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Suenan un banjo, un saxo y un trombón forjando una alianza melódica exquisita que, con los ojos cerrados, me transporta a una Nueva Orleans romántica con el encanto de las ciudades que jamás se rinden. Abro los ojos y vuelvo a la realidad: estoy en el CCCB, en Barcelona, saboreando Moritz en mano el final de una espléndida jornada inaugural del Serielizados Fest. Pocas cosas en la vida hay como celebrar con una cerveza un día que sabes que nunca vas a olvidar.
Por la mañana el cielo completamente azul ya hacia presagiar que hoy nada podía salir mal; cuando la primavera nos arropa con su brisa y la primera manga corta del año nos sentimos invencibles, vitalmente optimistas. Con esa actitud, rara en alguien con tendencia al catastrofismo como un servidor, encaré un día que prometía mucho. Permítanme unas licencias tarantinianas a la hora de relatar lo experimentado hoy; iré hacia atrás, hacia adelante y luego quizás vuelva al punto de partida, porque narrar unos hechos de forma cronológica es en el fondo poner grilletes a la libertad de un bonito recuerdo. Pero vayamos al grano antes de que este virus de ñoñez poética termine por devorarme y culmine mi mutación en Bécquer de extrarradio.

Una inauguración a base de «fuck«
Cuarenta minutos antes de abrir las puertas, una larga cola de adictos a las series aguarda en el gran recibidor del remodelado CCCB. Tranquilos pero expectantes, y con algún que otro ilustre ignorante entre sus filas, esperan el pistoletazo de salida a SU festival. Organizadores y currantes van arriba y abajo como hormiguitas, perfilando los últimos detalles de la velada; en el backstage, como púgiles antes de un combate, David Simon y Toni Garcia Ramon aguardan para salir a escena. Me sorprende la heterogeneidad de los asistentes, teniendo en cuenta que lo que esperaba básicamente era una avalancha de hipsters en modo groupie. Evidentemente que hay hipsters, con sus gafas a lo Allen Ginsberg y las camisas de sus padres, pero también puedo ver multitud de estudiantes universitarios recién salidos del horno, canas y lobos solitarios -en el buen sentido del término, no me sean susceptibles-. Cuando la amalgama de público es así de rica significa que se están haciendo las cosas bien, siendo prueba definitiva de ello el llenazo hasta la bandera que presenta la sala principal del CCCB. El formato grada de las filas traseras de la sala me recuerda a un gran estadio, y de hecho la gente aquí ha venido a ver a una gran estrella, aunque en este caso no se dedique a dar patadas a un balón sino a las conciencias del telespectador.
Las luces se apagan y la pantalla se enciende. McNulty y Bunk entran en un apartamento que ha sido escena de un crimen, un asesinato que van desgranando al ritmo de incontables fuck y motherfuck. No hay mejor manera de estrenar un festival de series dedicado a la figura de David Simon que con una de las escenas más míticas de la temporada más mítica de su serie más mítica. Los motores ya han calentado y arrancan definitivamente con un estruendoso aplauso cuando el periodista Toni Garcia Ramon da paso a Simon. La premisa es fácil: una conversación amena entre ambos sobre las series del creador norteamericano, regada con vasos de vino. Los dos empiezan fuertes: uno tirándole en cara al otro -SPOILER, repito, SPOILER- haber matado a Frank Sobotka y el otro incitando a la intoxicación etílica al uno. Inmejorable. La charla fluye de forma tan natural que incluso hay feedback con el público antes del turno de preguntas, que está encantado con el tono mitad trascendental mitad relajado de Simon. Algunas frases del showrunner de Baltimore son celebradas como goles por la gente: “Fuck the casual viewer”, “God bless the hipsters” -especialmente festejado por el sector ultra de gafapastas-.

Masterclass entre David(s)
Hablo ahora de la masterclass impartida esta mañana por el propio Simon, donde la atmósfera ha sido mucho más catedralicia. Un silencioso público, casi místico, abrazaba las palabras de unos oradores que desde lo alto de su púlpito han ofrecido un recital de sabiduría televisiva y literaria: no cada día se juntan dos figuras de la magnitud de David Simon y David Trueba para hablar de lo que más saben.
El ambiente ha fluctuado al ritmo del atrevimiento de Simon, que con el paso de los minutos se ha ido soltando. La comodidad del creador de The Wire ante el micrófono se ha hecho notar con el paulatino aumento del uso de palabras como fuck, asshole, idiot o Donald Trump. El semblante serio de Simon se ha permitido alguna sonrisa, legitimando al público a soltar alguna carcajada ante sus divertidas y didácticas anécdotas. La distensión ha alcanzado su cota máxima cuando el propio Simon ha ilustrado en una pizarra el porqué escribir guiones y escenas simples, sin más ornamentación que la estrictamente necesaria.

La masterclass ha finalizado con un extenso turno de preguntas donde, cómo no, han aparecido los dos especímenes de personas que piden el micrófono para lanzar la suya a su ídolo/referente: el sujeto capaz de enrollarse varios minutos dando vueltas a la pregunta, en lo que al final parece más lucimiento personal que una interpelación, y el sujeto traicionado por los nervios en cuya voz temblorosa se denota admiración y afán de decir mucho en poco tiempo. Siendo justo, y dejando de lado mi profunda antipatía social, hay que reconocer que todas las preguntas realizadas han sido de notable interés. A la altura de las preguntas han estado las respuestas, quirúrgicamente respondidas por un Simon que se ha extendido a la vez que ha sido claro y conciso en todo momento. Hacer una pregunta a David Simon y que este te responda durante cinco o diez minutos mientras te mira es lo más parecido al orgasmo que puede encontrar un amante de las series; de hecho, a juzgar por las caras, solo les ha faltado el cigarrillo de después una vez Simon ha finalizado la respuesta a su cuestión.
El punto en común más claro de la masterclass y el acto de inauguración del festival en el CCCB ha sido la atronadora ovación con la que se ha despedido a David Simon. No es para menos, y me gusta pensar que estos aplausos no son solo para Simon sino también para la gente de Serielizados que ha logrado traer a esta deidad televisiva a nuestras puertas. El fin de fiesta, ya de noche, corre a cargo de unas Moritz frías y la banda Casi el mejor trío de tu vida con su sonido tan Treme. Me relajo tras un día largo de trabajo, el primero de unos cuantos, con la sensación de haber viajado a Baltimore, Nueva Orleans, Irak y Yonkers sin salir de Barcelona. Yo, como repite David Simon, tengo «good news and bad news»: queda un día menos de Serielizados Fest, pero afortunadamente hay tres más por delante.
– La Revista del Fest:
- Segunda jornada: ‘Santa Mónica, dulce hogar‘.
- Tercera jornada: ‘Del Big Bang al futuro de la televisión’.
Escrito por Marc Renton en 08 abril 2016.
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