Vince Gilligan no es un simple creador de series de televisión: es el dueño de esa mente tan perversa y astuta que ha sido capaz de hacer que le cogiéramos cariño a Walter White y temiéramos a Heisenberg y que hará que nos debatamos constantemente entre la solidaridad y la estupefacción en el camino que llevará a Jimmy McGill a convertirse en Saul Goodman
La saturación de ofertas de ocio, la multiplicidad de ventanas y los inputs exteriores que nos llegan en todo momento están haciendo que la experiencia íntima y personal de ver nuestra serie sea cada vez más difícil y compleja.
Para todos los que aún no se han atrevido a salir del armario. Salgan, desnúdense, peguen a su cuñado, a su primo, a su novio/a. Rompan el televisor y lancen el portátil con la web de Serielizados por la ventana… Después de leer este artículo.