Crítica de 'Yellowjackets': Pura y gozosa chifladura
Yellowjackets

Pura y gozosa chifladura

Siempre al borde de perder la chaveta, la primera temporada de ‘Yellowjackets’ es un festival con aroma a ‘El Señor de las Moscas’, ‘It’ o ‘Perdidos’, pero también a ‘Eternamente amigas’. Y regala recital de unas enloquecidas Christina Ricci y Juliette Lewis.

Juliette Lewis en una imagen de 'Yellowjackets'.

¿Alguien se acuerda de series como FlashForward, Alcatraz o Terra Nova, nacidas con aquel cancerígeno reclamo de “la nueva Perdidos” que aseguraba cancelación inmediata? ¿Nadie? Bien. Han pasado casi 20 años del estreno del fenómeno de J.J. Abrams que lo cambió todo. Y, probablemente sin pretenderlo, la etiqueta ha encontrado acomodo.

Más allá de compartir una premisa en forma de accidente de aviación, más allá de una narración en dos (y hasta tres) líneas temporales distintas, incluso más allá de la aparición de un oso, la única relación real entre Yellowjackets y Perdidos está en la ansiedad que provoca cada cliffhanger y la correspondiente espera semanal para continuar donde nos han dejado boquiabiertos y ojipláticos. También en la sensación, esperemos que errónea, que en algún momento nos acabarán dando gato por liebre y dejarán colgados algunos elementos, espectros sin ojos y demás, que, terminada la primera temporada, han quedado arrinconados tras conseguir un deseado efecto epatante. 

Sin la turra filosófica y la deriva correspondiente de Perdidos (no cantemos victoria todavía, la fascinación y el enganche nos duró tres o cuatro temporadas; Yellowjackets proyecta cinco entregas y aún tiene tiempo para el extravío), la serie que nos ocupa juega, al menos de entrada, a algo parecido, pero muy pronto pone las cartas sobre la mesa y lo apuesta todo al rojo: el disfrutón  cóctel que propone, por el momento nada indigesto, incluye survival, cultos paganos, un símbolo de extraña forma geométrica, visiones, amputaciones, lobos y cadáveres momificados. También traumas irresolubles, chantajes, suicidios aparentes, infidelidades o una fiesta de aniversario de antiguos alumnos de la que cualquiera en su sano juicio se escaquearía. Pero ese sano juicio no forma parte, quién puede culparlas, de las protagonistas de Yellowjackets. 

Una de las grandes virtudes de Yellowjackets es que nunca se toma en serio a sí misma, y eso le juega claramente a favor.

1996: el ganador equipo de fútbol femenino de un instituto acude ilusionado a competir por el campeonato nacional. Un accidente provoca que el avión en el que viajan se estrelle en medio de un bosque aislado en las montañas de Canadá. 2021: cuatro de las supervivientes, ahora convertidas en mujeres de mediana edad en una de esas localidades en las que nunca pasa nada, en las que la vida parece congelarse, en las que no hay más futuro que la rutina. Las une la firme decisión de no desvelar qué demonios sucedió en sus muchísimos meses de aislamiento. Hasta que son chantajeadas por alguien que parece conocer su secreto. 

Melanie Lynskey, más conectada que nunca a su debut en ‘Criaturas Celestiales’.

Con estos mimbres, la serie creada por Ashley Lyle y Bart Nickerson es un chiflado festival de homenajes al género, a las mil y una variantes del terror. Pero, por otra parte, y ahí está el trampantojo, da un insólito peso al relato costumbrista, con una construcción de personajes cuidada hasta el infinito, fundamentalmente en su línea temporal adulta, con ese póquer de mujeres traumatizadas siempre al borde de la rendición definitiva, siempre cerca de tirar la toalla.

La sangre, lo aparentemente sobrenatural que es fruto (o no) de la paranoia de las supervivientes y lo extremo de su situación, la cotidianidad gris y el estudio psicológico congenian sin fisuras, con un extra de desprejuiciado humor negro: una de las grandes virtudes de Yellowjackets es que nunca se toma en serio a sí misma, y eso le juega claramente a favor. Siempre a punto de enloquecer, con plot twists al límite que nos conducen en todo momento hacia lugares inesperados, la serie es gamberra, juguetona hasta el paroxismo. La mezcla nos permite reconocer, o quizás imaginar, guiños a Perdidos, a The Wicker Man, a It, a El Señor de las Moscas, a Dexter, a Gossip Girl. Incluso a Beautiful Girls, o a clásicos femeninos de los 90 como Amigas para siempre o Eternamente amigas.

Como ocurría con cada final season de ‘Perdidos’, ‘Yellowjackets’ nos tiene contando los días para su regreso.

Otro elemento de valor: además de la imaginación creativa de Ashley Lyle, Yellowjackets da todo el peso a las mujeres, delante y detrás de las cámaras. En la fuerza del episodio piloto tiene mucho que ver la firma de Karyn Kusama, realizadora de pelis tan reivindicables como Girlfight o La invitación; y en el plantel de directoras redescubrimos nombres como Daisy von Scherler Mayer, la noruega Eva Sørhaug o incluso la india Deepa Mehta. Y el mimo por los personajes femeninos va acompañado de un magnífico casting de actrices de distintas generaciones. Ojo al reparto adolescente, con talentos emergentes como Ella Purnell, Sophie Thatcher, Courtney Eaton o Sophie Nélisse. 

Lo de Cristina Ricci en ‘Yellowjackets’ está a otro nivel.

Pero es inevitable quedarse con la química de cuatro veteranas estupendas que reivindican el poder de las cuarentonas, cada vez menos olvidadas, gracias al Cielo, por los creadores de ficción. Melanie Lynskey (más conectada que nunca a aquella fulgurante aparición suya en las Criaturas celestiales de Peter Jackson) y Tawny Cypress están fantásticas, pero lo de Juliette Lewis y Christina Ricci está a otro nivel: la interacción de sus chaladuras en las delirantes escenas que comparten es magnética. Si Lewis borda el desgarro emocional acompañado de toneladas de cinismo para no rendirse, Ricci (como la también estupenda Samantha Hanratty en su versión teen) se lo pasa en grande construyendo a un personaje al borde (¿al borde?) de la psicopatía, capaz de emular al señor Lobo para resolver problemas y deshacerse de cadáveres molestos.

Con unos últimos quince minutos de final de temporada que contienen más giros que algunas series completas, Yellowjackets sale claramente vencedora con su divertidísima, descarada y gozosa propuesta. Y, como ocurría con cada final season de Perdidos, nos tiene contando los días para su regreso. 

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