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Una serie sobre porno donde la trama sí es importante. Algo así nos prometía Filmin en su material promocional de Adult Material y ya podemos decir que la serie lo ha cumplido con creces. Y es que si alguien entra en Adult Material como quien entra en Pornhub, para buscar algo facilón que resuelva una necesidad urgente –por decirlo de forma pulcra–, se dará de bruces con la realidad.
Adult Material es una imponente miniserie que, en cuatro capítulos muy bien aprovechados, toca diversos temas y nos cuestiona de forma muy directa la relación que tenemos con el porno y su encaje (o no) en la sociedad actual.
Full disclosure: el porno, entendido como industria audiovisual, me parece fascinante. Basta con leer un libro como Snuff de Chuck Palahniuk o disfrutar de una obra maestra del cine como Boogie Nights de Paul Thomas Anderson para darse cuenta del papel primordial y pionero que el negocio del sexo filmado ha tenido en el desarrollo de varios adelantos tecnológicos relacionados con el audiovisual.
Desde el fin de las salas de cine por la llegada del vídeo, la guerra VHS vs Beta, la llegada y evolución comercial de Internet, el VOD, la realidad virtual, la atomización de los contenidos, la fragmentación de las audiencias, la llegada de lo amateur como creador de contenidos o recientemente, el empleo del big data y los algoritmos para abastecer al usuario de contenido infinito.
Sin saberlo o sin querer admitirlo, los cambios y procesos que hemos vivido a lo largo de las décadas en lo que respecta a la evolución del formato audiovisual y el consumo por internet tienen su raíz en una industria que siempre ha sabido adelantarse unos diez años al resto de la industria audiovisual mainstream, por llamarla de alguna manera. Ya lo sabemos: el sexo vende.
UN MUNDO LLENO DE CONTRADICCIONES
Es por eso que uno de los grandes aciertos de Lucy Kirkwood, la creadora de la serie es llevar al porno hacia uno de los cambios culturales más recientes y determinantes que, quizás por interés o inercia adquirida, la industria del porno aún no ha sabido procesar del todo: la era del metoo y cómo replantear la figura femenina, tanto en su papel de creadora/intérprete como de consumidora.
En una sociedad como la nuestra, llena de contradicciones constantes, en la que el puritanismo y la vergüenza pasan por encima de otros valores más liberales –o liberados– Adult Material pone de manifiesto dos contradicciones: la primera, la relación de la sociedad en general con la industria del porno; La cantidad de prejuicios y estigmas que se vierten contra ella chocan de lleno con los altas estadísticas de consumo de contenido pornográfico.
La segunda, y seguramente la más importante, es la contradicción interna que vive la industria pornográfica en sí misma. Una contradicción que encarna perfectamente el personaje principal. Jolene Dollar es una superestrella catapultada al éxito cómo MILF (Mom I’d Like to Fuck), que pasa de proclamar las virtudes de su oficio a ser una bomba de relojería interna, capaz de poner patas arriba a la industria que tanto le ha dado.
‘Adult Material’ deforma los límites de la curiosidad para desmontarla con dosis de realismo y desgarro emocional
En una de las escenas del segundo capítulo, Jolene se defiende ante la directora del instituto de su hija con un discurso sobre lo orgullosa que está de trabajar en una industria en la que las mujeres cobran más que los hombres, en la que la conciliación familiar es posible y en la que disfruta ganando un dinero que le permite mantener a su familia. La escena en cuestión se convierte en paradigma de lo que será la serie: por una parte deja a su interlocutora pasmada y sin argumentos, pues no le falta razón fehaciente, pero por otra, revela hasta qué punto se ha estado autoengañando a ella misma.
Esto será esencial para entender la guerra personal que lanza contra la industria cuando presencia un abuso a una joven actriz que despierta en ella viejas fracturas. Este hecho detonante de la trama permite a la serie y a su protagonista exponer las numerosas lagunas de la industria del porno en lo que respecta a los límites del consentimiento y la manipulación que pueden llegar a ejercer quienes manejan el cotarro.
CONSENTIMIENTO Y EMPODERAMIENTO
Adult Material acierta de lleno recogiendo esas contradicciones y exponiéndolas, sin tapujos ni prejuicios, como preguntas al espectador que van surgiendo de forma natural a través de los vaivenes de la historia que nos cuenta. Lo hace además sabiendo jugar a deformar los límites de la curiosidad que puede provocar echar un vistazo en el llamativo «mundo del porno» para acabar desmontándola con dosis de realismo y hasta de desgarro emocional.
La actriz Hayley Squires está espectacular como Jolene Dollar, capaz de virar de un extremo a otro en sus emociones cuando la serie lo requiere. Squires era lo mejor de Yo, Daniel Blake, el film de Ken Loach de 2016 y aquí vuelve a ser lo mejor, aunque acompañada de un reparto secundario al mismo nivel en el que es una gozada encontrar a Rupert Everett. Su personaje representa todo lo contrario a lo que acaba siendo el de Hayley Squires: él es el dinosaurio en el poder que no ha sabido o no ha querido ver todo lo que falla en su negocio y ahora es demasiado tarde para él, lento de movimientos y con las manos atadas por los tiburones corporativos que dominan los conglomerados tecnológicos dueños de la industria actual.
La industria, su industria, se le escapa de las manos mientras que Jolene Dollar, tras superar el vía crucis personal del que somos testigos, decide tomar las riendas de su vida y su carrera, atisbando que otro tipo de industria del porno es posible, por muy doloroso que sea para ella personalizar ese cambio.
Quizás el porno gonzo que está en liza actualmente ha perdido toda noción de trama, llevando la narrativa directamente al cementerio. Puede que en eso también sean pioneros, pero por ahora parece claro, a juzgar por lo que Lucy Kirkwood y compañía nos demuestran en Adult Material, que con una buena trama y unos personajes bien construidos, las historias y sus mensajes seguirán teniendo un poder tremendo.