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Quien considere que los años ochenta no fue la década más hortera de la historia, es que es más hortera que un híbrido entre los Duran Duran y Azúcar Moreno, más hortera que los modelitos de Ana Torroja. Muchas chicas parecían réplicas de la Mecana mayor y los chicos sólo se preocupaban por las hombreras y la pinza de los pantalones. ¡Un horror! En televisión se dio la oportunidad a que todos los «pecho lobo» del planeta surgieran sin contemplaciones, y las pelambreras se dibujaban por los escotes variopintos de los más ilustres cantantes, fuese la que fuese su procedencia. Todo el mundo se disfrazó, incluidos Bob Dylan y los Rolling Stones. Y todavía ninguno ha entonado el mea culpa.En medio de un panorama tan desolador, en nuestro país los años del compromiso político se esfumaron y el único deseo era ganar dinero, ponerse ciego de cocaína y contemplar como el jefe del corral, Felipe González, convertía el país en un rancho, del que estamos actualmente pagando las letras devueltas. La corrupción generalizada y el terrorismo de Estado fueron prácticas comunes ante el avance de la socialdemocracia, la integración en Europa y otras zarandajas como la movida madrileña, un asco.
«El actor Richard Chamberlain se anticipó con sus «No puedorrr!» al inefable Chiquito ante las carnes prietas de la protagonista»
No todo fueron contratiempos para la sensibilidad. En la caja tonta –más tonta que nunca– programaron una serie que se diferenciaba de los éxitos del momento, incluso de Raíces, con la que compartía productor, David L. Wolper. De producción norteamericana, pero basada en una historia emplazada en Nueva Gales del Sur y escrita por la novelista australiana Colleen McCullough, El Pájaro Espino se estrenó en nuestro país en 1985, con un reparto estelar con Richard Chamberlain, Rachel Ward, Barbara Stanwyck y Christopher Plummer, entre otros. La serie recreaba la historia de un amor imposible entre un sacerdote católico con mucho recorrido –ahora deberíamos precisar que sin currículo pederasta–, interpretado por el galán aventurero Richard Chamberlain, y una buena moza, que estaba para echarle el lazo y no dejarla ir nunca más. A pesar de los pesares y de más de un revolcón, el apuesto sacerdote prefirió apostar por su carrera eclesiástica y acabó rojo como un cardenal, si no me falla mi estúpida memoria. Para los no iniciados podríamos precisar que Chamberlain se anticipó con sus «No puedorrr!» al inefable Chiquito ante las carnes prietas de la protagonista.

«Todos nos quedamos cantando un martinete, entonando la letanía del puto cura con su mala cabeza y deseando que Rachel Ward nos llamara por teléfono, ni que fuera en sueños»
La escritora Colleen McCullough explicó que era una historia biográfica de su madre y la verdad es que a todos se nos compungió el corazón cuando la chica iba envejeciendo –ni los quilos de maquillaje consiguieron, a pesar de todo, que no estuviera tan buena– mientras el pájaro en cuestión volaba por el Vaticano y otros destinos celestiales. Mi pregunta era: ¿Cómo pueden ser los curas tan gilipollas? Inmediatamente entendí a los protestantes, que se pueden casar. ¿Quién no se casaría con Rachel Ward, que no fuera Richard Chamberlain, cardenal o maricón? Preguntas sin respuesta que engancharon a la televisión a millones de espectadores, cien para ser precisos tan sólo en los Estados Unidos.
Ambientada durante gran parte del siglo XX, entre 1911 y 1969, el mismo título poético aumentó la capacidad de seducción de la serie. Una leyenda celta narra la existencia de un pájaro que pasa su vida en la búsqueda de un arbusto espinoso. Cuando lo encuentra, canta un trino triste, que nunca abandona. Todos nos quedamos cantando un martinete, entonando la letanía del puto cura con su mala cabeza y deseando que Rachel Ward nos llamara por teléfono, ni que fuera en sueños. En esos mismos años, pero para otra audiencia, los obesos Espinete y Don Pimpón atacaban a las nuevas generaciones, que provocarían engendros como Alicia Sánchez Camacho, Sorayita Sáenz de Santamaría y la brava Cospedal. ¿Dónde cojones estará Rachel Ward?