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Algo estaba pasando en el departamento de desarrollo del canal norteamericano FX para que ninguna de sus ficciones hubiera contado, hasta el día de hoy, con una mujer en el papel de protagonista. Vale que si el catálogo de la filial de FOX es una oda a la testosterona es precisamente porque se debe a las demandas de un público eminentemente masculino: ahí están Sons of Anarchy, Fargo, The Shield, Archer, The Americans y otras tantas series abanderadas por hombres (duros o blandos, feos o guapos, pero hombres). Vale. Vale que las mujeres, en todas estas series, tienen un peso dramático importante y no son simples floreros al servicio del hombre –aunque a veces sí perpetúan esos patrones sociales o familiares–. Vale también. Pero que ninguna de sus producciones tuviera aún a una mujer ejerciendo rol de protagonista era un anomalía que debía ser tratada y que, probablemente, tiene origen en una falacia demasiado extendida y fácilmente desmontable: la series con mujeres prota no interesan al público masculino. ¡MEC! Nada más lejos de la realidad. ¿Quién no se troncha viendo a Selina Meyer despotricar salvajemente en su Despacho Oval? ¿Cómo no quedarse prendado del carisma que destila Alicia Florrick en los tribunales? ¿A quién no le flipa la mezcla entre practicismo y ternura de la sargento Catherine Cawood? Y arrojo: ¿Cuántas series de las que cosechan buenos números, críticas positivas y premios son series con mujeres al frente? Hale, desmontada.
El caso es que, aunque FX no es especialmente prolífica en cuanto a producción de ficción se refiere, lo cierto es que los contenidos que había producido hasta el momento compartían ese factor testicular. Por suerte –tal vez han visto que no hacerlo es cerrarse a una realidad, también de mercado– esta falocracia ha llegado ya a su fin con Better things, una comedia de tintes realistas que tiene como rostro principal al de una MUJER a la que tal vez no sabemos ponerle nombre pero que nos resulta muy familiar. ¿Recordáis a Pamela?
Pamela Adlon ya nos robó el corazón en Louie con su papel de Pam, una mujer independiente, irreverente y directa como un puño, por la que Louie pierde constantemente el oremus. El personaje bien valía para construir en torno a él una ficción que finalmente se ha materializado en Better things, una comedia de corte casi autobiográfico –ella es actriz, divorciada y madre de tres hijos en la vida real- que emplea la misma paleta cómica con la que Louie maravilló al público: un humor desazonado, fruto de mezclar lo cotidiano con una mirada cínica y descreída de la vida y de lo moral. Basta con ver la primera escena de la serie, en la que Adlon reprende sin tapujos a una mujer que la mira juiciosa por ignorar los llantos de su caprichosa hija, para darnos cuenta de lo muy Louie que es Better Things. Y aún así, no lo es.
Escrita a cuatro manos por los mismos Pamela Adlon y Louis C.K. –que aquí también es productor ejecutivo de la serie y el encargado de dirigir el piloto– Better Things trata la vida de Sam Fox, una actriz en los 40 que trampea profesionalmente doblando personajes de dibujos animados –otro elemento real: en la vida real ha puesto voz a personajes de El rey de la colina o La banda del patio–, acudiendo a castings de medio pelo reventados por starsystems –qué gusto ver a Julie Bowen fuera de Modern Family– o actuando en papeles insulsos que ponen su felicidad en cuarentena. Eso en lo profesional. En lo personal, Sam debe lidiar con tres hijas cuyas edades comprenden desde la repelencia infantil a la caprichosa anarquía adolescente, y un exmarido que rehuye de sus deberes como padre. Y en medio de todo el barullo, Sam trata de no ser aplastada. La comedia como verdad y dolor: un patrón ya característico de estas sitcoms postmodernas que también asimilan otras series recientes como Catastrophe o Fleabag. Un eslabón más hacia la consolidación de un tipo de comedia que nos permite acceder a los rincones más prosaicos de la vida humana, que nos deja entrar hasta la cocina de vidas no tan ficticias, dónde los personajes observan con irónica perplejidad el sinsentido de la vida y sobrellevan la congoja existencial trayéndola al suelo, aguando la miseria para hacer más pasable el trago, convirtiendo la media sonrisa en una efectiva arma arrojadiza para combatir la vida puta. Comedia de supervivencia para aliviar zozobras.
A pesar de que existen bastantes diferencias entre Better things y Louie –no tanto a nivel temático como formal: esos momentos de digresión en los que tanto podemos viajar al pasado como se nos aparece, de súbito, una breve reminiscencia, y que son una genialidad– como para decir que la serie de Pamela Adlon tiene entidad propia. Y, oye, que si no hay sexta de Louie pues retozaremos en la segunda de Better things. Que esta sí que sí.