Crítica de ‘La Reina del Pueblo’: Berlanga 2.0 - Serielizados
‘La Reina del Pueblo’

Berlanga 2.0

Tras el precipitado final de ‘El Vecino’, Raúl Navarro presenta una luminosa comedia que nos lleva de la mano a aquellos veranos de fiestas patronales, orquestas, cenas populares y calimochos de litro

Desde el 27 de junio 'La Reina del Pueblo' se puede ver en exclusiva en AtresPlayer Premium

Cuando llega el calor, los chicos se enamoran, es la brisa y el sol. Acércate, ven, mi deseo te confesaré. Yo quiero bailar toda la noche…

Sonia, sin Selena (y sin músicos, en glorioso playback), hace mover los esqueletos de las decenas de polvadereños, polvadereñas y polvadereñes que se agolpan en la plaza, en el remate de los seis días de unas fiestas que no han salido como nadie imaginaba.

Especialmente dolorosas para el sufrido alcalde, socialista de toda la vida hasta que VOX se puso de moda (y para allá que fue), al que vuela la cabeza no poder organizar corridas de toros y no poder controlar la rebelión de las aspirantes a Reina del Pueblo. Calladitas y obedientes estáis más guapas, y le han salido revoltosas. 

Raúl Navarro construye un lugar reconocible donde nos gustaría vacacionar. Y, sabiamente, le da un aire berlanguiano, con pregón en el balcón del ayuntamiento incluido.

El máximo representante de las fuerzas vivas de Polvareda de la Sierra, provincia de Toledo, lo tenía todo organizado, visita añadida de una madrina de honor que despertaba sus recuerdos más lúbricos: Estrella Bernal, Miss España 1993, ex Mama Chicho que compartió jacuzzi con Jesús Gil. Choni con pedigrí, una demente adorable anclada en sus lejanísimos cinco minutos de fama.

El alcalde y la ex estrella de tercera, interpretados por un divertidísimo Roberto Álamo y una superlativa Melani Olivares, brillan en el delirante dibujo que Raúl Navarro dedica a los veranos en los pueblos, y al final de aquella tensa espera, contando las horas, para que sonara el pistoletazo de salida de las fiestas patronales.

Seis días con actuaciones musicales, ofrendas a la Virgen, un concurso de zampamelones llamado La gran tajada, chocolatadas y paellas populares, la guerra púrpura, y, claro, la elección anual de la Reina del Pueblo, que se convertirá en el eje narrativo sobre el que se vehicula esta comedia de Flooxer / Atresmedia.

Raul Navarro, a la izquierda, junto al grupo de protagonistas de ‘La Reina del Pueblo’.

Tras El fin de la comedia o El Vecino, en la que ya mostraba un estupendo pulso para crear microcosmos entrañables, Raúl Navarro construye un lugar reconocible donde nos gustaría vacacionar. Y, sabiamente, le da un aire berlanguiano, con pregón en el balcón del ayuntamiento incluido (y explicaciones que os debo como alcalde vuestro que soy), a un retrato coral en el que no faltan familias en guerra desde el inicio de los tiempos, pandillas de jóvenes, ferias y feriantes, y algún que otro polvo furtivo (aquí se folla a cuentagotas, esto no es Élite, amigos). 

‘La Reina del Pueblo’ aparece en nuestras vidas sin hacer demasiado ruido, dispuesta a beneficiarse del boca-oreja.

Con todo ello, y centrada en la peripecia de una chica obsesionada con una corona, La Reina del Pueblo se bifurca conscientemente: por un lado, da el peso a la línea narrativa, salpicada de posts en Instagram y vídeos en TikTok, que explica la relación de Inma, la hija del panadero, aspirante a monarca, con sus dos amigos del alma y la prima influencer de una de ellas, recién llegada de la gran ciudad.




Una mirada a esa adolescencia permanentemente pendiente del qué dirán y de la cantidad de likes que coleccionan con su último post, y que permite consolidar, o descubrir, rostros con mucho futuro: Lucía Caraballo (Estoy vivo), Ana Jara (Bajo la red), Helena Ezquerro (SKAM), Cristina Colom o, a sus pies, ese robaescenas nato llamado Omar Banana (que era, de largo, lo mejor de Reyes de la Noche). 

Por el otro, la serie es hábil salpicando su trama de secundarios adultos maravillosos: de ese pregonero que borda Raúl Cimas y que abre cada uno de sus seis episodios anunciando con su megáfono los actos del día al tiempo que sale del armario. A la abuela de la protagonista, su particular Pepito Grillo, fantástica Marta Fernández Muro. Pasando por María Morales, Alberto Casado (AKA el flaco de los Pantomima Full) o los ya citados Roberto Álamo y una Melani Olivares que se merece todos los premios del mundo por su composición de un personaje que pide a gritos un inmediato spin-off.

Así las cosas, sin pretensiones antipáticas, con encanto y muchísima luz, y con un trabajo finísimo de guion, La Reina del Pueblo aparece en nuestras vidas sin hacer demasiado ruido, dispuesta a beneficiarse del boca-oreja. Y es que, como Estrella Bernal le dijo a Fele Martínez en el estreno de Tuno Negro, “esto no nos lo podemos perder”. 

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