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Durante las siete temporadas anteriores de Juego de Tronos hemos podido ver destellos de crueldad en Daenerys, que dejaban ver el lado oscuro que como Targaryen lleva consigo de nacimiento. Sin embargo, eso no ha sido suficiente para que seguidores y detractores se reten mutuamente en un debate infinito sobre la quema masiva de inocentes –madres y niños included- en el asedio a Desembarco del Rey. ¿Ha perdido el personaje de Daenerys toda la coherencia o es exactamente lo que tenía que pasar?
La Madre de Dragones, que en la temporada siete había asegurado a Olenna Tyrell que «No estoy aquí para ser la reina de las cenizas», voló sobre la capital de Poniente a lomos de su último dragón-hijo para pulverizar, no sólo una ciudad, sino la memoria de una familia enemiga, que lleva viviendo durante siglos en la Fortaleza Roja, la que fuera cuna emblemática de los Targaryen en el pasado. Para muchos, con destruir ese castillo, y a Cersei, era suficiente. Pero no lo fue para Daenerys.
Según los creadores de la serie, David Benioff y D.B. Weiss, esta decisión que toma es mucho más abrupta de lo que puede pensar la mayoría. «Dany», aseguran, «decide destruir la ciudad de forma espontánea». Y continúan: «No creo que ella decidiera de antemano que iba a hacer lo que hizo… Ella ve la Fortaleza Roja, que es el hogar que su familia construyó cuando llegaron por primera vez a este país hace 300 años», dice Weiss. «Es en ese momento, en las paredes del Desembarco del Rey, cuando mira ese símbolo de todo lo que le fue quitado, cuando toma la decisión de llevarlo todo al terreno personal», concluye el showrunner.
Es evidente que Daenerys ha pasado por un via crucis de primer orden. Al margen de la tragedia familiar, en las últimas temporadas pierde a sus dragones-hijos, a su asesora y amiga Missandei, a su confidente más cercano Jorah Mormont, Varys la traiciona, Tyrion le falla sistemáticamente, Jon le da la espalda y el Norte (ay, el Norte) rinde pleitesía a su único rey: el heredero de los Stark. Cualquiera mantiene la serenidad con todo este panorama… Su historia es la de una heredera sin trono. La de una líder que busca ser amada, y no lo consigue. Y cuando llega el momento de recuperar el cetro, los que deberían seguirla hasta la muerte empiezan a dudar. Quizá, al fin y al cabo, Varys tenía razón cuando advirtió a su mejor amigo, Tyrion, que «cuando nace un nuevo Targaryen, los dioses arrojan una moneda». ¿Será Daenerys víctima de su locura o aceptará el pueblo su reinado?