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Expediente X fue un soplo de aire fresco cuando se estrenó en 1993 al mezclar el género procedimental policiaco con el género fantástico y de terror, algo que antes la conservadora televisión en abierto de la época no se había atrevido a hacer.
Ahora damos una patada a una piedra y salen veinte series así, pero hace treinta años su existencia supuso un antes y un después y su influencia en la historia de la televisión es similar a la de series tan importantes como Los Soprano, Perdidos o Juego de Tronos. Expediente X no inventó nada, sino que modificó, fusionó géneros para crear algo nuevo, utilizando algo preexistente para convertirlo en original. Que todo esté inventado no quiere decir que no se pueda ser original, que no se pueda arriesgar e innovar.
La industria televisiva, como cualquier otra, busca hacer el máximo dinero de la forma más fácil y rápida posible, y una de las formas de hacerlo es replicar aquello que ya ha funcionado con el objetivo de captar a su audiencia. Uno de los casos más cantosos es el de “la nueva Perdidos”, la búsqueda de una serie de misterio, con una amplia mitología, un extenso abanico de personajes y con una estructura serializada que se convirtiera en un nuevo fenómeno social similar al de la serie creada por J.J. Abrams.
Algunos ejemplos fueron Flashforward, Terra Nova o The Event, pero todas, por motivos tanto de calidad como de audiencias, terminaron siendo canceladas en su primera temporada. Una de las más recientes es Manifest, un drama de NBC cuyas audiencias nunca fueron buenas pero que siempre lograba renovar por los pelos hasta su cancelación en una tercera temporada que dejó a la serie con un final abierto. Sin embargo, su inesperado éxito en Netflix dio lugar a una cuarta y última temporada en la plataforma, lo que la convertirá en la primera “nueva Perdidos” que tendrá un final cerrado.
Intentar repetir el éxito de una serie creando otras parecidas puede funcionar a veces, la comedia sobre grupos de amigos popularizada en Friends dio lugar a series vistas por todos como Cómo Conocí a Vuestra Madre o Big Bang, pero lo cierto es que son más las “nuevas Perdidos” o las “nuevas Friends” que fracasaron que las que triunfaron.
Es por ello que se han empezado a tomar menos riesgos, dejando de lado la búsqueda de herederas de series finalizadas y reviviéndolas en su lugar. Esto ha llevado a la producción de nuevas temporadas de series finalizadas hace años, habiendo una gran cantidad de ejemplos como la previamente mencionada Expediente X, procedimentales como Ley y Orden o CSI, dramas serializados como Dexter o Prison Break y sitcoms como Will y Grace o Murphy Brown. Sin embargo, se están comenzando a popularizar los reboots que, con un nuevo reparto, se desarrollan en el mismo universo que la serie original haciendo guiños a esta, siendo ejemplos recientes Cómo Conocí a Tu Padre, Gossip Girl o Pequeñas Mentirosas: Pecado Original.
Mientras que los fans de las series originales pueden verlas y disfrutar de todas las referencias y cameos, también pueden atraer a nuevos espectadores que en su día no las vieron y que, en caso de gustarles el reboot, puede que lo hagan. Lo que significa más suscriptores para la plataforma en la que se encuentran y más tiempo invertido en ella y no en el servicio de streaming de una compañía rival.
Hay ciertas IP que independientemente de su calidad siempre atraen al público y funcionan económicamente
Lo mismo pasa con las precuelas, como la reciente La Casa del Dragón, la primera precuela estrenada de Juego de Tronos de varias que HBO y Warner tienen en desarrollo. De hecho David Zaslav, CEO de Warner Bros. Discovery, dijo en una llamada a sus inversores que la prioridad de la compañía son sus IP, es decir, sus propiedades intelectuales, poniendo como ejemplos franquicias poco o mal utilizadas en los últimos años como Superman o Harry Potter.
Una serie o película original puede salir bien o no, puede dar dinero o no, pero hay ciertas IP como las mencionadas por Zaslav que, independientemente de su calidad siempre atraen al público y funcionan económicamente. Esta es una de las razones por las que Amazon se hizo con los derechos de El Señor de los Anillos por 250 millones de dólares.
En su búsqueda de la “nueva Juego de Tronos” para poder competir en las guerras de streaming, la compañía de Jeff Bezos decidió tirar la casa por la ventana y adquirir una IP que no solo había sido muy comparada con la saga de George R.R. Martin, sino que ya había triunfado en cines, tratándose de una apuesta prácticamente segura que parece haber cumplido expectativas.
Sin embargo, no todos los estudios y plataformas tienen el dinero de Amazon o el de Disney- que obtuvo decenas de IP de éxito con la compra de 20th Century Fox-, por lo que deben buscar en su baúl del pasado películas y series que “resucitar”. Paramount+ por ejemplo se encuentra desarrollando series de películas de los años 70 y 80 como Love Story, El Último Testigo, Flashdance o Atracción Fatal, aunque llama la atención que no tratan de IP populares y cuesta ver la razón por la que piensan que recuperarlas en formato de serie es una buena idea.
Esto no quiere decir que las plataformas no estén haciendo series totalmente originales, las hacen y muy buenas, pero su presencia en el panorama televisivo cada vez es menor y es habitual que cuando triunfan aquellas que nacieron siendo originales se conviertan en una franquicia. Stranger Things es una serie original cuyo éxito se basa en referenciar al cine de género de los 80 como E.T. El Extraterreste, Los Goonies o Los Cazafantasmas, siendo un buen ejemplo de que se puede crear algo nuevo a partir de algo que ya existe. Sin embargo, Netflix ya la ha convertido en franquicia, con un spin-off anunciado y más en desarrollo. La plataforma lleva menos de una década produciendo contenido original mientras que estudios como Disney, Warner o Universal tienen su baúl repleto de franquicias con las que jugar.
A pesar de su insistencia en buscar su próxima gran serie en IP ya existentes, en Netflix, sus series más vistas son las originales
Por ello, Netflix busca una franquicia que pueda competir con grandes como Marvel, Star Wars o Juego de Tronos. Ya lo ha intentado con mayor o menor éxito adaptando novelas, anime o videojuegos, y las apuestas por The Witcher o Los Bridgerton dieron sus frutos y la plataforma sacó pecho asegurando a inversores que Dahmer había tenido más audiencia que La Casa del Dragón y Los Anillos del Poder, pero otras como Cowboy Bebop o Jupiter’s Legacy fueron claros fracasos.
Sin embargo, a pesar de su insistencia en buscar su próxima gran serie en propiedades intelectuales ya existentes –entre sus próximas grandes apuestas se encuentran una serie live-action de One Piece o un universo cinematográfico y televisivo de Las Crónicas de Narnia-, sus series más vistas son dos totalmente originales, la mencionada Stranger Things y El Juego del Calamar, una serie coreana cuya popularidad vino de manera totalmente inesperada y que Netflix también ha convertido en franquicia comenzando por el desarrollo de un reality show basado en el juego en el que se desarrolla la historia.
Los mundos de estas dos series son grandes y tienen mucho potencial, porque lo que no es extraño verlos extendidos, pero sin embargo se está llegando a un punto en el que se están convirtiendo en franquicias series infranquiciables. Uno de esos casos es Yellowstone, una serie de Paramount Network creada por Taylor Sheridan y protagonizada por Kevin Costner que se centra en una familia de rancheros en la actualidad.
La serie se ha convertido en un fenómeno en Estados Unidos, sobre todo entre el público conservador, lo que ha llevado a Paramount a convertirla en una franquicia que ya ha estrenado una serie precuela sobre la familia a finales del siglo XIX, y tiene en desarrollo una precuela sobre la familia en los años 20 -protagonizada por dos titanes como Harrison Ford y Helen Mirren-, otra en los años 40, otra en los años 60, y un spin-off sobre un rancho rival. Y yo me pregunto, ¿tan interesante es la vida de esta familia para contarla a través de las décadas en varias series como si fueran los Targaryen? Parece, de hecho, que todo lo popular debe ser franquiciado, y es que son pocas las series recientes originales y de éxito que no han dado lugar a spin-offs o similares.
También se están creando series originales exclusivamente para que sean franquicias incluso desde antes de emitir un solo episodio. Tras Los Anillos del Poder, seguramente Citadel sea el proyecto más ambicioso que Amazon tiene entre manos. Creada por Patrick Moran y los hermanos Russo, Citadel será una serie de espionaje que cuenta una gran historia interconectada entre varias series de distintos países y en distintos idiomas, entre ellos Estados Unidos, India o Italia.
En lugar de hacer una adaptación en otro país, algo que ha hecho Netflix con su versión coreana de La Casa de Papel, Amazon ha optado por crear una franquicia conectada narrativamente a nivel global, una idea ambiciosa que si funciona no me extrañaría que intentasen replicar otras plataformas. ¿Alguien ha dicho series de Harry Potter en distintas escuelas de magia del mundo?, ¿una serie sobre El Juego del Calamar centrada en otros países?
En la televisión ya no se crea, se hereda, se busca qué funcionó en el pasado para volverlo a hacer en el presente.
No cabe ninguna duda de que esta gran presencia de los universos cinematográficos en el audiovisual es debido al éxito del Universo Cinematográfico Marvel, el cual, tras arrasar en cines se extendió hace un año a las series, con Bruja Escarlata y Visión o Loki siendo éxitos indiscutibles. Esta “marvelización” ha contagiado a la otra gran franquicia de Disney, Star Wars, y ya son varias las series originales ambientadas en la galaxia muy muy lejana que se han estrenado en Disney+, como The Mandalorian o Obi-Wan Kenobi.
Sin embargo, la plataforma no ha logrado que una serie que no sea de una de estas dos IP entre en la lista semanal de Nielsen de lo más visto en streaming, algo que intentará corregir con los próximos estrenos de la serie Willow oVaya Familia Claus, serie secuela de la trilogía Vaya Santa Claus. Disney+ ha estrenado pocas series que no se basan en algo preexistente, como El Míster, pero lo cierto es que no necesita hacerlo porque no es su negocio. Disney es un estudio tan grande y con tantos años a sus espaldas que puede depender de sus historias del pasado para forjar su futuro y así evitar convertirse en, simplemente, la plataforma de Marvel y Star Wars.
No digo que haya que evitar ver series franquicia, de hecho, yo las disfruto muchísimo. Lo más importante en una serie no es su procedencia, sino su calidad. Andor para mí es una de las mejores series del año y todo el mundo debería verla sean o no fans de Star Wars. Pero sí parece que hay miedo a lo nuevo, a arriesgar. A pesar de que haya habido series originales tan buenas en los últimos años y de que, al fin y al cabo, toda franquicia comenzó siendo algo nuevo y original.
Creo que es importante que lo original y lo franquiciado puedan convivir en televisión y plataformas. Que unas series den premios y prestigio, y otras suscriptores y dinero. La industria televisiva evoluciona constantemente y es difícil predecir qué nos deparará el futuro, pero parece que la edad de oro de las series ha terminado. Bienvenidos a la edad de las series franquicia.