Bienvenidos a Poniente Land
La expo de 'Juego de Tronos'

Bienvenidos a Poniente Land

El Museum Marítim de Barcelona acoge la primera exposición mundial dedicada a la serie de HBO. Un verdadero parque de atracciones.

En la entrada, un gran cartel anuncia que entramos en el mundo de Juego de tronos y las cámaras de los móviles ya empiezan a funcionar a destajo. Esto es como visitar Disneyland o Port Aventura, hemos venido a jugar. La exposición está pensada en parte para eso: hay displays con elementos de la serie durante todo el recorrido para que todo el mundo se pueda hacer la foto de rigor y posteriormente, como mandan los cánones de la era digital, la suba a Instagram con el mayor número de hashtags posibles. Que todo el mundo sepa que hemos estado aquí, caminando entre dragones (y que hemos pagado una nada desdeñable entrada para ello).

«Poco importa que el asiento real desilusione un poco, todo el mundo quiere sentar sus reales posaderas en el trono»

Lo de convertirse en Daenerys es quizá la parte más dificultosa. Solo encontramos una cabeza de dragón en toda la exposición, básicamente el esqueleto. Si queremos experimentar qué siente la Madre de Dragones hemos de tirar de imaginación y de croma, el que hay antes de empezar el recorrido. Allí un asistente de sala nos hace una foto en la que por arte de magia aparecen los dragones a nuestro lado. La instantánea no es un regalo de la exposición, como pasa en otros parques de atracciones similares a éste tiene un precio y se puede comprar en la tienda de souvenirs. La cola para recogerla recuerda un poco a las que ves al salir del Dragon Khan, cuando todo el mundo quiere comprobar la cara de espanto y terror que ha hecho al sentir la impresión de la primera gran bajada.

El croma no es el único punto de foto bajo pago. Obviamente, el Trono de Hierro también entra en esa categoría. Es el punto donde más gente espera pacientemente. Poco importa que el asiento real desilusione un poco –¿dónde está la majestuosidad de la tele?- , todo el mundo quiere sentar sus reales posaderas en el trono. Por ahí pasan adultos y no tan adultos, niños que seguramente no tienen ni idea de dónde están y qué es ese trono (si la tienen me preocuparía, porque digo yo que la serie no pasa el corte para los menores de edad).

Desconozco si mucha gente se decide a comprar las dos fotos oficiales, básicamente porque hay multitud de ocasiones de hacerse una buena instantánea durante toda la exposición sin tener que pasar por caja. Hay las espadas de Ned Stark y Arya Stark, donde la gente no duda en mostrar su posición más aguerrida, o la de Jon Snow. Por un momento, me retrotraigo a mi tierna infancia, cuando en un viaje a Eurodisney intenté sacar la espada de Excalibur de la piedra en la que estaba clavada. Sí, con determinadas series demostramos que seguimos siendo adulescentes.

Caras - Foto Mahala Nuuk - Exposición Juego de tronos alejandra palés

Uno de los muchos puntos a favor de la exposición es que hace que tramas que habíamos odiado profundamente aquí tengan relumbrón. El caso más evidente es del templo del Dios de los Muchos Rostros. Pocas historias más cansinas que las del entrenamiento de Arya Stark para convertirse en una asesina letal. Sin embrago, aquí, gracias a un decorado más que espectacular nos reconciliamos con los Hombres sin Rostro. Es más, les damos nuestro rostro utilizando una pantalla que permite unir nuestra cara a la lúgubre pared. Todo tiene un punto siniestro porque, entre risas, te estás haciendo una foto en la que pareces medio muerto, es de un mal rollo más que evidente. Si se os ocurre avasallar a vuestros amigos y conocidos con esta foto vía WhatsApp comprobaréis que la reacción no es positiva.

Al pasear entre los visitantes te das cuenta de que el concepto de nerd o freaky ya ha perdido su significado peyorativo. Aquí todo el mundo abraza su lado fanático sin ningún tipo de complejo: si nos hemos de tirar al suelo para hacer ver que subimos el Muro, lo hacemos. El freakismo es, ahora, la normalidad.

Con tanto guiño y atracción, los vestidos, armaduras y ropajes, nos pueden pasar desapercibidos, aunque son, de hecho, la parte principal de la exposición y donde se ve la verdadera grandeza de la serie: está casi todo el mundo representado. Son los originales y son el verdadero motivo para visitar la muestra. Con ellos pasa un poco como en aquel gag recurrente de la catalana Oh Europa en que uno de los personajes siempre exclamaba “¡Me lo imaginaba más grande!” al pasar por uno de los monumentos. Cuando ves los ropajes de Ygritte no puedes evitar pensar que Rose Leslie, la actriz que interpretaba a la salvaje, debe ser minúscula si entra ahí dentro. Igual pasa con el vestido de cuero que luce Cersei Lannister. ¿Cómo puede aterrorizar una señora tan chiquitita que se te escurriría entre los brazos?

Como todo espectáculo pensado para fans, éste también quiere que el visitante amplíe su colección de incunables dedicados a la serie. La elección no es fácil: desde peluches de los lobos y los huevos de dragón, pasando por camisetas, tazas o libretas. Todos recuerdos llamados a ocupar un lugar en nuestra estantería hasta el día que la falta de espacio nos obligue a iniciar una campaña de “mierdas, las justas”.

Pero para un buen fan, los objetos de merchandising no son suficientes. Más de uno y de dos abandona la muestra confesando que esperaban que hubiera alguno de los actores que, cual objeto de exposición, les firmase algo. ¡Aix, criaturitas!

(Fotos: Alba Ruperez y Mahala Nuuk)

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