estos sacrílegos!»
– ‘Tintín en el templo del Sol’
Netflix continúa apostando por la producción europea, en este caso Bélgica, en su dinámica de producción local con aspiración global. Éste es el caso de Into the Night serie de corte catastrófico y postapocalíptico que incluye todos los elementos para aprobar con nota: tema que atrapa, buena factura y actuaciones más que notables.
Into the Night, ligeramente inspirada en la novela The Old Axolotl de Jacek Dukaj, se inscribe dentro del thriller de ciencia ficción partiendo de una premisa interesante: ¿qué pasaría si la luz solar nos matara? A partir de aquí, y teniendo en cuenta que no es suficiente con encerrarse en casa y quedarse a la sombra (como harían los vampiros), los pasajeros de un avión belga con destino a Moscú recorrerán a ritmo frenético el globo terráqueo, siempre hacia el oeste, para esquivar la luz solar y no morir inevitablemente.
La serie, pues, se suma a la temática de la amenaza natural, en especial aquella que arrasa inexorablemente y de forma inexplicable, pues nadie sabe por qué el sol ha cambiado, convirtiéndose en un vengativo dios azteca, y la única forma de esconderse de él es refugiándose muy profundo en algún búnker subterráneo, tarea harto difícil que los protagonistas de Into The Night intentarán desesperadamente.
La amenaza invisible que escapa a la razón se pone especialmente de moda a raíz de los atentados del 11-S, punto de inflexión en Occidente, donde el terrorismo islámico deviene una amenaza casi etérea. Pero al terrorismo se le suma, con especial fuerza, la amenaza natural/vírica, también invisible y difícilmente evitable, un profundo miedo a la naturaleza=muerte que tiene el ser humano desde la Edad Media y su peste negra, y que toma especial fuerza en nuestra contemporaneidad gracias al Sida, las vacas locas, el Évola o, por su puesto (y siendo tremendamente presentistas) el Covid-19.
Amenazas invisibles que crean un caldo de cultivo narrativo ideal para la creación de ficciones cargadas de miedo, tensión y agobio frente a un enemigo desconocido: la lista es interminable (desde La amenaza de Andrómeda, a la serie The Rain, pasando por la película Contagio o 28 días después, que incluye a los zombies en la ecuación), aunque me gustaría destacar la propuesta desgarradora a la par que sutil del film El Incidente y la serie The Leftovers; ambas destacan por no dar explicación alguna sobre lo que ocurre, y ante la amenaza invisible que extermina la humanidad nos proponen «simplemente» ver las reacciones (de miedo, supervivencia y angustia) de una humanidad activada por el terror. Y eso es lo que harán los personajes de Into The Night: moverse sin freno, sufrir, estresarse y reaccionar constantemente a imprevistos para sobrevivir.
Mas allá de la temática, la fuerza de Into the Nigt radica también en un ritmo trepidante, un thriller de infarto que juega, por un lado, con la necesidad de movimiento constante del avión, recordando a films como Rompenieves (un tren en constante movimiento) o Speed (un autobús), que suman a la amenaza el hecho de que pararse es morir. Y por otro lado, Into the Nigt ofrece un guion al servicio del cliffhanger, que propone trabas constantes y atrapa con fuerza, un guion que recuerda el nivel de (drogo) dependencia que generaba la serie Lost.
Los films de catástrofes de los 70 ya confirmaron que el protagonismo coral encaja muy bien con esta clase de thrillers
De hecho con Lost tiene otros puntos de conexión: por un lado el protagonismo coral de personajes y por el otro el mostrar, en este caso al inicio de cada capítulo, un pequeño flashback para conocer mejor a los protagonistas. Ya desde los films de catástrofes de los 70 (El coloso en llamas, La aventura del Poseidón y, especialmente vinculada a la serie que nos ocupa, Aeropuerto) se confirma que el protagonismo coral encaja muy bien con esta clase de thrillers, mostrando cómo múltiples personajes se relacionan entre ellos para sobrevivir a una amenaza.
Éste protagonismo coral encontrará en la televisión serializada su ámbito perfecto, pues sin un aparente límite de tiempo, es mas fácil profundizar en la personalidad de múltiples personajes: así desde la coralidad de series de los 80 cómo Canción triste de Hill Street u Hospital llegamos a Lost e Into the Night, que a la mirada poliédrica a múltiples personajes (con flashbacks incluidos) añaden la tensión constante de una muerte inminente y desconocida, indagando en sus reacciones, sus relaciones personales y sus roles dentro del grupo.
Decíamos que la serie también tiene vises de postapocalipsis, mostrando estampas de destrucción, desastre y cadáveres por todos lados, sumándose a un imaginario al estilo The Walking Dead, donde el mundo que conocíamos ha quedado hecho trizas. De hecho Into the night ahonda también en lo que series como The Walking Dead o films como La carretera (y en general, la mayoría de ficciones postapocalipticas) proponen: ¿Qué somos capaces de hacer para sobrevivir? ¿Cómo nos organizamos ante una muerte inminente?
«El holocausto inocula el miedo a la muerte como si fuera un virus letal que impide el normal funcionamiento y desarrollo de cualquier institución democrática»[1]. Es curioso ver cómo en Into The Night (y en eso se nota que la serie es europea y no norteamericana) invoca la democracia en diversas ocasiones, intentando preservar una institución que nos aleje del salvajismo individualista. ¿Homo hominis lupus? No será fácil, y a veces hay que reaccionar rápido para vencer a la muerte, utilizando la violencia, dejando atrás a compañeros y a menudo (y que se lo digan a nuestros gobernantes en plena crisis vírica) tomando decisiones difíciles y equivocadas.
Sin ánimo de hacer mucho spoiler, parece que el final de la primera temporada «aparca» el avión para adentrarse en nuevos escenarios (quizá más postapocalípticos al uso), y veremos cómo mantiene la tensión constante que ha ofrecido esta primera temporada. Esperemos que Into The Night nos siga ofreciendo una trepidante montaña rusa (mejor dicho, belga) de emoción posttraumática, un tipo de ficciones que sirven, y más en estos días inciertos, como válvula de escape a nuestra más que alterada tensión.
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[1] DE FELIPE, F. GÓMEZ, I. (2011) Ficciones Colaterales: las huellas del 11-S en las series «made in USA». Pág. 170.