Seguir viendo "True Blood" puede costarte (SEXO), sangre y lágrimas
El fin de un "guilty pleasure"

Seguir viendo «True Blood» puede costarte (SEXO), sangre y lágrimas

Este domingo la HBO pone fin a una de sus series más irregulares. Tan irregular que su propio creador la abandonó ya hace más de 2 temporadas
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Escribo esto a sabiendas de que, probablemente, sólo con leer el título ya me odiéis. Sí, soy de esa especie en extinción que, aún y cuando todo el sentido común me decía que debería haber dejado de ver la serie cuando perdió toda la credibilidad en la segunda temporada, decidí seguir. ¡Pero oye! Como dice el gran Toni de la Torre, “todos tenemos (y debemos tener) nuestros guilty pleasures”, sobre todo en verano.

La verdad sea dicha: cuando me he sentado en este ordenador (que para nada es el del trabajo y para nada escribo este texto en horario laboral), iba a escribir un magnífico artículo sobre la sensación de este verano, The Leftovers.  Pero claro, ¿por qué iba a ser mi humilde opinión interesante, cuando los chulitos insoportables sabelotodo grandes críticos de todo el mundo se han volcado a hablar del esperadísimo retorno de Lindelof y compañía? Me di cuenta que probablemente sigo siendo la única persona de este planeta enganchada a True Blood, y que esto era más digno de mención.

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Dicho esto: ¡tranquilos! Soy perfectamente consciente de que True Blood es un truño poco interesante desde hace años. Para que su propio creador decidiese abandonarlo hace ya unos años, pues imaginaos. Pero a mí lo que me gusta es su pérdida total de la vergüenza: lo que empezó siendo una serie de vampiros para un público más adulto que el de The Vampire Diaries o Twilight ha terminado siendo porno para amas de casa.

«No me malinterpretéis: ser una producción de la HBO sigue siendo sinónimo de varias cosas: la imagen es brutal, los efectos especiales están conseguidos y la ambientación es lo más»

Pero, seamos francos, ya nada de eso importa: los pocos (o pocas) que seguimos viendo True Blood lo hacemos porque nos da morbo ver a la gilipollas tontita de Sookie Steakhouse liándose ahora con el vampiro, (SPOILER ON) ahora con el hombre lobo, ahora con el medio-hada-medio-vampiro, (SPOILER OFF) ahora con todo lo que esté vivito y coleando (bueno, y lo que no esté vivito también. BADUM-TS!).

Pues eso, escribo esto a un capítulo de su final definitivo, siete temporadas después de su estreno. Lo escribo hoy porque, francamente, me da igual el final. Me da igual si se mueren los buenos, si Bon-Temps desaparece o si Sookie se hace lesbiana. Bueno no, eso no me da igual: lo que realmente sigue haciendo que esta serie enganche es lo absurda que se ha vuelto. La premisa de un mundo donde los vampiros han salido de su ataúd era buena. Pero claro, si a esto ya luego le sumas cambiaformas, hombres lobo, hadas, wiccas, etc., como que se pierde el sentido.

A no ser, que metas en cada episodio gente en pelotas, follando y con sangre por todas partes. Porque eso es lo que nos apetece en verano. Tíos y tías buenas envueltos en mucha sangre que nos recuerde al gazpacho fresquito.

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