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Lo de la corrección política es una jodienda. Me pregunto qué pasaría si los chistes de pollas y coños de Two Broke Girls los hiciesen dos tíos. O si, rizando el rizo de lo meta, el Barney Stinson de Cómo Conocí a Vuestra Madre no estuviese interpretado por un actor no ya abiertamente gay, sino a veces cansinamente gay. ¿Nos harían la misma gracia? A mí igual sí, pero a vosotras, chicas, seguramente no. Aunque parte de la culpa sería vuestra.
(La corrección política es una jodienda y además no va a aparecer en este texto, ya os aviso)
«La caspa chistosa funciona, pero ¿dónde están los límites en ese tipo de humor?»
Pues sí, si Neil Patrick Harris fuese heterosexual (o no hubiera hecho del ser oficialmente gay una línea más de su curriculum), su personaje en Cómo Conocí a Vuestra Madre sería quizá percibido de otra manera. Como gran parte del público percibe, por ejemplo, a Charlie Sheen (en general). El machismo y la caspa son conceptos escurridizos. Si aplicamos la ironía, son graciosos. Si no lo hacemos, en cualquier momento pueden aparecer las Femen a montar el pollo. Momento que aprovecharía Barney para comentar lo buenas que están y lo mucho que se les iba a olvidar el feminismo si él les diese lo suyo. Por poner un ejemplo. Al contrario, al pobre Charlie Sheen no le perdonamos ni comerse una pizza en pantalla. El tipo es casposo por definición. Por otro lado, que su chiste sobre las Femen sería más gracioso que el de Cómo Conocí a Vuestra Madre es indiscutible.
Reconozcámoslo, la caspa chistosa funciona, pero ¿dónde están los límites en ese tipo de humor? ¿Qué es educación básica, qué correción política y qué cogérsela con papel de fumar? ¿Por qué el comentario sobre los hombres que le permitimos a Samantha Jones en Sexo en Nueva York a un hombre (y en otra serie, claro) no se lo admitiríamos? ¿Qué matrimonio está peor avenido, el del humor y la cobardía o el del humor y la caspa? Es más: ¿hay algo intermedio entre la mojigata y el casposo o necesariamente se cae en lo uno o lo otro? Y sí, «mojigata» es femenino y «casposo», masculino. Ya os lo dije: la diplomacia no va conmigo hoy.
«El caspismo no es sólo Arturo Fernández, Juanito Navarro y Máximo Valverde, sino también Magnum, Acapulco Heat, Barney Stinson y Stephen Merchant en Hello Ladies»
Claro que… ¿y si la caspa está, más que en ningún otro sitio, en el ojo del espectador? Eso llegué a temer yo cuando comenté lo que me había parecido la reciente Hello Ladies. A muchos la de Stephen Merchant les parecía una serie estupenda. Yo en cambio sólo era capaz de ver en ella a un casposo haciendo chistes casposos. Un casposo que, intentando disparar contras los tópicos machistas (pues quiero pensar que la idea de la serie era ésa), no hacía más que apuntalarlos. Otro caso de «feo que es feo y que, como feo, se puede permitir el lujo de ser muy casposo porque, como es feo, en el fondo es inofensivo». Al contrario que Charlie Sheen (lo reconozco, estoy muy obsesionado con este tío, como concepto), Merchant podía permitirse decir lo que quisera por el simple hecho de que todos sabíamos que un patán como él nunca podría poner a la mujer en posición de inferioridad. Algo que es, digámoslo claro, la esencia misma del machismo, que a su vez es gérmen y consecuencia del caspismo.
Que sí, que «caspismo» no existe, lo sé. Por eso lo he tenido que inventar. Era una palabra que hacía falta.
«Caspismo es también, un poco, lo de Juego de Tronos, donde las tetas y los culos femeninos ganan a los masculinos por goleada»
El caspismo no es sólo Arturo Fernández, Juanito Navarro y Máximo Valverde, sino también Magnum, Acapulco Heat, Barney Stinson y Stephen Merchant en Hello Ladies. El caspismo es también, un poco, lo de Juego de Tronos, donde las tetas y los culos femeninos ganan a los masculinos por goleada. O lo de Spartacus, cuya proporción de desnudez por sexos está más igualada (sólo faltaría, es una serie completamente homo), pero eso no es impedimento para que las escenas subidas de tono lleguen a ser más rijosas que una película menor de Vicente Aranda. La caspa está en todos los sitios, el machismo recalcitrante está más vivo que nunca. Porque es lo más fácil, porque la televisión la siguen dirigiendo mayoritariamente hombres y porque mientras haya señoritas aplaudiendo las gilipolleces de The Carrie Diaries, True Blood o la saga Crepúsculo, los tíos seguirán (seguiremos) teniendo excusas para considerar a las hembras humanas simples cachos de carne con agujeros de distintos tamaños y para distintas ocasiones. Qué frase más casposa, ¿verdad? Y es que el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Que suelte el primer caspazo.