"Hemos sentido que el éxito internacional casi nos viene grande"
Álex Pina y Esther Martínez, creadores de 'El Embarcadero'

«Hemos sentido que el éxito internacional casi nos viene grande»

Charlamos con Álex Pina y Esther Martínez Lobato, creadores de 'La Casa de Papel' y 'Vis a vis', sobre su última criatura, 'El Embarcadero' (Movistar+), y sobre el respeto a la figura del escritor.

Álex Pina y Esther Martínez Lobato (FOTO: María Heras)

Cuando, en febrero de 2016, la organización de los Premios Goya decidió que los guionistas no pisarían la alfombra roja, se desató la tormenta, se incendiaron las redes, y se sucedieron los comunicados de asociaciones de escritores y los tuits de quienes, heridos en el orgullo, tuvieron que entrar por la puerta de atrás. Fundido a negro. A rueda de los yanquis, la tortilla da la vuelta, y el reconocimiento a quienes inventan historias, pasado por ese filtro de la fiebre del showrunner televisivo que ha santificado apellidos como Simon, Gilligan o Murphy, parece haber aterrizado para quedarse (o para explotar, cuando la burbuja seriéfila pinche, si pincha… bah).

Para muestra, un botón: charlamos con Álex Pina y Esther Martínez Lobato cerrando (y colándonos) una ronda de phoners con la que promocionan la llegada de El Embarcadero a medios de América Latina. 15 minutos de conversación con vigilante, una voz que pasa la llamada y que avisa dos minutos antes de terminar: tratamiento periodístico a la norteamericana, el guionista es la estrella. «La situación ha dado un vuelco», afirma Pina. «En Estados Unidos ocurre desde hace años, a medida en que la ficción seriada se ha ido haciendo más compleja y ha cogido un aura casi como la de la literatura americana de los años 50».

Pina y Lobato son corredores de fondo, curtidos en mil y una batallas, muchas bajo el estandarte de Globomedia, casi siempre acariciando el éxito. Ojo a sus currículums: él estaba en los créditos de Más que amigos, Periodistas y Los Serrano; ella, en los de ¡Ala… Dina! (cuando Paz Padilla contaba chistes y no retozaba en el fango del cuore) y Manolito Gafotas. Ya formando equipo, fueron mentes pensantes, y cada vez más responsables, de fenómenos como Los Hombres de Paco y El Barco, y de aquel doloroso (y afortunadamente olvidado) patinazo que fue Bienvenidos al Lolita. Sus tres últimos hijos son incontestables triunfos: Vis a vis, La Casa de Papel y El Embarcadero. El salto de las cadenas generalistas a las plataformas, el boom internacional del atraco a la Fábrica de Moneda y Timbre, su nombre en los carteles que adornan las marquesinas, «de los creadores de». Pina y Martínez Lobato convertidos en superstars.

Ahora el nombre de los guionistas vende…

Esther Martínez: Estoy entre fascinada, agradecida y estimulada con este interés de la gente hacia los escritores. Ha evolucionado mucho en muy poco tiempo. Tradicionalmente no era así.

Álex Pina: Las series se han convertido en el movimiento cultural más popular: yo lo veo en mi hija, que tiene 16 años, y que ve series sin parar, casi compulsivamente, en casa, en el autobús hacia el colegio, en cualquier sitio. Las series son un fenómeno de consumo. Y la gente que las escribe se ha puesto al mismo nivel que los directores o los actores. Y creo que eso es bueno en general para toda la industria.

¿No hay miedo, o respeto, a la bajada del soufflé?

«¿Que todo esto es una burbuja? Probablemente habrá un momento en que pinchará, y eso tendrá un efecto darwiniano, quedarán los mejores y todo volverá a comenzar»

AP: Yo creo que es mucho mejor tener miedo a que baje el soufflé que estar esperando a que sople un poco de viento. Estamos en un momento de oro… Yo ya viví algo brutal hace 15 o 20 años, cuando hacíamos Los Serrano y nos veían ocho millones de personas, uno de cada cinco españoles. El actual es un momento mucho más complejo desde el punto de vista narrativo, y mucho más bestia desde el punto de vista industrial. España está empezando a ser tendencia narrativa. ¿Que todo esto es una burbuja? Quizás, pero bienvenida sea: probablemente habrá un momento en que pinchará, y eso tendrá un efecto darwiniano, quedarán los mejores y todo volverá a comenzar. Pero, mientras dure esta edad de oro, no nos podemos quejar.

Sería bueno aclarar las jerarquías y entender qué significa exactamente la figura del creador de una ficción televisiva.

E.M.: En realidad lo de esas etiquetas también es complicado para mí. En el caso de El Embarcadero, por ejemplo, nosotros figuramos como creadores, pero en realidad ese es un trabajo colectivo. Y con esta serie quizá más que con ninguna otra, porque la propuesta visual es muy potente y tiene mucho que ver con la creación. El trabajo visual de Migue Amoedo (director de fotografía), por ejemplo, es clave en la creatividad. O la estructura de la serie, cómo está narrada, que ha superado las expectativas del guion, y que es responsabilidad del equipo de dirección y montaje. Es un trabajo colaborativo muy grande, y en este caso la firma de creador, que alguien tiene que llevar, coincide con la de los showrunners, que hemos llevado el proyecto desde la génesis hasta el final. Pero creadores hay muchos.

A.P.: En cuanto a cómo nos organizamos… en El Embarcadero hemos estado los dos en la producción ejecutiva, quizás en la última fase un poco más Esther; en La Casa de Papel empecé yo y Esther entró después, y Vis a vis la diseñamos en modo triunvirato junto a Iván Escobar… En general el showrunner y el creador suelen coincidir, pero a veces en la creación hay más gente. Es un poco complicado pero quien toma las decisiones es el productor ejecutivo, que suele coincidir con el showrunner, que es quien coordina la escritura.

E.M.: Añadiría que, para mí, el caso de El Embarcadero es raro, porque la figura de los creadores no coincide con quienes tuvieron la idea original, que fueron Sonia Martínez y Nacho Manubens (directora y subdirector de Ficción de Atresmedia). Ellos nos propusieron desarrollar esa idea del triángulo amoroso. A partir de ahí, nos sentamos durante meses para decidir cómo íbamos a contar la historia, qué queríamos transmitir, dónde pondríamos el foco, cuáles serían los arcos dramáticos de los personajes… Quien ha propuesto la idea puede ayudar o no. Y es el showrunner quien ejecuta el trabajo de diseño, de coordinación de guiones, de supervisión de la producción, la dirección y el montaje.

Irene Arcos y Álvaro Morte durante el rodaje de ‘El Embarcadero’ / FOTO: MARIA HERAS

No os preguntaré por el secreto de vuestro éxito, porque entiendo que intervienen muchos condicionantes y si lo supierais estaríais forrados. Pero… ¿cuál diríais que es vuestro sello, lo que os diferencia?

A.P.: Hay una oferta brutal en términos numéricos y es importante encontrar una identidad visual muy reconocible, y creo que eso se ve en cualquier plano de Vis a Vis, de La Casa de Papel o de El Embarcadero. Por otro lado, en la narrativa siempre buscamos una línea lateral, tangencial, que sea original: nos preguntamos si eso ya lo hemos visto antes, y si la respuesta es sí, cambiamos de dirección. Y sobre todo, nuestro sello está en los personajes: siempre intentamos mostrar tipologías insólitas, que sean diferenciales, que sorprendan, que cambien la hoja de ruta. Poco a poco vamos incorporando cosas: ahora estamos trabajando en el flujo de pasado y presente sin solución de continuidad, en una ruptura de lo cronológico, buscando un montaje emocional en el que se mezclan diversas líneas temporales. Siempre perseguimos abrir nuevas vías narrativas.

Habéis trabajado para cadenas generalistas, para Movistar+ y para Netflix, con este acuerdo de exclusividad que habéis firmado recientemente. ¿Cuáles diríais que son las diferencias entre estas plataformas y qué aportan en el panorama industrial de la ficción española?

A.P.: Por un lado, es evidente que Movistar+ y Netflix están multiplicando el trabajo, las posibilidades, el potencial de la industria: estamos en un momento brutalmente efervescente, que permite un banco de pruebas constante para todos los que nos dedicamos a esto, hasta el punto de que tenemos que formar a más gente porque la producción es masiva. Esto ha beneficiado muchísimo al sector y agudiza el ingenio para crear historias nuevas y generar un tejido profesional y creativo descomunal. Y Netflix añade esa cosa de romper fronteras: tu producto llega a 191 países…

¿Y cómo habéis vivido esa internacionalización de vuestras ficciones, hasta el punto de ver cómo una serie vuestra se convierte en un fenómeno planetario?

«Las ficciones españolas viajan muy bien… quizá gracias a la crisis, porque tuvimos que aprender a rodar con pocos recursos, pero manteniendo valor de producción»

E.M.: El éxito internacional es tan estimulante como difícilmente digerible: el ADN español nos da consciencia de ser muy pequeños, y asomar la cabeza al planeta de esta manera… hemos sentido, casi, que nos viene grande. Finalmente, la lectura que sacamos es que la cultura latina, la diversidad española, tiene una manera de contar las historias que es claramente diferencial respecto a las formas y los puntos de vista de las narrativas de otros países. Más allá de La Casa de Papel, en general las ficciones españolas viajan muy bien. Quizá gracias también a la última crisis que vivimos, porque para no quedarnos atrás tuvimos que aprender a rodar con pocos recursos, con poco dinero, pero de una manera muy solvente y manteniendo valor de producción. Y, por otro lado, en este país siempre ha habido una ficción producida aquí muy poderosa, que ha superado en interés a la ficción norteamericana: la gente ha seguido muchísimo las series españolas, y eso nos ha permitido crear identidad. Cuando tienes la posibilidad de cruzar fronteras con una plataforma internacional, acabas trasladando ese amor por la narrativa y por la cultura televisiva, con un bagaje de muchos años, de éxitos y también de estrellarnos en bastantes curvas.

 

La voz vigilante avisa, cual silbato de Mateu Lahoz. Final del partido. Pina y Martínez Lobato, las superstars de la ficción seriada española, terminan con su tarde promocional y siguen a lo suyo, saboreando el momento de oro, apostando por el carpe diem, y disfrutando de ese acuerdo global entre Netflix y Vancouver (la productora fundada por Pina) para producir series exclusivas para la plataforma. «Los creadores de» como cabeza de cartel. El respeto a los showrunners ha llegado también aquí.

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