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El miércoles 13 de junio de 1979 se emitía en la BBC, justo después de que finalizara la emisión de un programa juvenil dedicado a Disney, The Undiscovered Country, el primer capítulo de la serie The Omega Factor. A saber cuantos jóvenes prepuberes quedarían traumatizados ante una ficción cuyos temas principales eran la manipulación mental, la vida más allá de la muerte, la aplicación de la ciencia en el ocultismo o la percepción extrasensorial.
En su primera hora conocíamos a Tom Crane (James Hazeldine), un joven y temerario periodista interesado por el mundo de lo oculto que accede a viajar a Edimburgo para entrevistar al misterioso psíquico Edward Drexel (Cyril Luckham). Por la definición que le habían hecho del sujeto –lider de un culto, poderoso psíquico y maestro de las artes arcanas- Crane bien podría haberse imaginado a un personaje en la línea del diabólico Karswell de La noche del demonio (Jacques Tourneur, 1957). Pero Drexel tiene más de bibliotecario, de maneras tranquilas y suaves, que de un teatrero hechicero adorador de Satán.
En los 70 lo paranormal, el ESP y la ufología estaban a la orden del día y el tratamiento más o menos científico de estos temas estaban en boga
No se dejen engañar, es pura fachada: Drexel es un villano tan diabólico como pudiera serlo el ya mencionado Karswell, creado por M. R. James para su relato El maleficio de las runas (según se dice, inspirado en la figura de Aleister Crowley, por si quieren seguir atando cabos), solo que ha cambiado el ritual ataviado con capa mientras lee un pergamino iluminado por la velas a medianoche por la bata blanca, las paraciencias y el aséptico y frío laboratorio (y creánme, tratándose de los exigüos presupuestos que tenían en la BBC para afrontar este tipo de series, hablamos de fríos como el hielo).
Puro espíritu de su tiempo: en los 70 lo paranormal, el ESP y la ufología estaban a la orden del día y el tratamiento más o menos científico de estos temas estaban en boga; la era dorada de Más allá de Jiménez del Oso en TVE y, por qué no, de Uri Geller doblando cucharas en los programas de televisión de medio mundo. El desafío que Crane planteará a Drexel tendrá nefastas consecuencias para su vida personal (no quiero entrar en detalles para no estropearles el visionado de la primera entrega) y le llevará a conocer la existencia del Departamento 7, dirigido por el ambivalente Dr. Roy Martindale (John Carlisle) y cuya principal investigadora es la Dra. Ann Reynolds (Louise Jameson, que había conocido la fama en su país durante las dos temporadas que interpretó a Leela, una de las ayudantes del Doctor Who al que daba vida Tom Baker por aquel entonces).
El Departamento 7 es una rama secreta del Gobierno británico dedicado a explorar el mundo de lo paranormal para su propio interés –estamos situados todavía en plena Guerra Fría-, y aunque Crane dude de sus motivaciones no tendrá reparos en aliarse con ellos para dar caza a Drexel.
La historia tras las cámaras de The Omega Factor da comienzo cuando al productor George Galaccio le ofrecieron trabajar como productor en la rama escocesa de la BBC y debía supervisar la segunda temporada de un drama periodístico llamado The Standard, protagonizada por un joven Patrick Malahide.
Sin embargo, los números de la primera tanda de aquella serie no fueron los esperados por los ejecutivos de la cadena y le encargaron a Galaccio buscar una serie que la reemplazara. El productor barajaba algo que estuviera en la misma onda que el libro Los sonámbulos: Origen y desarrollo de la cosmología (1959), del filósofo y activista político húngaro Arthur Koestler (1905-1983), el cual había experimentado con el LSD, la telepatía y la levitación. Para ello, Galaccio contactó con el guionista Jack Gerson, que creó los personajes, dio forma al episodio y a la postre figuró como creador de la serie.
‘The Omega Factor’ fue una de las primeras series de la BBC en grabarse enteramente en video, ahorrándose los habituales exteriores rodados en cine
Galaccio, en una historia que suele repetirse con frecuencia cuando estudia las series fantásticas británicas, se encontró con un presupuesto demasiado ajustado para una serie que iba a tratar lo paranormal y necesitaba unos mínimos efectos visuales, logrando reducir los 13 episodios originalmente pensados a 10, para tener algo más de dinero que repartir entre capítulos. Además, The Omega Factor fue una de las primeras series de la BBC en grabarse enteramente en video, ahorrándose los habituales exteriores rodados en cine, generalmente por parte de una unidad que solía funcionar al margen del equipo de producción de los seriales y que no solían tener ni idea de la dinámica que mantenían, sus estilos visuales o simplemente tratar con sus intérpretes.
Después de varias reescrituras de guion, contando con la asesoría de un profesor de Física y Astronomía de la Universidad de Glasgow especializado en el mundo de los fenómenos psíquicos, y con un director de la casa, Paddy Russell, con muchos más galones de los que podría resumir en unas breves líneas -dirigió capítulos de series de todos los tipos y colores, pero los amantes del fantástico probablemente lo recordarán por haber sido el director del mítico episodio The Corpse Can´t Play , el único superviviente de la antología de terror Late Night Horror (1968) debido a la costumbre de la BBC en aquellos tiempos de reutilizar las cintas para ahorrar costes aunque fuera borrando los másters originales- el 22 de febrero de 1979 comenzaba el rodaje de la serie.
Los miembros del equipo y del reparto pensaban que probablemente iba a durar dos o tres temporadas, pero no sobreviviría a la primera. Y no por falta de éxito ni por malas críticas, sino porque se iban a enfrentar a un antagonista mucho más peligroso que Drexel y Crowley juntos…
El enemigo en la sombra The Omega Factor
En aquellos tiempos no se usaban entre los espectadores términos como Monster of the week (aunque en este caso deberíamos hablar de ESP of the week), lore o arcos argumentales. Pero está claro que detrás de las cámaras sí se hacía (aunque fuera con otro léxico) porque el desarrollo de las tramas en la serie es bastante ejemplar incluso bajo el prisma del teleadicto más picajoso del siglo XXI. The Omega Factor se puede dividir en dos partes, completamente conectadas entre sí: una primera mitad que abarca la búsqueda de Crane y Reynolds de Drexel y su misteriosa y fantasmal ayudante Morag (Natasha Gregson, hija del principal escritor de la serie) y una segunda dedicada a revelar los misterios detrás de la organización Omega, un opaco y siniestro grupo que descubren los dos personajes principales mientras intentaban dar caza al que creían el villano principal. Pero la “mitología” de la serie se extiende a medida que avanzan los episodios de trama auto conclusivos (los susodichos ESP of the week). Se van aportando detalles aquí y allá de que en las sombra acecha una amenaza mucho mayor y que podría ser mucho más cercana de lo que Crane pensaba.
Aunque al espectador de nuestros días difícilmente le parecerá novedoso […] apreciará su inteligente relato y sufrirá algún que otro escalofrío
Fringe tenía algo de The Omega Factor, al menos en sus episodios iniciales, cuando los tanques de aislamiento sensorial y la revelación de los poderes de Olivia Dunham eran claves en su historia. Evil, aunque muy puntualmente, también tiene algún eco, principalmente en el episodio más célebre (como les contaré enseguida) de Omega: Powers of Darkness. Pero si hablamos de una pareja de investigadores, en los que por cierto hay una tensión sexual que tarda un tiempo en resolverse (unas seis horas en uno de los casos, unos siete años en el otro), que investigan lo sobrenatural y terminan por descubrir una conspiración en la que podrían estar inmiscuidos sus superiores directos, sin duda Omega Factor parece comprimir en 10 horas varios de los temas que explotó Expediente X durante sus primeras siete temporadas.
Y, sin embargo, es casi imposible que Chris Carter, creador de las aventuras de Mulder y Scully, tuviera idea de la existencia de esta serie. Además, siempre fue generoso en reconocer la influencia que tuvieron The Twilight Zone o Twin Peaks en su programa, por no hablar de Kolchak: The Night Stalker (1974-75), la cual prácticamente desenterró él solito al citarla una y otra vez cada vez que le preguntaban acerca de sus principales artefactos de inspiración.
Así, ese primer arco de la serie avanza con los episodios Visitations (en la que Crane y Reynolds investigan un estudio de grabación donde se ha cometido un crimen presuntamente debido a una posesión espiritual, y que en algunos momentos recuerda al clásico telefilme británico The Stone Tape, escrito por Nigel Kneale y emitido en 1972), Night Games (sobre un experimento militar fallido que bien podría haber tenido su propio remake en Expediente X) y After-Images (donde se descubre un inquietante experimento mental en el que está trabajando Drexel, cuya intención es ponerlo en funcionamiento con Reynolds) hasta llegar a Powers of Darkness, escrito por Anthony Read; el cual por cierto escribiría un par de años después varios episodios de otra serie de culto legendaria acerca del mundo de lo sobrenatural, la extraña y loquísima Zafiro y Acero (“Sapphire & Steel”).
En él, Crane y Reynolds investigan a una joven que, tras una sesión de espiritismo, parece haber sido poseída por una bruja del siglo XVI. Es The Omega Factor en su mejor momento, e incluye escenas sorprendentes, como poco, de un hombre entrando en un estado de combustión espontánea ante el atónito hermano de Crane (y también el atónito espectador) o un exorcismo en una iglesia situada frente a un cementerio en plena noche.
Una serie con cuyo presupuesto difícilmente podrían cubrir apenas el catering de un par de capítulos de Expediente X, y que sin embargo a base de buenas historias y mucho ímpetu podrían haberla podido llevar mucho más lejos
Davidson sacó oro del escasísimo presupuesto de la serie para que todo resultara convincente, los intérpretes (especialmente un muy entregado Hazeldine) están estupendos y aunque al espectador de nuestros días difícilmente le parecerá especialmente novedoso después de una maratón de Evil, como mínimo apreciará su inteligente relato y sufrirá algún que otro escalofrió. Para más inri, todos los involucrados en el rodaje en los extras de la edición en DVD de la serie hablan sobre las extrañas circunstancias que rodearon aquel trabajo, los relojes que se paraban o las cámaras que se negaban a funcionar en el momento más inoportuno…
Pero Mary Whitehouse (1910-2001), que detestaba la serie, odió profundamente el episodio. Inmediatamente después de verlo se puso en contacto con el jefe de programación de BBC Scotland para hacerle saber que le había parecido un episodio “profundamente malvado”. Y aunque se intentó invitarla a charlar y calmar las aguas, los episodios posteriores siguieron haciendo hervir los nervios de la censora más popular que tuvo el Reino Unido durante los 60 y los 70. Whitehouse fue la presidenta de la Asociación de Espectadores y Oyentes, que sirvió para que los espectadores más conservadores “regularan” lo que debía emitirse o no en televisión.
Como pueden suponer, todo aquello que fuera antireligioso o satánico le parecía escándaloso, por no hablar de la homosexualidad, el feminismo o cualquier tipo de avance social. Hasta fue ridiculizada por Alan Clarke en su magnífico telefilme Penda’s Fen (1974), a día de hoy un clásico dentro del mundillo de los amantes del folk horror. Whitehouse siguió señalando lo que no le parecía correcto para los impresionables espectadores de su tiempo en los episodios posteriores y terminó escalando hasta Sir Michael Swann, jefe de la BBC londinsense. Así que, independientemente de sus cifras de audiencia o de su popularidad, su suerte ya estaba echada. The Omega Factor no iba a volver con una segunda entrega.
Y es una lástima, claro. Es cierto que el segundo “arco mitológico” de la serie no tiene episodios tan destacables como los de la primera mitad, pero empieza a tener un tono paranoico bastante adictivo y el personaje de Roy Martindale, el jefe del Departamento 7, empieza a adquirir más protagonismo a la vez que Crane sospecha que sabe mucho más de lo que cuenta acerca de Omega, una organización secreta que quiere usar la Percepción Extrasensorial para hacerse con el control del mundo.
Vastos planes dentro de una serie con cuyo presupuesto difícilmente podrían cubrir apenas el catering de un par de capítulos de Expediente X, y que sin embargo a base de buenas historias y mucho ímpetu podrían haberla podido llevar mucho más lejos. Su episodio final, Illusions, que reunió a Gerson como escritor y a Galaccio como director, también puede contarse como uno de los mejores del serial, y podía servir tanto de desenlace como de “nuevo comienzo”… por desgracia, se quedó en lo primero.
En 2015 el sello Big Finish […] resucitaría ‘The Omega Factor’ en tres seriales y varios audiolibros
The Omega Factor no solo desapareció del mapa: fue enterrada en el hoyo más profundo y ni siquiera en los años 90, durante el auge de las aventuras de Mulder y Scully, nadie tuvo la idea de reponerla aunque fuera en horario de madrugada. No sería hasta el año 2006 en la que sería editada en DVD que encontraría a un público mucho más de vuelta de todo que no se iba a tomar en serio a la Mary Whitehouse de turno.
En 2015 el sello Big Finish, que lleva ya sus buenos años dando alegrías a los seguidores de la televisión fantástica británica de los 60, 70 y 80, produciendo secuelas en forma de audiodrama de programas como Survivors, El Prisionero o Zafiro y Acero (y rellenando huecos en la continuidad del Doctor Who) resucitaría The Omega Factor en tres seriales y varios audiolibros, contando de nuevo con Louise Jameson en el papel de Ann Reynolds y con Adam Dean dando vida al hijo de Crane (James Hazeldine falleció en el 2002), ambos persiguiendo las pistas dejadas por su padre mucho tiempo atrás tratando de revelar la conspiración más peligrosa del mundo. Con permiso de cierto Fumador, claro.