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* Esta entrevista es una transcripción de la entrevista realizada en el podcast de Serielizados en 3Cat, Serieselektor, presentado por Betu Martínez, Víctor Sala, Carlos Perelló y Silvia Comet. Puedes escuchar la entrevista original en catalán AQUÍ.
Veinte años después del 11M, la brillante serie de Disney + Nos vemos en otra vida, nos descubre la desconocida trama asturiana del peor atentado terrorista ocurrido en la historia de España.
Basada en el libro de Manuel Jabois ‘Nos vemos en esta vida o en la otra’, la serie nos muestra la historia de Gabriel Montoya Vidal, conocido como «Baby«, un adolescente que fue condenado por transportar una mochila con explosivos de Asturias a Madrid. En esta serie hay muchas interpretaciones memorables, pero no podemos dejar de destacar la de Pol López, el cual da vida a Emilio Trashorras, una de las piedras angulares de la serie; colaborador directo de los yihadistas que proporcionó la dinamita para llevar a cabo los fatídicos atentados del año 2004.
Hablamos con el actor sobre Trashorras, el proceso de cásting, ese maravilloso acento asturiano y el rigor del proyecto.
Pol, ¿recuerdas que estabas haciendo el 11 de marzo de 2004?
Si, estaba en casa de mis padres. Y recuerdo ver las noticias en su televisor, estando con ellos, y sentir mucho desconcierto. También recuerdo llamar a una amiga que estaba en Madrid, porque me dio la paranoia de que ella no hubiese sido una víctima.
¿Antes de aceptar este proyecto tenías conocimiento de «la trama asturiana» o conocías la figura de Emilio Trashorras?
La verdad es que no. Sabía que había una conexión de los atentados con Asturias, pero no conocía la figura de Emilio Trashorras ni por asomo.
¿Le has llegado a conocer o mantener algún tipo de contacto con él?
No, no, que va. A nivel de documentación he visto el juicio, he leído la novela y he recurrido a todo el material de archivo y fotográfico, que es bastante. Hay muchos escritos sobre el tema, y muchas cosas con las que trabajar, por lo que creo que era innecesario un «encuentro», por decirlo de alguna manera…
¿Cómo entraste en el proyecto? ¿Te buscaron o fue un proceso de casting?
Fue casting. Intenté currarme mucho el proceso. Después vino el miedo. Cuando me dijeron que si me cagué…(risas). Pero vi el buen gusto que tenían los directores y sus anteriores trabajos y eso me impuso mucho. Independientemente al miedo que sentía, tenía muchas ansias por leer los guiones porque había mucho secretismo rodeando la serie. Me pasaban las escenas como si fuera una especie de Frankestein, y yo quería ver cómo funcionaba todo. Y cuando por fin vi cómo trataban toda la parte social de la serie me quedé muy tranquilo.
Lo curioso es que yo hice el casting para otro personaje. El personaje que me hicieron interpretar en un principio era una mezcla del propio Trashorras y otro delincuente de la serie. Suena extraño pero es algo bastante común en los procesos de cásting. Al principio hacen estas cosas –que aunque tengan poco sentido son prácticas–, como lo de juntar diferentes personajes para ver cómo te mueves en ese terreno. Así que pasé la primera fase, después la segunda y en la tercera ya me juntaron con Roberto Gutiérrez (Baby), con quien hubo química y me acabaron cogiendo. Pero después de todo este periplo y de la ilusión de ser escogido, yo seguía sin saber para qué personaje. Imaginaos. Y claro, si todo fuera una ficción, no habría tenido ningún problema; pero estábamos hablando de una ficción basada en hechos reales…y pensaba, «ostia a ver donde me estoy metiendo».
¿Interpretar un personaje real condiciona tu manera de abordar el personaje?
Claro. Lo primero que quieres saber es, sobretodo, el punto de vista de la gente que lo ha escrito. Quieres saber que piensan y cómo se posicionan al respecto. Y en este caso vi desde un inicio que tenían un sentido del rigor admirable y me encantaba la idea de formar parte de esta historia precisamente por eso, porque tenían muy en cuenta las víctimas y lo que dice la propia sentencia. Además, eran muy conscientes de que estaban haciendo una adaptación de una novela. Todo este conjunto de factores hizo que se ubicaran en un lugar en el que yo podía decir «vale, saben lo que están haciendo, y que suerte que me hayan escogido a mi para el proyecto».
«El rigor y el mimo con el que Jorge, Alberto y las directoras de casting sabían perfectamente lo que estaban haciendo, era admirable»
¿Cómo ha sido el proceso de ponerse en la piel de este joven asturiano de clase obrera, con tanto acento, tanta maldad y tanto dolor?
Bueno, en mi caso, vi muy rápidamente –por la forma en la que el personaje está escrito – que debería hablar muy rápido. Que querían que las cosas sucediesen muy rápido. Hay un vacío notable en él, porque es consciente de que no se puede desenvolver con mucha facilidad en el mundo. Y eso le empuja a la rapidez. Él sabe que carece de ciertas capacidades para moverse por la vida con cierta tranquilidad, por lo que es un personaje que actúa con mucho ritmo, de una forma muy peculiar, que creo que es la que confunde a Baby. Al chaval le seduce esa rapidez (en todos los aspectos de la palabra) y aparente inteligencia y astucia. Pero pronto vemos que es solo eso, velocidad. Nada más. Velocidad, intensidad y ese punto hipnótico de «conmigo podrás obtener poder».
¿Y el acento? Por que me da la sensación de que el asturiano es mucho más sutil y difícil que otros acentos…
Sin duda. Es mucho más difícil que el gallego, el vasco o el andaluz, y es algo que se comentó mucho. Yo pensaba, «ostras que complicado, ¿cómo lo haré?». Porque, además, en Asturias hay muchos acentos. Hay una riqueza en cuanto a la sonoridad muy amplia. En la parte oriental el acento es mucho más cantado, y yo no quería que sonara así. Hablé con un lingüista que teníamos, con el que intercambiaba muchos audios, y me apuntaba en que dirección debía ir. Después, en Asturias, aprendí a base de escuchar a la gente y al equipo, que en gran parte era de allí, y siempre te acabas quedando con ciertas palabras y expresiones, que daban carácter e identidad al personaje.
Yo me quedo con lo de los «cacharros».
¡Esa expresión también se utiliza mucho en Madrid! (risas). A Cataluña aún no ha llegado…
¿Hiciste algún paseo de «incógnito», hablando con acento para ver si realmente daba el pego?
Por supuesto (risas). Y era muy guay ver que no lo detectaban. Yo tengo familia allí, y pude estar con ellos, hablar con ellos, y hacerles pequeñas «demostraciones» del acento. Era divertido recibir su feedback y que me dijeran que si y que no.
¿Crees que es importante a la hora de explicar una historia verosímil, el coger actores de la zona o no tan conocidos?
Si. Yo creo que en Nos vemos en otra vida se ha encontrado un muy buen equilibrio entre ambas cosas, porque cuando cogieron a Roberto y empecé a hacer ensayos con él, al principio era normal que surgieran ciertas dudas «¿podrá hacer x escena?»… Pero ves su predisposición natural desde el minuto uno, y cómo puede enfrentarse a todo ello perfectamente (y mejor que nadie). Yo creo muchísimo en esto. Porque de nuevo, el rigor y el mimo con el que Jorge, Alberto y las directoras de casting sabían perfectamente lo que estaban haciendo, era admirable, y estaban muy alineados en ese aspecto. Además de que se hicieron muchos ensayos, y pruebas muy largas. Hay una economización y uso de los recursos de la gente que escogen muy inteligente, que permite ver muy rápidamente quien funcionará, y quien no. Y en este caso está claro que ha sido así, visto trabajo increíble que ha hecho Roberto.
Jorge y Alberto tienen un pensamiento muy elaborado, su forma de defender lo que piensan, y el porqué ruedan de una cierta manera es admirable
¿Crees que hay más talento interpretativo en Catalunya que en el resto de comunidades, o crees que es algo que se dice pero que no es verdad?
Creo que no. Yo conozco muy bien el panorama catalán, y conozco menos el panorama asturiano o del País Vasco, pero siempre que he conocido intérpretes de otros sitios, he flipado con el nivel de talento que hay. Creo que esto, como todo, siempre tiene que ver con el conocimiento y los espacios que se nos dan. Yo nunca podría afirmar algo así.
Para nosotros «Nos vemos en otra vida» es, sin duda, una de las mejores series del año, sobretodo gracias a su valentía a la hora de hablar de un tema tan complicado con tanta delicadeza. No se si tú lo has vivido de la misma forma…
Totalmente. Cuando hablas con sus creadores ves que a nivel de discurso y de inquietudes políticas, morales o filosóficas, es una gozada hablar con ellos. Tienen un pensamiento muy elaborado. Su forma de defender lo que piensan, y el porqué ruedan de una cierta manera es admirable. A quien escogen para trabajar, los temas que abordan… Siempre ves su interés artístico y social. Y todo esto se traduce en la pantalla. Venían de hacer varios proyectos espaciados en el tiempo, algo que deja entrever que se ponen a trabajar en algo cuando realmente creen en ello. Y siempre utilizan ese criterio como guía. Un criterio muy fundamentado en ideas que tienen que ver con un pensamiento muy complejo de «porqué hacemos ficción» o «cómo debemos hablar sobre ello», y siempre se reúnen con mucho margen de tiempo para poder obtener un producto de la máxima calidad posible.
Lo más importante: ¿tienes algún proyecto futuro en ficción televisiva? ¿seguiremos viéndote en el teatro? ¿películas?
(Risas) De momento tengo varios bolos de teatro con mi compañía, por lo que estamos muy contentos. Y en verano rodaré una película en Barcelona.