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Si alguien está esperando otro Rick y Morty, tenemos malas noticias: la nueva serie de Dan Harmon tiene muy poco que ver con la locura sci-fi creada junto a Justin Roiland. Un planeta extraño deja de lado el frenetismo, la violencia y las referencias pop para entregarnos una historia calmada, contemplativa, en la que los conflictos nunca van más allá de cuidar a un gato, conseguir cantar una canción, lograr que la persona que nos gusta nos haga caso.
Pero si en algo se diferencia la nueva serie de Apple TV+ de otras producciones Harmon es en su sinceridad: aquí no hay espacio para el cinismo ni para la perspectiva nihilista de Rick y Morty (ni siquiera hay espacio para las relaciones tóxicas de Community, una serie que bajo su capa de honestidad ocultaba otras cosas más oscuras). Pero este giro es de agradecer: primero, porque sitúa a Harmon no ya tanto como creador de sus propias historias sino como productor (como nombre conocido, vaya) que ayuda a series creadas por gente menos popular a salir adelante; y, sobre todo, porque ahora que la mala leche de Rick y Morty lleva ya algunos años dominando la animación para adultos, está bien que una serie decididamente madura nos diga que no pasa nada y que, al final, todo va a salir bien.
Gustará a aquellos que entren en su juego y tendrá poco que decir a aquellos otros que estén buscando algo más frenético, más barroco, más experimental
Un planeta extraño, co-creada junto con el autor del webcómic en la que se basa, Nathan W. Pyle, nos propone viajar hasta un planeta que en realidad es el nuestro, poblado por criaturas azules y calvas cuyos conflictos son, claro está, aquellos a los que nosotros nos enfrentamos cada día, pero deconstruidos. Es una sociedad de lo literal, en la que no caben la mentira ni el engaño: en la que el doble sentido y la ironía no tienen sentido. La propuesta es, en esencia, narrarnos diversas situaciones cotidianas desde una perspectiva distanciada, exactamente igual que en las tiras cómicas originales de Pyle. Aquí, como allí, el chiste funciona… hasta que deja de hacerlo.
Un planeta extraño tal vez habría funcionado mejor con capítulos de 10 minutos (¿por qué no? Innumerables series de animación infantil apuestan por este formato); con su actual duración, de 20 minutos y pico, la sencillez de sus tramas y la honestidad de sus personajes llega a hacerse aburrida por momentos. Y eso es un problema… sobre todo cuando el público de la animación para adultos está acostumbrado a series como la ya mencionada Rick y Morty, Solar Opposites, Star Trek: Lower Decks o incluso Bojack Horseman, que equilibraba sus tramas más sombrías con otras que eran puro slapstick, o con distintos experimentos narrativos.
Comparte con ‘The Midnight Gospel’ cierto gusto por el diálogo como método de exploración de temas profundos como las relaciones de pareja, la vejez o la muerte
Aquí, ni experimentos ni sorpresas: Un planeta extraño es exactamente lo que promete, de principio a fin. Gustará a aquellos que entren en su juego y tendrá poco que decir a aquellos otros que estén buscando algo más frenético, más barroco, más experimental.
Dejando eso de lado, el cast de voces en su versión original, entre las cuales se encuentran la de Tunde Adebimpe, cantante de TV On The Radio, o la de Hannah Eibinder, protagonista de Hacks, además de la del ubicuo Danny Pudi, es excelente, y el tono suave y la cadencia reposada de muchos de los diálogos les permiten conectar con el espectador más allá del gag o el comentario pop tan común en muchas series de animación para adultos actuales. No estamos, ni mucho menos, ante algo como The Midnight Gospel, pero Un planeta extraño si comparte con ella cierto gusto por el diálogo como método de exploración de temas profundos como las relaciones de pareja, la vejez o la muerte.
Hablábamos antes del papel como co-creador de Harmon en la serie, ya no tanto como autor de la idea original sino como colaborador, como asesor, que permita que proyectos ajenos reciban luz verde gracias a su participación. Y es interesante su apuesta por una serie de estas características; Harmon siempre ha tenido, como hemos mencionado, una relación complicada con la idea de lo sincero. Es un guionista al que le gustaría creer en la Humanidad, pero parece tropezarse constantemente con pruebas que le demuestran que no hay esperanza para ninguno de nosotros, o viceversa: es un cínico que sin embargo nunca tira la toalla en su convencimiento profundo de que, en el fondo, podemos cambiar a mejor.
Un planeta extraño da vueltas en torno a esto y nos asegura, una y otra vez, capítulo tras capítulo, que sí, que siempre hay luz al final del túnel. A Rick y Morty le ha costado temporadas llegar a esta revelación que, en el fondo, siempre ocultó en el fondo de su corazón. Lo interesante es que ambas series tienen su semilla en la web culture: la primera, en los ya mencionados webcomics de Pyle; y la segunda, en Doc and Mharti, el corto producido por Justin Roiland que lleva más de una década dando vueltas por Internet. Ahora, con la caída en desgracia de Roiland, y tal vez de esa escuela que considera que la única animación para adultos válida es la hiperbólicamente edgy, tal vez están volviendo a ganar aquellos que apuestan por la sinceridad sin excusas. Solo por eso, Un planeta extraño ya vale la pena.