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Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, aunque yo soy más de que detrás de un buen delincuente siempre hay un Saul Goodman guiñándote el ojo. Después de dejarnos babeando con la obra maestra Breaking Bad, Vince Gilligan y Peter Gould vuelven a hacer el amor para darnos placer con un spin-off orgásmico lleno de promesas y caras familiares. Es el momento de preparar las maletas para viajar a Belice y descubrir los inicios del abogado más cachondo e hijo de puta de la televisión. El Lionel Hutz de Albuquerque. Un tipo al que le gusta más el verde que a Walter Jr. los cereales. Que vendería hasta su propia madre con tal de no manchar sus trajes de Tony Montana. Pero, al fin y al cabo, «la mejor defensa judicial que el dinero puede comprar».
Ilustración de Àlex Santaló
«Descubriremos cómo el picapleitos sin blanca Jimmy McGill se convierte en el legendario abogado criminal Saul Goodman»
Si en Breaking Bad asistimos a la mutación de Walter White en Heisenberg, en ‘Better Call Saul’, situada 6 años antes, descubriremos cómo el picapleitos sin blanca Jimmy McGill se convierte en el legendario abogado criminal -más criminal que abogado- Saul Goodman. Con sus anuncios baratos y su actitud de lameculos profesional. Aunque, eso sí, con una estudiada fórmula química compuesta por un 85% de drama y tan solo un 15% de comedia.
Después de catar los primeros episodios de la precuela, algunos críticos ya se han atrevido a augurar que la serie protagonizada por Bob Odenkirk será mejor que Breaking Bad (blasfemia!). Pero aunque no alcance la pureza azulada de la droga de Vince Gilligan, los auténticos yonquis de la blue meth ya tenemos asegurada una de las mejores ficciones del año. Va siendo hora de lavarnos las manos y preparar el papel higiénico para disfrutar como adolescentes delante de la pantalla.