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Para los que no hayáis visto la serie, trata de cómo el protagonista, Elliot Alderson, se une a un grupo de hackers para intentar boicotear y hundir la mega corporación E Corp. Se nos presenta a Elliot como un hacker informático que sufre ciertas patologías sociales pero que tiene algo de superhéroe: usa una identidad oculta de día que toma forma de empleado gris, pero brillante, de una empresa de seguridad informática, pero de noche usa sus habilidades para ayudar a sus amigos o desenmascarar villanos sociópatas.
En la serie, Elliot nos habla mediante largos monólogos de voz en off y en varias ocasiones usa el recurso del símil poético con términos informáticos para explicarnos qué le sucede o qué le pasa por la cabeza. Los creadores de la serie, sabedores que una gran fracción de la audiencia no está familiarizada con muchos tecnicismos informáticos, aprovechan el mismo símil como vehículo para definir el término en cuestión y usarlo en la narración.
Se nos propone un símil alrededor de bug. Para los que seáis profanos en el tema, bug es la palabra con la que se conocen los errores en un programa y que generan comportamientos indeseados, extraños y en muchas ocasiones erráticos e inexplicables. Los programadores usamos herramientas como debugadores (del inglés debugger, algo así como desparasitador) para resolver el error y generar una versión mejorada del software. En la serie, Elliot se da cuenta que él mismo es el software que Mr. Robot necesita para hundir E Corp. Pero tiene en su interior un bug que no le permite llevar a cabo este objetivo: tiene dudas (¿funcionará? ¿vale la pena el sacrificio?). Mr. Robot soluciona este bug mostrando a Elliot la relación que E Corp tiene con la muerte de su padre. Una vez se le desvela este vínculo, Elliot 1.0 se actualiza a una versión mejorada, Elliot 2.0, con plena determinación para hackear E Corp.
De un modo similar, se usa el mismo recurso con daemon (en castellano, demonio). A pesar de las connotaciones malignas, un daemon es un programa que corre en nuestro ordenador sin que seamos necesariamente conscientes de ello, pero que realiza tareas muy necesarias para que el sistema operativo funcione correctamente. Aun así, los guionistas han optado por usar la connotación no tan benigna de este término para referirse a lo que le ocurre a Elliot y a otros personajes de la serie: por muy buenas intenciones que tengamos, lo que más peso tiene al final en las decisiones que tomamos son nuestros traumas, adicciones, deseos reprimidos y hábitos. Todo esos factores son, en definitiva, los procesos que corren dentro de nosotros sin que seamos conscientes de ellos: nuestros demonios.
«La historia de Mr. Robot es la historia de cómo intenta relacionarse con el mundo haciendo lo que mejor sabe hacer: hackear.»
Tenemos más ejemplos, como el uso del término malware, ese software indeseado que se instala en nuestros ordenadores (normalmente por descuido del usuario o por no seguir unas normas básicas de seguridad informática) y que parece ser el responsable de un mal funcionamiento (o funcionamiento perverso) de nuestros ordenadores. Elliot se equipara a sí mismo como el malware que invade ciertas personas con el fin de utilizarlas y lograr sus objetivos. Lo hace hackeando a dichas personas: descubriendo y explotando sus debilidades y miedos más íntimos.
Finalmente, un símil para uno de los leitmotiv de Mr. Robot ¿Os suena el término código fuente? ¿Ese conjunto de líneas de texto que rigen el funcionamiento de una página web o un programa? En un momento de la serie, Elliot hace referencia a él para que entendamos que el único modo que encuentra para superar su patología social es conociendo el código fuente de la gente que le rodea y así saber cómo funcionan. La historia de Mr. Robot es, en parte, la historia de cómo intenta relacionarse con el mundo haciendo lo que mejor sabe hacer: hackear.