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La serie Mr. Bean solo tuvo 15 episodios. Es un dato que sorprende si tenemos en cuenta la amplia popularidad del personaje, pero lo cierto es que en un periodo de 5 años solo se produjeron 15 episodios de 25 minutos, lo que supone apenas una hora de contenido de Mr. Bean al año.
Mr. Bean es un personaje que forma parte de la cultura popular y que además ha protagonizado dos películas en cines y ha tenido su propia serie de animación. A lo largo de sus casi tres décadas de vida ha realizado apariciones esporádicas, la última en 2018, en un video recibiendo un premio por superar los diez millones de suscriptores en YouTube. Pero se le echa de menos y a muchos nos encantaría ver nuevas aventuras -y desventuras- en cine o televisión.
Aunque parece que tendremos que seguir esperando para volver a reencontrarnos con él, Rowan Atkinson, el creador e intérprete del personaje y conocido también por la excelente sitcom Blackadder o por la trilogía cinematográfica de Johnny English -que básicamente reimagina a Mr. Bean como un agente secreto al puro estilo James Bond- ha vuelto a la televisión de la mano de Netflix con Man Vs Bee (El hombre contra la abeja), escrita por el propio Atkinson junto con William Davies, guionista de Johnny English y de Cómo entrenar a tu dragón, y dirigida por David Kerr, director de Johnny English Strikes Again, la tercera y última parte de la saga.
En su regreso a la televisión, Atkinson nos regala una de las mejores series de comedia del año, gracias a que logra sacar el máximo partido a su simple premisa. Nina (Jing Lusi) y Christian (Julian Rhind-Tutt) se van de vacaciones, pero en su ausencia necesitan a alguien que cuide de la gran y lujosa mansión en la que viven y de su perro Cupcake.
Ese es el trabajo de Trevor (Rowan Atkinson), empleado de Housesitters Deluxe, empresa cuyos trabajadores perfectamente cualificados -o eso se supone- cuidan de los hogares de sus clientes mientras estos están de viaje. Las cosas no empiezan demasiado bien para Trevor, ya que se pierde entre tantas tareas e instrucciones para manejar el moderno mobiliario electrónico del hogar, pero él es un profesional y confía en que hará un gran trabajo.
No ha perdido nada de su talento y del sentido del humor, la energía, el ingenio y el patetismo que caracterizaban a su Mr. Bean
Nina y Christian pueden estar tranquilos. Aunque al principio parece que Trevor se adapta bien a sus tareas gracias a su esfuerzo e improvisación y podrá hacer un buen trabajo. Todo cambia cuando una abeja entra en la lujosa mansión. Realmente la abeja no molesta, solo está por ahí volando, parándose en sitios, etc., pero Trevor quiere echarla y se obsesiona con ello: la casa debe estar perfecta cuando Nina y Christian regresen, debe estar justo como la han dejado.
Y ese es el argumento de la serie, un señor que intenta sacar a una abeja de una casa, nada más. Sin embargo, su gran virtud es que en hora y media de duración -sus capítulos solo duran 10 minutos- se convierte en un one man show donde Atkinson saca a relucir sus dotes cómicas y demuestra que no ha perdido nada de su talento y del sentido del humor, la energía, el ingenio y el patetismo que caracterizaban a su Mr. Bean.
Man Vs Bee utiliza su simple premisa para contar una historia que se apoya en la Ley de Murphy, aquella que nos dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. Cuando los dueños de la mansión le enseñan y explican todo a Trevor, se puede anticipar qué elementos del lugar le meterán en problemas más adelante -una obra de arte carísima, electrodomésticos de difícil funcionamiento, etc…-. Pero eso no hace a la serie ni menos divertida ni menos original, sino que crea una complicidad con un espectador al que le sale una sonrisa sarcástica mientras piensa «sabía que iba a pasar esto». El ingenio de la serie no tiene límites. Rowan Atkinson mete a su personaje en las situaciones más humillantes y ridículas a la vez que muestra un lado caradura que recuerda al mítico Bean.
¿Se rompe algo? se esconde debajo de la alfombra y aquí no ha pasado nada.
Una particularidad de Man Vs Bee es que se trata de una comedia slapstick. Algo que no es habitual ver en las series de televisión actuales protagonizadas por personas de carne y hueso. Su comedia física es similar a la de los cómicos del Hollywood de principios del siglo XX. Pero la pareja de Trevor, no es otra persona, como en el caso de los hermanos Marx o Laurel y Hardy, si no un diminuto insecto, lo que añade una capa de humor que convierte a la serie en una comedia que recuerda a los divertidos desencuentros entre Tom y Jerry o el Coyote y el Correcaminos. Donde el «fuerte depredador» es asiduamente engañado y vencido por la «débil presa».
Trevor es un hombre minucioso, obsesivo, y todo hay que decirlo, con mala suerte, pero también es un padre divorciado que se parte el lomo a trabajar por su hija pequeña. La serie muestra su lado más tierno en estos momentos, en las conversaciones por videollamada de padre e hija.
‘Man Vs Bee’ es una agradable sorpresa que no merece pasar desapercibida
Ya se puede estar acabando el mundo que Trevor siempre tendrá un minuto para hablar con su pequeña. El protagonista demuestra incluso su lado más amable con la propia abeja, ideando al principio planes para atraparla sin necesidad de matarla. Aunque desde el principio sabemos que la situación se le irá de las manos ya que la temporada comienza con un veredicto que declara a Trevor culpable de catorce cargos entre los que se incluyen conducción temeraria, destrucción de obras de arte, delitos de daño e incendio provocado. La duda y lo que descubriremos episodio a episodio es cómo se ha llegado hasta ahí.
Man Vs Bee es una agradable sorpresa que no merece pasar desapercibida. Su corta duración la convierte en la serie ideal para ver en una tarde. Las carcajadas están aseguradas. Recordando al mítico episodio de Breaking Bad y la mosca, es muy divertido ver el descenso a la locura del protagonista, víctima de sí mismo, de una abeja, y sobre todo, de la dichosa Ley de Murphy.