'How to with John Wilson': La vida en primera persona
'How to with John Wilson'

‘How to with John Wilson’: La vida en primera persona

Uno de los mejores y más sorprendentes regalos seriéfilos que nos ha dejado este maldito 2020 se encuentra en HBO: ‘How to with John Wilson’ ha llegado a nuestras vidas para romper nuestras rutinas.

Olvidad la vacuna, 'How to with John Wilson' es lo que necesitamos. | Crédito: HBO

How to with John Wilson nos trae al titular John Wilson, un documentalista independiente que se mueve por las calles de Nueva York enganchado a su querida videocámara. La serie se expande y se contrae, como un acordeón narrativo, gracias al montaje y a la narración de un aséptico John Wilson.

Partiendo formalmente del videotutorial sobre diversos temas, vamos desde los rincones más reconociblemente simples de su vida a otras desviaciones totalmente inesperadas y sorprendentes. 

Como si la cámara fuera una extensión de su propio brazo, John Wilson entiende la vida a través del objetivo. Así nos lo cuenta, en primera persona, en esta particular serie documental, que te atrapa de manera hipnótica desde el primer momento. Sin saber muy bien por qué.

Un nuevo paradigma de neoyorquino

Nueva York es una ciudad que tiene de todo y para todos, como muestra How to with John Wilson. Cuesta pensar en un rincón del mundo con tanto para grabar por metro cuadrado. Desde Kyle MacLachlan intentando marcar una tarjeta de metro defectuosa a ver pasear un cerdo con correa. De un Spider-man enchufado a sus auriculares de diadema a un transeúnte que cuenta sus experiencias sexuales más salvajes a colación de una pregunta sobre andamios.

Todo esto, y mucho más, tiene cabida en Nueva York pero es el neoyorquino John Wilson, en su rol de narrador casi invisible, el que enhebra un hilo conductor que nos apabulla a través de un collage de escenas urbanas que yuxtapone con sus reflexiones y obsesiones varias. Esas inquietudes lo trasladan en cada capítulo a lugares -a menudo, más allá de los límites de Nueva York- en el que nos esperan algunas de las situaciones más delirantes que podamos ver.

Wilson es un voyeur capaz de construir un relato en el que las vidas ajenas dan explicación a las cosas que le ocurren

El cine y las series nos han dado neoyorquinos para todos los gustos: desde la neurosis hebrea de tipos como Woody Allen o Jerry Seinfeld a los mafiosos italoamericanos de Coppola y Scorsese, pasando por las comodidades de los treintañeros de Friends, los lujos de Carrie Bradshaw y compañía en Sexo en Nueva York o las inquietudes millennials de la troupe de Lena Durham en Girls.

Parece que hay un Nueva York para cada etapa y estilo de vida. Y en la era de los creadores surgidos de internet, de los contenidos grabados en primera persona y, también, de las precariedades surgidas del confinamiento, emerge la figura de John Wilson como un nuevo paradigma de neoyorquino. 

En este caso, un personaje muy peculiar, un voyeur coleccionista de imágenes. Capaz de construir un relato en el que las vidas ajenas nutren y dan explicación a su propia vida y las cosas que le ocurren. Cosas de la vida en primera persona que, a veces, son tan mundanas que pueden pasarle a cualquiera. Pero otras veces, son cosas que sólo puede generar alguien con el ojo clínico de Wilson. Sus horas de metraje cuidadosamente archivado. Su habilidad para entablar conversación con desconocidos que circulan ante él. Con todo ello, Wilson consigue hacer poética visual de Nueva York.

John Wilson: un hombre pegado a una cámara / Crédito: HBO

John Wilson: ¿Alienígena o humano?

How to with John Wilson podría parecer el videodiario de un alienígena que observa la humanidad en la ciudad más famosa del Planeta. Eso sí, sin llegar a tener las ansias antropófagas del personaje de Scarlett Johanson en Under the skin (Jonathan Glazer, 2013). El carácter de John Wilson puede llegar a parecer tan distante y exterior como el de un extraterrestre, pero nada más lejos de la realidad. Apenas podemos ver a John Wilson más allá de un brazo o su silueta reflejada. Y su cadencia al hablar puede recordar a la de un tipo asocial y desconectado de la realidad. Pero lo cierto es que How to with John Wilson es una de las series más intrínsecamente humanas de la actualidad. 

Porque, a pesar de lo que pueda parecer, la cámara no ejerce de barrera entre John Wilson y el mundo, al contrario. Es un tercer ojo que le permite hacer un relato esencialmente humanista. A diferencia de, por ejemplo, Sacha Baron Cohen. Si bien Borat emplea técnicas similares para ejercer de bufón denunciador, John Wilson emerge como un trovador romántico del siglo XXI. Armado de una cámara y un software de edición, abre una ventana de posibilidades que va discurriendo hasta el capítulo final, el más tierno y emotivo de todos. 

Esa capacidad de la serie para alternar destellos de humor absurdo -donde se nota más la mano del productor Nathan Fielder, de Nathan for you– con historias emotivas le da también una cualidad parecida a la de esos bonitos y enormes libros llenos de fotografías que se dejan en las mesitas de salón. Siempre están allí y cuando los abres, podrías perderte horas en ellos. How to with John Wilson tiene mucho de eso.

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