'This is us': el noble arte del terrorismo sentimental
Sobre 'This is us'

Dramas familiares: el noble arte del terrorismo sentimental

¿Quién se puede resistir a un buen atracón de azúcar? ‘This is Us’ recupera el género dulzón por antonomasia, aquél en el que el amor es siempre la respuesta a todos los problemas.
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Cada cierto tiempo renacen de sus cenizas los dramas familiares. Amados por el gran público y objeto de recelo por parte de la crítica, son con frecuencia campo abonado para tópicos. Y es que cualquier buen dramón que se precie debe cumplir unas normas básicas que conducirán al espectador a esconderse bajo la manta y agarrar fuerte el paquete de clínex. Para empezar, sus protagonistas deberán ser familias prístinas, formadas por guapos y guapas de manual, preferiblemente caucásicos y de clase media-alta. Eso sí, a su alrededor habrá algún elemento de diversidad para que nadie pueda levantar un dedo acusador. El segundo factor casi ineludible es la enfermedad o la muerte como amenaza que perturba la paz del clan, lo pone a prueba y lo prepara para la reconciliación final. Evidentemente, todo esto regado con unas buenas dosis de inestabilidad sentimental.

Todos estos tópicos los encontramos casi ineludiblemente en ficciones que celebran lo complicada pero inevitablemente maravillosa que puede ser la vida familiar: Parenthood, Cinco hermanos, Party of five, Siete en el paraíso y, la última, This is Us. Con un pie en el telefilme, nos arrastran a un llanto reparador que nos hace afirmar que, después de todo, la familia que nos ha tocado no está tan mal. Poco importa que los protagonistas tengan que pasar un calvario superior al de Jesucristo, el amor será el bálsamo que curará todas las heridas. Son las versiones edulcoradas de las mucho más amargas y atrevidas Togetherness, Transparent o A dos metros bajo tierra, que transitan por caminos mucho más intrincados.

this is us llorando dramas familiares alejandra palés serielizadosThis is Us (NBC / Movistar+) es el último ejemplo de un género que podríamos apodar como “terrorismo sentimental”. A pesar de fundamentarse en lugares comunes y adolecer de una nada disimulada búsqueda de la lágrima fácil, ha conquistado el corazón de los espectadores y de los miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, siempre prestos a nominar a los Globos de Oro las novedades de moda. Descaradamente emotiva y emocional, tiene a su favor explicar la misma historia de siempre pero usando diferentes planos temporales para ir desgranando poco a poco los entresijos de la familia y así mantener el interés del espectador, algo en lo que otras acaban fallando.  Destila un sentimiento similar al que experimentamos cuando nuestra abuela nos cuenta batallitas de nuestros ancestros.

Como no podía ser de otra manera, la pareja protagonista cumple con todos los cánones del magnetismo mainstream: ella, la sempiterna aspirante a estrella Mandy Moore, está arrebatadora y es el perfecto anuncio de moda de los ochenta, y él, es una mezcla ideal de rudeza y sensibilidad. Para sorpresa de muchos, la serie se ha convertido en la gran esperanza de la televisión en abierto de Estados Unidos, que siempre está en búsqueda de ficciones que puedan desatar un fenómeno fan similar al que suelen generar las producciones del cable. This is us es la dosis de azúcar que todos necesitamos de vez en cuando.

 

Desde ‘La Casa de la Pradera’ a ‘Siete en el Paraíso’

La serie ha cogido el relevo de una larga tradición que se puede remontar hasta La Casa de la Pradera, en la que al final siempre triunfa la bondad y el cariño.

El referente más reciente es Parenthood, compañera de cadena, que aguantó seis temporadas en antena y está basada en una película con el mismo título de 1989.  Familia numerosa, relaciones intergeneracionales, adolescencias dificultosas y, claro está, alguna que otra enfermedad, dan lugar a un retrato eminentemente amable de lo que solemos considerar una típica familia americana, con sus barbacoas y sus partidos de beisbol al caer la tarde. Todo aderezado con una banda sonora que nos hace suspirar más veces de lo humanamente soportable. Los miembros de la familia Braveman podrían ser parientes lejanos de los Walker de Brothers and Sisters. Si nos ponemos escrupulosos solo les separan los 605 kilómetros que hay entre Berkeley y Pasadena, ya que muchas de sus vivencias son casi paralelas. ¿Será que California imprime un aire singular?

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«Sin duda el aire de la costa suroeste de California tiene que estar en el origen de todos los males de las familias televisivas»

Sin duda el aire de la costa suroeste de California tiene que estar en el origen de todos los males de las familias televisivas. De lo contrario es imposible entender la existencia de Party of Five (Cinco en Familia o Tots, para quienes la vieron en TV3), especialista en acumular desgracias sobre los hombros de los hermanos Salinger, oriundos de San Francisco y huérfanos de padre y madre tras un accidente de coche. De carácter más adolescente, la serie tocaba cualquier tema capaz de destrozar el corazón del espectador. Además de tener que superar la pérdida de sus progenitores, los miembros de la familia tuvieron que lidiar en algún momento u otro con la violencia de género, el consumo de drogas, alcoholismo, aborto, intentos de violación, depresión y cáncer. Ni un gramo de misericordia para aquellos que aguantaron una serie cuyo legado más importante a la historia del audiovisual fue el descubrimiento de un Matthew Fox, preLost, y de Neve Campbell y Jennifer Love–Hevitt, auténticas reinas de los slasher films de los noventa (Scream, Sé lo que hicisteis).

Pero si soportar las aventuras de la familia más desagraciada de San Francisco es una auténtica proeza, no lo es menos ver sin pestañear alguno de los capítulos de Siete en el paraíso, uno de los mayores exponentes de la ranciedad americana y la vida suburbial. De nuevo, un clan numeroso, en el que presumiblemente no eran bienvenidos los métodos anticonceptivos. El reverendo Eric Camden y su mujer Annie tenían ni más ni menos que siete hijos, todos ellos bautizados con nombres bíblicos. Haciendo honor al título de la serie, crecer en la familia Camden parecía ser lo más cercano a tocar al cielo: unos padres comprensivos y unos vástagos casi modélicos. La serie, el drama familiar que más temporadas ha aguantado en antena, es un auténtico prodigio de conservadurismo. Para los Camden fumarse un porro es sinónimo de adicción a las drogas y aventurarse a tener sexo premarital es el pecado más grande que se puede cometer.

Vista la retahíla de desgracias y contradicciones de todas estas familias, no es difícil imaginar que muchas habrían suplicado usar la carta “Serrano”, esa que te permite despertarte una mañana y descubrir que todo era un sueño.

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