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La lucidez es la mayor virtud de la nueva serie de Yosuke Hatta, detrás de la loable primera temporada de One Punch Man y en colaboración con WIT Studio (también responsables del éxito de Ataque a los titanes en 2013). Ranking of Kings, que adapta el manga homónimo de Sôsuke Tôka, entiende perfectamente donde se colocan y cómo han de moverse las piezas sobre su tablero.
Es la clave para contar cualquier buena historia: sostenerla por lo que es, y nada más.
Para Bojji, hijo de Bosse, también las expectativas son un obstáculo prácticamente insalvable. Nacido en seno de reyes, criado entre héroes, el niño siempre se supo víctima de la imposibilidad. Primero, porque la muerte de su padre dejó al aire todas las encrucijadas entre lealtad e interés común, y deseo y deber, de los altos cargos de palacio. Bojji, que lo veía todo, nació sordomudo. El crío, evidentemente, fue cuestionado por tener una autoridad flaca.
En tiempos de divulgación de los cuidados, la serie erige sus cimientos y bóvedas sobre la importancia del afecto
Sin embargo, la autoridad –esa auctoritas latina que designa a líderes, que no tiranos– crece sólo cuando tiene espacio; para encontrarlo, puede que debamos huir de casa. Sôsuke Tôka y Taku Kishimoto, al cargo de la adaptación, abrazan el camino propuesto por el monomito de Joseph Campbell, ese viaje iniciático que debía definir los hitos de cualquier construcción heroica en imágenes comprensibles y que se ha replicado tanto como malentendido. Como personaje, Bojji avanza por senderos narrativamente muy concurridos, pero encuentra luz propia: el crío es bondad pura… Y eso no es tan habitual.
Ranking of Kings no cae en el buenismo tonto del shônen, aquel que ha vuelto la palabra nakama (“compañero”) una suerte de mofa sobrexplotada. No cae, se tira de lleno. En tiempos de divulgación de los cuidados, la serie de WIT erige sus cimientos y bóvedas sobre la importancia del afecto. “Un rey debe hacer feliz a toda la gente del reino”, dice la reina, que puntualiza una sola condición, “pero si hay algo que de verdad te importa, deberías perseguirlo”. Sabiduría de la piel: solo aquello que acariciamos en sueños puede alejarnos de lo que amamos despiertes.
Es la ternura más simple la que moviliza las manos que hilvanan el complejo entramado de conspiraciones palaciegas en el reino de Bosse. Durante la primera mitad de temporada, la serie viste de thriller de intríngulis, adversarios y ayudantes intercambiando máscaras con la relatividad de quien se bambolea entre la lealtad feroz y un estómago hambriento. La serie, de hecho, triunfa plantando las motivaciones de su reparto a modo de flashbacks, insertos que no estorban, quizás, porque respiran una claridad emocional tremenda en medio de un auténtico juego de tronos.
‘Ranking of Kings’ desafía las dinámicas tóxicas que levantan las estructuras monárquicas de poder
Ranking of Kings, taxativa como la clasificación a la que alude, puede enrocarse en el clima de “batalla final” que plana por encima de la segunda mitad de la temporada, una sucesión de capítulos a modo de scrimmage que reúnen a toda la corte en un todes contra todes y con cuya complicación bromea la misma serie. “¿Quién se supone que es, usted?”, se preguntan los personajes. Sin embargo, nunca la familia de Bojji podría confundirse con el reparto de otro anime.
El diseño de los personajes se acerca a la simplificación de los Yamada de Isao Takahata, abrazando al mismo tiempo una iconografía depurada y amable de los círculos caballerescos europeos: los gentilhombres de hombros severos (Apeas), la dulce masculinidad del Lancelot de turno (Domas), la ternura nórdica del oso Dorshe… Introducen variedades venidas del inframundo, con rasgos inspirados directamente en el sótano del anime (la mueca torcida de Desha, muy One Piece), y arquetipos populares desgraciadamente poco asociados a la vida caballeresca, como la Karen que es la Reina Hiling o el marica rematado de Despa. Elles, simplemente, nos encantan.
Las familias pequeñas y los conflictos sabrosos: de hecho, Bosse, el hombre más fuerte del mundo, es también el más solitario. La serie de WIT sorprenderá a quien descarte, por lo inocente de su colorida fantasía medieval, una buena cucharada de conflicto interior. Aquí hay trauma, duda, terror: Bojji no es capaz de perdonar a quienes le ha traicionado, su hermano Daida cae presa de todas las sombras de su inseguridad y el magnánimo rey fue en vida un ser falible que se entregó al deseo, uno que nada tenía que ver con el bien común.
La clasificación de reyes, como uno de sus emisarios deja intuir al final de la temporada, abre la puerta a la cara fea y ambiciosa del ego, y puede hacernos enloquecer. El rey Bojji no podrá vestir nunca una corona de oro: Ranking of Kings desafía discreta las dinámicas tóxicas que levantan las estructuras monárquicas de poder y nos ofrece la posibilidad de soñar con una organización social nebulosa, basada en la bondad sin jerarquías.