Crítica de 'A muerte' (Apple TV +): algo pasa con Dani
Crítica de la serie (Apple TV+)

‘A muerte’: algo pasa con Dani

Mientras sigue disfrutando del fenómeno de 'Casa en flames', Dani de la Orden se desmelena en una serie gamberra y muy, muy graciosa que estrena en AppleTV+. Con 'A muerte', defiende una vez más la comedia romántica, supeditando el amor al gag pasado de rosca y las réplicas ingeniosas. Actores inspirados y guiones mucho más que eficaces regatean un presupuesto limitado y abrazan el espíritu punki de una serie que no tiene otra pretensión que la de hacernos partir de risa. Nada más. Y nada menos.

Fotograma de 'A muerte'

Cuenta Dani de la Orden que, con A muerte, pretendía dar la sensación de que no había nadie al volante para multiplicar los elementos cómicos de lo que, muy en el fondo, alimenta el gusto por la comedia romántica del cineasta.

Defensor del género caiga quien caiga (y a las pruebas nos remitimos: Barcelona, nit d’estiu/d’hivern, Hasta que la boda nos separe, Loca por ella…), De la Orden se siente cómodo contando enamoramientos conflictuados, aunque en A muerte prefiera poner el foco en la locura de gags pasados de rosca, evitando la cursilería que, casi siempre en el género, resulta inevitable. Más com que rom, se diría que con A muerte se acerca mucho más a los hermanos Farrelly de Algo pasa con Mary o al Judd Apatow de Lío embarazoso que al Richard Curtis de Love Actually.

Se adaptan a los personajes como un guante una desatada Verónica Echegui y un Joan Amargós que es una afortunadísima apuesta del director por la renovación de caras de nuestro audiovisual

A muerte empieza despistando: el protagonista, un treintañero de vida cómoda, trabajo fijo, novia fija, rutinas fijas y aburrimiento fijo, recibe un aterrador diagnóstico médico, un angiosarcoma en el corazón que le deja a las puertas de una operación con altas posibilidades de dejarle tieso en la camilla del quirófano. Para redondear uno de esos días en los que es mejor no levantarse de la cama, su chica decide darle la patada. A las puertas de la depresión, Raúl, nuestro hombre, asiste al funeral (la muerte nos sienta tan bien), de un viejo compañero de pupitre, y allí conoce a Marta, una avispada publicista casi cuarentona que encajaría en lo que nuestras madres definen como inmadurez, viviendo como si tuviera veintitantos, de cama en cama y de fiesta en fiesta.

A muerte

Joan Amargós es Raúl en ‘A muerte’.

Personajes opuestos destinados a no cruzarse en la vida, lo que viene siendo razón de existir de la comedia romántica desde que el mundo es mundo. De algún modo, Raúl y Marta no son más que una evolución, una puesta al día, de arquetipos que ya están en la screwball comedy de hace casi un siglo: en esos códigos eternos se basaba la comicidad de clásicos como La fiera de mi niña, Bola de fuego o Las tres noches de Eva. Mujeres con mucha personalidad, auténticos vendavales que ponen patas arriba el día a día de atribulados tontorrones.

Dani De la Orden, Oriol Pérez, Oriol Capel y Natalia Durán  sacan petróleo del clásico choque de caracteres de los protagonistas, y nunca temen arriesgar en su desacomplejada búsqueda de la risa 

Se adaptan a los personajes como un guante una desatada Verónica Echegui y un Joan Amargós que es una afortunadísima apuesta del director por la renovación de caras de nuestro audiovisual: juguetones y traviesos, derrochan química sin perder de vista que aquí hemos venido a divertir al personal. Aún más carcajadas consiguen los inspiradísimos secundarios, para eso están y qué bien cumplen su misión, que giran a su alrededor: de Paula Malia a Julián Villagrán, de Clàudia Melo a Joan Solé, y, claro, un Cristian Valencia que convierte cada réplica, cada salida de tono, cada chiste, cada improvisación, en alta (o baja, pero en cualquier caso graciosísima) comedia.

A muerte

Verónica Echegui es Marta en ‘A muerte’.

Dani De la Orden, el codirector Oriol Pérez, y sus guionistas Oriol Capel (curtido en comedias históricas como 7 vidas o Aída) y Natalia Durán (que ya trabajó con el director en Loco por ella), sacan petróleo del clásico choque de caracteres de los protagonistas, y nunca temen arriesgar en su desacomplejada búsqueda de la risa a cualquier precio, abrazando una cierta anarquía, un caos controlado, que siempre le juega a favor.

Podemos afirmar, en definitiva, que ‘A muerte’ no tiene más pretensiones que la de hacernos reír hasta la lágrima

En este (chiflado) sentido, A muerte potencia la incorrección y la gamberrada, con momentos desternillantes como la pelea de dos embarazadas en una baby shower, o esos niños que toman las galletas incorrectas y esos padres (ojo al cameo de Berto Romero y Leticia Dolera) escandalizados, o ese médico de urgencias que advierte de los peligros del MDMA (aka Maria del Mar) con la sabiduría de quien sabe perfectametne de lo que habla, o esa madre del protagonista que sirvió a Emma Vilarasau para hacer un ensayo general de su personaje en Casa en flames.

O cada una de las apariciones de la pandilla de salidos machirulos que venden coches en el mismo concesionario en el que trabaja el protagonista: en ese entorno a lo Torrente, tan casposo como tronchante, reconocemos rápidamente a tipos tan divertidos como Daniel Fez, Ignasi Taltavull (la mitad del podcast La Ruina), Xavi Daura (uno de los Venga Monjas; el otro, Esteban Navarro, tiene también su momento delirante en la piel del coach que nunca contratarías).

A muerte

‘A muerte’ se estrenará el 5 de febrero en Apple TV +.

Dice Dani de la Orden que esta es una serie tan punki como el mismo rodaje, casi de guerrilla. Y la libertad que transmite, y su falta de complejos a la hora de potenciar el humor negro y cafre, que no facilón, se nota. Para bien. Podemos afirmar, en definitiva, que A muerte no tiene más pretensiones que la de hacernos reír hasta la lágrima. Como si eso fuera poca cosa.

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